La casa de “Gran Hermano” acumula escándalos nuevos todas las semanas al mismo ritmo que mantiene -por lejos- el rating más alto de la televisión argentina. Pero esta vez, el problema no surgió entre las “cuatro paredes” en las que están encerrados los participantes del “reality show” sino que por la falta de profesionalismo y una actitud rayana al delito al delito.
La protagonista involuntaria del último escándalo es Julieta Poggio, quien le contó a sus compañeros/rivales de juego que la fotografiaban con un celular y hasta le tiraban un beso desde atrás de los vidrios espejados que hay en las habitaciones para poder filmarlos sin que ellos vean a los camarógrafos.
“Fue muy loco lo del celular. Me tiró un beso. Le vi la cara”, le contó Julieta a” bajo la atenta mirada de “Alfa”, “Nacho” y Marcos, los tres participantes que escuchaban su relato.
“Nunca le había visto la cara así a alguien. En la habitación escucho un ruido y veo y había un celular pegado al vidrio y le veo la cara y como lo miro a los ojos, me hace así y me tira un beso”, detalló Julieta.
El único que se percató de la gravedad del tema fue “Alfa”, quien advirtió: “Eso no está bueno, que aparezcan con un celular en el vidrio no está bueno”.
Aunque luego la joven relativizó el hecho al suponer que “está permitido” en el contrato firmado con Gran Hermano, una cosa es dar permiso para ser grabado 24 horas al día como parte del programa y otra es el robo de fotos íntimas por parte de los trabajadores de la producción del “reality” sin el consentimiento de los participantes.