El vice tenía problemas en la interna de la UCR, pero ahora tanto él como sus correligionarios enfrentan nubarrones en su futuro político.
La primera reacción de la conducción de la UCR por la muerte de Néstor Kirchner probablemente sea la que recibió el director de un medio del interior que cerca del mediodía de ayer, miércoles, conversaba con el senador Ernesto Sanz, el presidente del radicalismo.
El avezado periodista dejó la charla con la sensación de que Sanz estaba golpeado emocionalmente por el deceso del ex presidente pero que su luto incluía, en lo político, a las posibilidades electorales de su propio partido.
Lo mismo habrá pensado el vicepresidente Julio Cobos, quien fue el objeto de los insultos de la multitud que se agolpó el miércoles a la noche en la Plaza de Mayo. Cobos y Eduardo Duhalde fueron los únicos dirigentes políticos explícitamente vetados en las exequias de Kirchner. Algunos dicen que por la propia Presidente. Otros, por el sentido común de algún funcionario cercano. Fue Aníbal Fernández el encargado de comunicárselos.
Cobos preparaba una gira internacional para noviembre con el fin de empezar a mostrarse en los círculos de poder. Difícilmente llegue a tomarse el avión.