Historia. A 340 años de la fundación de San Fernando del Valle de Catamarca

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Por Gabriela de la Orden *

La ciudad de San Fernando Valle de Catamarca fue la última fundación realizada en la gobernación del Tucumán, integrada hasta entonces por Santiago del Estero (1553), Londres de la Nueva Inglaterra (1558), San Miguel de Tucumán (1561), Córdoba (1573), Salta (1582), La Rioja (1591) y San Salvador de Jujuy (1593). (1)

Como vemos, estas fundaciones fueron realizadas en el siglo XVI y nuestra ciudad recién nació en el siglo XVII, el 5 de julio de 1683, instaurada en base a los antecedentes legales de las fundacionales y traslados realizados en el oeste del actual territorio de la provincia, cuyo establecimiento inicial fue Londres de la Nueva Inglaterra, ciudad fijada en el valle de Quinmivil, actual localidad de Londres (Belén), en el año 1558. En este primer emplazamiento se determinó la jurisdicción de la ciudad, la que comprendía el oeste de la fijada en 1683. La primera Londres, al igual que los sucesivos traslados y refundaciones en la zona, mantenían la misma jurisdicción territorial. Así el general Gerónimo Luis de Cabrera (por comisión del gobernador del Tucumán Felipe de Albornoz), fundador de la tercera Londres (15/9/1633), en el acta fundacional respectiva escribe: “dejo en su antigüedad la jurisdicción que antes tenía la ciudad que se despobló” (Lafone Quevedo, 1888: 208).

La colonización en el oeste no prosperó debido a la valiente y tenaz resistencia que ofrecieron los indios calchaquíes a la dominación española en la región, liderados inicialmente por el cacique don Juan Calchaquí, la gran rebelión al frente del cacique don Juan Chalemín (1630-1643) y por último la sublevación dirigida por el falso Inca Bohorques (1557-1665). Mientras en el oeste fracasaba la colonización española, el Valle Central comenzó a poblarse desde fines del siglo XVI a través de las concesiones reales de mercedes de tierras y de encomiendas de indios realizadas por la Corona, en reconocimiento por los servicios prestados a los vecinos fundadores de las ciudades de Santiago del Estero (1553), Londres de la Nueva Inglaterra (1558), San Miguel de Tucumán (1565) y Todos los Santos de la Nueva Rioja (1591). La población asentada en el Valle creció en importancia y en las últimas décadas del siglo XVII se nombraba a la par de las capitales de la jurisdicción de la gobernación. Asimismo, el culto a la Pura y Limpia Concepción, bajo la advocación del Valle, iniciado en los primeros años del siglo XVI, contribuyó a nuclear aún más a los pobladores. Al promediar el siglo XVII la devoción Mariana convocaba a los feligreses del Valle, como así también a residentes de las ciudades próximas (Olmos, 1957).

La importancia de este núcleo poblacional determinó que la Audiencia de Buenos Aires resolviera que un alcalde ordinario de la ciudad de Tucumán, fuera nombrado para el Valle. En 1668 el alcalde ordinario don Pedro Ramírez de Velazco, fundó una población en el Valle, a la que llamó Población del Valle. Solo faltaba la formalización de la ciudad. Poco tiempo después los vecinos solicitaron al Rey el traslado de la ciudad de Londres de Pomán a esta zona. La petición implicaba la creación de una nueva jurisdicción territorial, ya que lo que hoy corresponde al Valle Central eran tierras que pertenecían a las ciudades vecinas, es decir a San Miguel de Tucumán y La Rioja.

Ante el pedido realizado, el rey Carlos II solicitó informe al Consejo de Indias en España, el que a su vez requirió se expidieran sobre el tema al ex gobernador del Tucumán, don Ángel de Peredo y a su sucesor don José de Garro, a Monseñor Francisco Borja, obispo del Tucumán y al provincial de los Jesuitas Cristóbal de Grijalva.

De estos informes, favorables, destacamos el de Ángel de Peredo quien en el año 1673 se dirigió a la reina regente Mariana de Austria expresando la conveniencia de dar curso a la medida, apoyado en varios argumentos, entre ellos el notable progreso de la población del Valle. Sobre la Londres de Pomán, decía: “no solamente está despoblada ha más de 80 años, sino que nunca fue población en forma, porque habiéndose despoblado…en el alzamiento general de los indios…” no se volvió a poblar “pues jamás ha asistido en ella vecino, ni fabricado casa…” (Larrouy, 1915, pp. 95/96). Además, en esta carta fechada en la ciudad de Esteco (10/10/1673), Peredo aconsejaba formar la nueva jurisdicción como finalmente se hizo: “adjudicándole …la parte de a La Rioja [el valle de Capayán] hasta la distancia de Chumbicha, y por la parte de San Miguel de Tucumán hasta el Alto de la cuesta de Paquilingasta y por la parte que llaman de la sierra de Santiago del Estero hasta los confines de la jurisdicción…”. Expresaba que no se “hacía daño a nadie” ya que a las otras ciudades les quedaba “bastantes jurisdicciones” (Larrouy, 1915, pp. 96/97).

