Las consecuencias para Argentina del dólar deprimido

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Nadie en el mundo encuentra razones para que en menos de tres meses, el euro haya pegado un salto de 1,18 a 1,37 dólares. En medio de huelgas generales, rebajas de calificaciones crediticias y gobiernos jaqueados por una crisis de la deuda que no cede, la única respuesta para el auge de la moneda única europea es la devaluación de la divisa norteamericana contra todos los demás activos.

Lo mismo que explicó –junto con los avatares climáticos de Rusia y la inacabable demanda china– el salto que pegaron (en dólares) las materias primas agrícolas, un motivo perenne de felicidad para el Gobierno argentino.

En Argentina, el euro perforó en junio la barrera de los 5 pesos y se aproximó peligrosamente al dólar, lo cual llevó a muchos analistas a vaticinar un pronto regreso al “uno a uno” entre ambas monedas. Esta semana tocó un nuevo techo de $ 5,44 mientras el billete verde coquetea pero no logra traspasar el muro de los cuatro pesos, pese a que el Banco Central compra reservas a diario para morigerar el ritmo de la sobrevaluación del peso.

La sobrevaluación –hablando mal y pronto, el regreso del “uno a uno” local, de los viajes baratos y de la industria poco competitiva– fue justamente la principal preocupación del encuentro que compartieron ayer en Bariloche los ejecutivos del Instituto Argentino de Eejecutivos de Finanzas (IAEF). Pero la suba momentánea del euro no es mal vista por los especialistas, porque permite recuperar algo de la competitividad perdida por la inflación.

Lo que llama la atención también es el impacto del “dólar deprimido” en el mercado inmobiliario local. ¿La explicación? Como las propiedades se afianzan cada vez más en su rol de refugio de valor frente a las bajas tasas de los depósitos y la quietud del “verde”, el precio del metro cuadrado no deja de aumentar. En barrios periféricos de la Capital Federal, incluso al Sur de la avenida Rivadavia, se venden departamentos usados a 1.750 dólares el metro. Casi lo mismo que en algunas zonas de Belgrano el año pasado.

Paradojalmente, lo que no se mueve es el precio de los inmuebles “premium”, por lo cual se achata la pirámide. Un departamento de lujo sobre la Avenida Libertador sigue costando 3.000 dólares el metro cuadrado. ¿Una bicoca?  

* Periodista

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