Alfredo Leuco y Horacio Verbitsky, el Pelado y el Perro para el gremio de prensa, son dos periodistas de dilatada trayectoria. Aunque diferentes, nadie puesto a marcar antagonismos los hubiera puesto tan decididamente enfrentados, como están ahora.
Está claro que en estos tiempos de blancos y negros, ambos adoptaron posiciones distintas y las fueron extremando. Uno, el Pelado, eligió mantener una mirada crítica hacia el poder de turno y eso lo fue ubicando cerca de gente con la que antes no hubiese imaginado estar. Otro, el Perro, atenuó los fuegos que lo tornaron implacable años atrás y aplicó su reconocida sagacidad a temas menores, que no mueven el amperímetro del poder, al que llega por otras vías.
Todo comenzó cuando Leuco criticó por radio el hábito del canciller Héctor Timerman de difundir por la red social Twitter las gestiones que se estaban realizando con Uruguay para superar el conflicto por la pastera UPM (ex Botnia). La prensa uruguaya dio cuenta del desconcierto de la diplomacia oriental por estas actitudes y el periodista lo comentó críticamente en su columna diaria por Radio Continental.
La replica del canciller al periodista fue una acusación de corrupción. Dijo que en los comienzos de la gestión de Néstor Kirchner había pedido publicidad “para hablar bien” del Gobierno y lo chicaneó preguntándose si no usaba su apellido completo, Lewkowicz, porque le daba “vergüenza ser judío”. Leuco anunció que le haría juicio.
El domingo 1 de agosto Verbitsky comentó el tema en Página/12 tomando partido por el funcionario, periodista también pero sobre todo hijo de Jacobo Timerman, uno de los empresario de medios más controvertidos e influyentes de los últimos 60 años.
Luego de declararse “sorprendido” por la acusación que cayó sobre Leuco, de la que dijo no tener pruebas, pero sobre la que dejó caer como al pasar la palabra “chantaje”, Verbitsky mostró su asombro por la decisión del periodista de querellar al funcionario por calumnias e injurias.
“Por más que aclaró que lo haría en el fuero civil, esta decisión contradice los largos años de lucha de muchos colegas en contra de la intimidación judicial. El proyecto de la ex Asociación Periodistas y el que elaboró el CELS luego del fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso de Eduardo Kimel no incluían sólo la despenalización en casos de interés público, sino también la protección contra el acoso monetario, que para muchos puede ser tanto o más intimidatorio que la amenaza penal”, dijo el Perro, experto en temas judiciales y “factótum” del CELS.
Sin embargo, el reclamo de Kimel ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos se basó en un caso exactamente inverso, porque este periodista, recientemente fallecido, se defendió del acoso judicial de un juez, es decir de un funcionario que lo intimidó judicialmente en respuesta a sus escritos.
La respuesta de Leuco fue en una “Carta abierta a Verbitsky”, la que dividió en tres capítulos que leyó por Continental y publicó en su blog, donde no ahorró argumentos, aunque asegura que tiene más y deja como cierre de la última entrega un sugerente “¿continuará?” Para el Pelado, que el Perro lo haya atacado significa “que el gobierno de Néstor Kirchner resolvió borrarme de la faz del periodismo. Condenarme al silencio. Tirarme con todo el aparato del Estado para que calle mis opiniones críticas”.
Leuco sostiene que para Verbitsky “investigar y criticar a Menem estaba bien” pero “investigar y criticar a Kirchner está mal”. Y agregó que el Perro “dejó de ser uno de los mejores periodistas argentinos (incluso para mi) y se convirtió en el jefe de inteligencia informal del kirchnerismo”.
“El gran investigador Verbitsky escribió en estos años pobres referencias eufemísticas sobre temas tan graves como Ricardo Jaime, la valija de Antonini y el enriquecimiento feroz del matrimonio Kirchner durante su actuación en distintos lugares del Estado y los fondos se Santa Cruz que a mí me costaron perder el trabajo. ¿No hay corrupción en este Gobierno? Hoy a Verbitsky le interesa más la ideología que la verdad. Es su decisión. Pero eso no se llama periodismo, se llama propaganda”, machacó Leuco.
En la segunda parte de la carta abierta, dirigiéndose a sus oyentes, Leuco citó una definición del oficio del periodista escrita por Verbitsky: “Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo, lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa, que del lado bueno se encarga la oficina de prensa; de la neutralidad, los suizos; del justo medio, los filósofos, y de la justicia, los jueces. Y si no se encargan, ¿qué culpa tiene el periodismo?”.
“¿Esa magnífica definición de periodismo de Verbitsky que yo traté y trato de llevar a la práctica, vale solo cuando el Gobierno no es de tu ideología o vale para siempre?”, se preguntó Leuco.
En el tercer episodio, el columnista de Continental devuelve gentilezas a Verbitsky, quien dijo haberse enterado por la pelea con el canciller de que el Pelado era judío. Le recordó que cuando en 1996 la Justicia desestimó una querella que le había iniciado Carlos Menem por contar en una nota que el entonces presidente se había comportado de forma poco valiente en su cautiverio durante la dictadura, un testigo clave fue “un tal Alfredo Manuel Lewkowicz (a) Alfredo Leuco”, motivo por el cual “Verbitsky me envió una carta de puño y letra que todavía conservo, agradeciendo mi colaboración en ese juicio”.
Por último, antes de preguntarse si la cosa continuará, el Pelado recordó que modificó su apellido cuando lo fueron a buscar el 24 de marzo de 1976 por su militancia estudiantil y zafó de casualidad. Ese día, recordó, el periódico La Tarde, que dirigía Héctor Timerman, tituló: “Prestó juramento Junta Militar” y como bajada: “Para reorganizar la Nación”. En el interior otros títulos decían: “Provincias: absoluta normalidad” o “Convocatoria al país”, y en una foto a doble página editorializó: “Para terminar con el desgobierno, la corrupción y la subversión…”.
Aunque no necesita pedir espacio, la columna habitual de Horacio Verbitsky en Página/12 sale los domingos. Falta poco…¿continuará?