Los contundentes informes determinaron el traslado de la ciudad de San Juan Bautista de la Rivera de Pomán, al Valle Central, mediante la Real Cédula de 1679. La Real Cédula determinó la jurisdicción de la nueva ciudad, la que quedó integrada como lo había aconsejado el gobernador Peredo; con las tierras del oeste que correspondían a la jurisdicción de las Londres, a la que se agregó el Valle Central, la parte norte que pertenecía a Tucumán y la parte sur, desde el río Tala hasta Chumbicha inclusive, que era de La Rioja (más tarde ésta recibió en compensación Machigasta, Aimogasta y Valle Viciosos). Asimismo, las faldas de las sierras del este que pertenecían a Santiago del Estero. En síntesis, la Real Cédula de 1679 constituye el acta
de fundación de la ciudad.

El gobernador del Tucumán don Fernando de Mendoza y Mate de Luna (1681-1686), dos años después de asumir sus funciones dio cumplimiento a la Real Cédula mencionada. Entró al Valle el 30 de mayo de 1683, día de su santo, acompañado por su secretario don Tomás de Salas. Ordenó el traslado desde Londres del Estandarte Real y de los libros Capitulares y a los pocos días convocó a los vecinos para solicitarles opinión sobre el sitio donde se emplazaría la ciudad. Se reunieron veintidós vecinos, hubo uniformidad de propuestas en cuanto a su establecimiento: debía continuar en la zona, divergían sobre el lugar, los menos expresaron que debía quedar en el mismo sitio, otros en las proximidades y la mayoría se pronunció sobre su emplazamiento en el Mistol, hoy Pozo del Mistol, actual localidad del departamento Valle Viejo. Mate de Luna sin apoyar a ninguna opinión en particular, entre los días 21 y 22 de junio decidió fundar la ciudad de San Fernando Valle de Catamarca; constituyó el Cabildo el día 22 de junio, organismo que le otorgaba base jurídica al núcleo humano. Designó a los capitulares, destacados vecinos, entre ellos los alcaldes de primer y segundo voto, don Bartolomé Ramírez de Sandoval y don Juan de Soria y Medrano respectivamente. Alférez real y regidor el riojano don Nicolás de Barros y Sarmiento.

Pocos días después, el 5 de julio de 1683, el gobernador plantó el rollo de la justicia, símbolo en la fundación de una ciudad, en la margen derecha del río del Valle, es decir en la margen opuesta en donde estaban radicados el mayor número de vecinos y que éstos consideraban como el lugar más apropiado. Fue acompañado por su secretario don Tomás de Salas y destacadas personalidades, entre otros el vicario don Nicolás de Herrera, fray Jacinto de Valladares, visitador de los franciscanos, integrantes del cabildo, entre ellos los alcaldes ordinarios, el alférez real, y otros vecinos distinguidos.

En el Acta respectiva Mate de Luna expresa que estableció la ciudad en donde “habiendo reservado como reservó por vistas de ojo hacer elección de sitio…y ser el sitio muy a propósito, y esparcido y de conocidas comodidades para sus habitadores…”. Hacemos la salvedad que los perjudicados fueron los indios de la encomienda de Choya, ya que se tomaban las “sobras” de sus tierras.

Desde Salta, el gobernador Mate de Luna se dirigió al rey con fecha 24 de enero de 1684, informando sobre lo actuado. Entre otros aspectos, expresó que no había apoyado a los vecinos
sobre la propuesta del emplazamiento de la ciudad, porque la zona estaba expuesta a
inundaciones. Refiere que abrió calles y que “tomaron posesión los religiosos del Señor San
Francisco”. Con respecto al nombre de la nueva ciudad, se lee en el documento: “por día del
glorioso santo el que entré en ella, me pareció preciso el poner el nombre” (Larrouy, 1915, pp,
127/128).

Mientras, se había dado la Real Cédula del año 1681 por la que se establecía la suspensión
de la creación de la nueva provincia, medida que surgió por los reclamos realizados por La Rioja ante la quita de parte de su territorio. La disposición real llegó a la sede de la gobernación a fines de 1684; ya era tarde, la fundación se había realizado. Desde la metrópolis se solicitaron nuevos informes sobre el tema y ante las respuestas favorables, la Real Cédula de fecha 12 de julio de 1690, ordenaba hacer efectiva la fundación de la ciudad realizada por Mate de Luna.

