Irlanda del Norte conmemora este lunes el 25º aniversario del acuerdo de paz que puso final a tres décadas de conflicto entre unionistas (principalmente protestantes y probritánicos) y republicanos (mayoritariamente católicos y en busca de independizarse del Reino Unido para unirse a Irlanda), una fecha que llega en un contexto de una profunda parálisis política, la persistencia segregación entre ambas creencias religiosas y la existencia de hechos aislados de violencia que, afortunadamente, son repudiados desde los liderazgos de ambos bandos.
El 10 de abril de 1998, los líderes nacionalistas y los unionistas probritánicos alcanzaron el Acuerdo de Viernes Santo tras negociaciones en las que participaron los gobiernos del Reino Unido, la República de Irlanda y Estados Unidos. Es por eso que de la conmemoración participará el presidente estadounidense, Joe Biden (descendiente de irlandeses), que entre el 11 y el 14 de abril visitará Belfast y se dirigirá luego a la vecina República de Irlanda, donde pronunciará un discurso en su capital Dublin.
El texto de paz puso fin al conflicto (conocido como The Troubles o Los Problemas) que dejó más de 3.500 muertos y unos 47.500 heridos en masacres como el Domingo Sangriento (inmortalizado por la banda irlandesa U2) cometido por soldados británicos contra civiles católicos o los ataques con explosivos organizados por grupos paramilitares unionistas y republicanos en Belfast, Dublin y Londres, con el Ejército Republicano Irlandés (IRA) como mayor exponente.
Una de las bases de lo firmado es que ambos bandos deben compartir el poder del gobierno de Irlanda del Norte, pero esta convivencia forzada colapsó entre 2017 y 2020 por la oposición de los republicanos a avalar una política sobre incentivos a energías renovables y volvió a quebrarse desde febrero del año pasado por el rechazo de los unionistas al estatuto de la provincia británica firmado entre Reino Unido y la Unión Europea (UE) tras el “Brexit”.
Las disposiciones posteriores a la separación del Reino Unido de la UE mantienen a Irlanda del Norte en el mercado único europeo para evitar el retorno de una frontera física con la República de Irlanda (país miembro de la UE), lo que para el Partido Democrático Unionista (DUP) aleja a la región del resto del país y hace más probable una isla unificada con los vecinos del sur, objetivo de la otra gran agrupación regional que es el Sinn Féin, brazo político del extinto IRA.
La salida de la UE además debilitó al DUP, histórica fuerza mayoritaria, y en mayo del año pasado provocó que, por primera vez desde la partición de la isla en 1921, las elecciones regionales fueran ganadas por el Sinn Féin, aunque luego los unionistas se negaron a formar gobierno y el Ejecutivo norirlandés quedó vacante a la espera de nuevos comicios, aun sin fecha, en un país que por primera vez en su historia en el censo de 2021 tuvo un 42,3% de la población identificada como católica, contra el 37,3% que lo hace como protestante u otras ramas cristianas.
Pese a esta situación, salvo una ínfima minoría, nadie desea que se vuelva a la violencia anterior al acuerdo. Pero también hay desilusión. Además, si bien el Acuerdo de Viernes Santo permitió desarmar a los paramilitares norirlandeses, desmanteló la militarizada frontera terrestre y llevó a la retirada de tropas británicas, los hechos aislados de violencia continúan.
La última muestra de esto fue el intento de asesinato del agente de policía John Caldwell, que en febrero de este año recibió múltiples disparos cuando salía de un complejo deportivo con su hijo, en un ataque reivindicado por disidentes republicanos embanderados bajo el nombre de Nuevo IRA.
El atentado unió a los líderes políticos norirlandeses en la condena y llevó al Gobierno británico a subir el nivel de amenaza extremista de “sustancial” a “severo”, lo que significa que un ataque es “altamente probable”.
En este contexto, Irlanda del Norte se prepara para realizar una serie de actos por los 25 años del Acuerdo de Viernes Santo en un ambiente más de reflexión que de celebración.