El diputado nacional, como es tradición en él, no se mantuvo en silencio. Lo acusaron de cenar con el CEO de Clarín -¿es tan malo?- y saltó de inmediato con el dedo dirigido hacia Ricardo Alfonsín. ¿Y los demás? Las posibles “fugas” y la estrategia para evitarlas.
El diputado nacional Felipe Solá, del Peronismo Federal, acusó al Gobierno de “inquisidor” por las críticas que recibió junto a los referentes de su sector por haber aceptado una invitación a cenar de parte del CEO del Grupo Clarín, Héctor Magnetto, con el fin de informarlo acerca de los planes de la agrupación en caso de acceder al poder.
La presidente, Cristina Kirchner, apuntó hoy contra ellos al afirmar que le daban miedo esos dirigentes “que se subordinan tanto a las corporaciones”. Y advirtió que “cada vez que pasó esto, nos ha ido muy mal”.
Solá abrió el grifo de la información al advertir que el propio diputado radical Ricardo Alfonsín visitó unos días antes a Magnetto. Y, aunque negó rotundamente que la reunión con Magnetto hubiera sido secreta, se molestó por la filtración a la prensa.
En rigor, las cenas del CEO de Clarín con dirigentes de la oposición fueron ideadas hace poco más de un mes por él y su relacionista público, Jorge Rendo, con el fin de disipar las dudas que estaban ganando a algunos dirigentes empresarios y políticos sobre un presunto acuerdo entre “el Grupo” y el Gobierno.
Así fue que se convocó a los dirigentes del PJ disidente, a Alfonsín, a Julio Cobos (que debería cenar en estos días) y a los dirigentes progresistas Pino Solanas y Martín Sabatella, los que a esta altura es poco probable que asistan aunque ya habían dado el sí.
La foto de Magnetto rodeado de sus colegas de la AEA y la comisión directiva de la UIA, publicada el jueves a toda primera plana por La Nación, tiene que ver con esta estrategia general de mostrar que todo sigue igual: Clarín en una vereda y el Gobierno en la de enfrente.
Aproximadamente dos meses atrás, algunos paranoicos se habían molestado por el hecho de que las tapas del diario Clarín hubieran dejado de lado su ofensiva diaria contra los K. Sucede que la importante caída de ventas del matutino, que no se detiene desde hace más de un año pero que aumentó en los últimos 90 días, convenció a sus directivos de que el permanente ataque al Gobierno no estaba dando los resultados esperados. Al contrario, la sangría no se detenía. En su lugar, el hostigamiento continuó en otras ramas del multimedio, en especial en TN, como no es difícil constatar.
Para los que siguen la pelea desde hace años, lo de Clarín es “tomar envión”, no retroceder.
La filtración de las cenas, en la que no hay ningún mérito periodístico, tiene dos objetivos: es una demostración de poder, de convocatoria, pero, más aún, busca alinear la tropa y despejar dudas a propios y extraños. Sobre todo a extraños.