“Gaceta Mercantil” registró ausencias notorias, intentos por disimular internismos, suaves reclamos al Ejecutivo y muchos flashes en el encuentro de magistrados.
El faltazo del ministro de la Corte Suprema de Justicia Eugenio Zaffaroni, las entrelíneas del discurso del titular del cuerpo Ricardo Lorenzetti y el esfuerzo del máximo tribunal por mostrarse sin fisuras, fueron los aspectos más comentados en los pasillos del hotel Hilton hoy en la mañana en la que dio inicio la Cuarta Conferencia Nacional de Jueces.
Desde temprano, media hora antes del comienzo, pautado para las 11, y tras sortear las inclemencias de una sudestada que volvió odisea llegar al elegante hotel de Puerto Madero, juezas de impecables “tailleurs” y trajeados jueces de todo el país confluyeron en la antesala del segundo subsuelo del hotel.
Lorenzetti y su par Carmen Argibay llegaron juntos con sus custodios y se sumaron a los corrillos informales que hubo hasta el inicio formal del encuentro, en los que se destacaron los jueces federales porteños Julián Ercolini, Sergio Torres y Daniel Rafecas -llegaron juntos desde los tribunales de Retiro-, el camarista Jorge Ballestero, el actual ministro de Seguridad porteño y ex juez Guillermo Montenegro.
La juez federal de San Isidro, Sandra Arroyo Salgado, joven magistrada a cargo de la causa por el ADN de los hijos adoptivos de la directora de Clarín, Ernestina Herrera de Noble, llegó casi sobre el hora y no pudo ocultar la consternación cuando descubrió que, por accidente, se había sentado en la última fila del salón junto a su asistente y junto a todos los periodistas acreditados al evento, a quienes ultimamente trata de evitar a capa y espada.
Lorenzetti abrió el encuentro disculpando a Zaffaroni, único ministro ausente en la larga mesa, a la que también se sentó el ministro de Justicia de la Nación Julio Alak.
“Se disculpa, seguro estará para las conclusiones, tenía un compromiso previo para recibir un doctorado honoris causa en la universidad de Belén, Brasil”, dijo el presidente de la Corte. Todos se miraron: es sabido que la fecha de la Conferencia se fija con meses de anticipación.
Después los ministros de la Corte se dedicaron a lanzarse públicos elogios mutuos unos a otros, como para dejar bien clara la cohesión del cuerpo y desmentir rumores de internas entre oficialistas y no tanto que signaron ultimamente al maximo tribunal.
“Esperamos seguirlos teniendo más en la Corte”, alabó primero Lorenzetti a sus veteranos colegas Carlos Fayt y Enrique Petracchi al entregarles una placa homenaje. Fayt tiene 92 años y ha resistido varios embates de distintos gobiernos buscando jubilarlo. Petracchi cumple ahora 75, el límite de edad para permanecer por voluntad propia, por lo que desde ahora deberá contar cada año con el consentimiento de sus pares si no quiere jubilarse.
“Hemos tratado de mantenernos totalmente independientes, como cuando una vez me llamó un ministro de Economía, no lo atendí y dije no atiendo ministros, en un momento muy importante que no viene al caso”, recordó Fayt en un breve discurso ya que, conocido por su locuacidad, admitió que le había prometido aLorenzetti que hablaría poco.
Después fue el turno de la vicepresidenta del cuerpo, Elena Highton, quien manifestó su “orgullo” por darle su placa homenaje a Petracchi, quien con más humor (o sinceridad disfrazada de ironía) pidió el “pésame” a los presentes por sus 56 años en la Justicia.
Luego, a lo largo de su discurso Lorenzetti se ocupó de mencionar uno a uno a sus pares y rodearlos de elogios. Hasta incluyó a Juan Carlos Maqueda, el ministro que quizás tenga mayor bajo perfil -no se le conoce una sola declaración pública-, tras llegar a la Corte con el aval del ex presidente Eduardo Duhalde.
Todo un clima creado para las frases generales de Lorenzetti, quien evitó alusión directa alguna al gobierno pero no dejó de reflotar temas incómodos: inseguridad, jubilaciones, salud, marginación y un clima de paz social “que no puede garantizarse si una madre no puede pensar un futuro para su hijo”.