Los pobladores continuaron radicados en la zona de antigua colonización, llamada Las Chacras y fue el gobernador del Tucumán Martín de Jáuregui quien delegó la misión de hacer efectiva la fundación de la ciudad, al lugarteniente de gobernador don Bartolomé de Castro. Éste dispuso por bando el traslado de la población, abrió calles, construyó de su peculio la iglesia, ubicada donde hoy se encuentra la Iglesia Matriz, y trasladó en procesión la imagen de la Virgen del Valle el 7 de abril de 1695. Asimismo, se estableció la orden franciscana en el solar determinado por el fundador de la ciudad.

Si bien algunos vecinos se establecieron en la traza realizada por Mate de Luna, la mayoría de la población continuó radicada en el antiguo asiento, las Chacras, hasta bien avanzado el siglo XVIII.

El proceso fundacional de nuestra ciudad presenta diferencias en relación con otras ciudades de la gobernación. San Fernando Valle de Catamarca fue la única ciudad de la gobernación creada en el siglo XVII; fue la única ciudad en la que primero se dejó constituido el Cabildo y recién varios días después se plantó el rollo de la justicia y se realizó la traza de la ciudad.

En toda fundación, como lo establecían las Leyes de Indias, en un mismo acto se tomaba
posesión de la tierra en nombre del Rey, se plantaba el rollo de la justicia, se realizaba la traza
de la ciudad y se constituía el Cabildo. Es decir que la fundación era el punto de partida, el
inicio de la vida de una ciudad. San Fernando Valle de Catamarca fue la única ciudad en la
gobernación del Tucumán, en donde el poblamiento precedió a la fundación. Ya lo expresó el
gran historiador padre Antonio Larrouy, “Catamarca constituye una excepción; los pobladores
preceden a la provincia y a la ciudad, [Mate de Luna] (2) no es un fundador, sino el mismo Rey
de España…”.

Fue la única ciudad del Tucumán que se constituyó completando su jurisdicción en base a la desmembración de territorios de otras ciudades, San Miguel de Tucumán, Todos los Santos
de la Nueva Rioja y Santiago del Estero.

En cuanto al nombre que le dio don Fernando de Mendoza y Mate de Luna. De acuerdo con la Real Cédula se debía realizar un traslado, no una nueva fundación que es lo que finalmente concretó el gobernador. Ya lo expresó también el padre Antonio Larrouy, reiterado por otros historiadores: “Mate de Luna… cifraba su ambición en una empresa que estimaba más gloriosa para su nombre: la de ser él un fundador de ciudad, y aunque no fundó propiamente nada,…se las supo arreglar para que su nombre sea ha perpetuado entre los de los fundadores: otro se tuvo el trabajo, él se llevó la gloria…” (Larrouy, 1916: 196).

Consideramos que si bien Mate de Luna pudo tener motivaciones personales en la imposición del nombre a la ciudad, destacamos algunas cuestiones. Mate de Luna creó una nueva ciudad, se había determinado una nueva jurisdicción, por lo que justificamos el cambio de nombre porque en base a la conformación de su territorio, nacía una nueva ciudad.

Por otra parte, el gobernador Feliciano de la Mota Botello, destacado funcionario español, tuvo dos grandes aciertos en relación con la fundación de nuestra ciudad. El primero, la elección del sitio, que era más apropiado que la otra banda del río, el que con frecuencia se inundaba.

Otro de sus aciertos fue el nombre que le dio a la ciudad, San Fernando Valle de Catamarca. El primero era el día de su santo, podría haber sido San Juan Bautista, pero en ambos casos se hacía alusión a nombres consagrados por la iglesia Católica, lo que respondía a una comunidad de arraigada devoción; el segundo, Valle, el Valle que la vio nacer bajo el cobijo de Nuestra Señora del Valle; con la denominación Catamarca, voz de origen quechua según Samuel Lafone Quevedo, don Fernando de Mendoza y Mate de Luna supo interpretar
que la ciudad y sus pobladores asentaban sus raíces en dos tradiciones culturales, la hispánica
y la indígena.

Hoy, en el 340 aniversario de la fundación, rindamos homenaje de gratitud a los
antepasados que nos posibilitaron este presente.

* Presidenta de la Junta de Estudios Históricos de Catamarca

(1) La primera Londres fue establecida por Juan Pérez de Zurita en el valle de Quinmivil, actual Londres, Belén, en el año 1558; Gregorio de Castañeda la trasladó a Andalgalá (1561), en el contexto de rivalidades entre los conquistadores y colonizadores procedentes de Chile y del Alto Perú; la tercera Londres, segunda fundación, la realizó en el año 1607 Gaspar Doncel y la llamó San Juan Bautista de la Rivera; traslado en el año 1612, realizado por el gobernador Quiñones de Osorio a su primitivo asiento, llamada San Juan Bautista de la Paz. En el contexto de las guerras calchaquíes se fundó la tercera Londres, 1633, en la actual localidad de Pomán.

(2) El corchete es agregado por la autora.

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