El juez federal Ariel Lijo investiga presuntos sobornos de la empresa alemana Ferrostaal para adjudicarse la compra de lanchas patrulleras oceánicas por parte de la Armada. El ministerio de Defensa quiere ser querellante, pero el magistrado sospecha una maniobra y no está de acuerdo.
El juez federal Ariel Lijo ni piensa en aceptar el pedido que le hizo el ministerio de Defensa, que quería ser tomado como querellante en la causa que investiga el supuesto pago de sobornos por parte de la firma alemana Ferrostaal con el fin de adjudicarse la compra de patrulleros oceánicos para la Armada.
El planteo reposa en el escritorio del juez sin ninguna contestación y a medida que se suman elementos a la causa, cada vez está más descartado que haya alguna. El rol de querellante permite proponer medidas de prueba, participar de la pesquisa y, eventualmente, ser acusador en un juicio oral, algo que obviamente se puede hacer si se está exento de sospechas de haber tenido injerencia en el delito investigado. Pero, nada más alejado de eso en este momento.
Fuentes del caso anticiparon a “Gaceta Mercantil” que, para empezar, aparecería involucrado un abogado civil de la Marina, Luis Parrinella, y la cadena seguiría hacia adentro de la Fuerza, de acuerdo al testimonio de un arrepentido de la empresa en Alemania. Aasí es como suelen empezar estas investigaciones en Argentina, como coletazo de revelaciones de la Justicia extranjera.
Por lo pronto, en lo recolectado hasta el momento hay un “hueco” con lo ocurrido en los vaivenes de la compra de las patrulleras: el año 2006, período durante el cual “nadie cuenta que pasó” y en el que se supone se pagó el dinero, se explicó en Tribunales.
Sería un calco del “caso Siemmens”, donde la Justicia argentina no tenía nada hasta que llegó el coletazo de la investigación germana, se libró exhorto a Suiza pidiendo una cuenta del sospechado ex titular de la Casa de Moneda en el menemismo Armando Gostanián y, finalmente, llegó una respuesta no con una sino con tres cuentas secretas a nombre de él y de familiares en las ques se habrían depositado sobornos.
En esta ocasión y ya en tiempos kirchneristas, la causa se abrió por una denuncia del ministerio de Defensa pero sólo después de la publicación de una investigación de la revista alemana Der Spiegel sobre la base de una pesquisa de la Fiscalía de Munich sobre el pago de coimas de esa empresa en distintos lugares del mundo, basada en la confesión de un ex directivo arrepentido de Ferrostaal que alude con nombre y apellido a varios argentinos a quienes ni debería conocer en persona.
Este testimonio, cuya copia original Lijo pidió a Alemania, sostiene que el soborno se depositó en la cuenta del actual ex presidente de la filial argentina de Ferrostaal, Gustavo Frers, y de allí se le habría pagado en efectivo al abogado Parrinello, quien habría repartido el dinero. ¿Cuánto?: Entre 6 y 6,5 por ciento de la operación total, valuada en 3,5 millones de euros.
Lijo espera una respuesta del Banco Central sobre los movimientos de esta y otras cuentas bancarias de los sospechados en el caso.