Un fantasma sobrevoló la mesa del G-7 en la Bolsa de Comercio, donde los jefes de las cámaras empresarias recibieron al ruralismo liderado por Hugo Biolcati.
Los ejecutivos salieron a neutralizar la idea al advertir que, si prospera, subirán los precios de sus productos y dejarán de invertir. Pero en el almuerzo de la Bolsa, según las fuentes consultadas por Gaceta Mercantil, la alternativa no fue tomada demasiado en serio. En cambio, lo que sí teme el establishment es que el Gobierno opte por pagar el “salariazo” previsional gravando de alguna forma la renta financiera, que hoy está exenta, aunque el ministro de Economía, Amado Boudou, advirtiera que los grupos financieros la pagan a través del impuesto a las ganancias.
La suba de los aportes, evalúan en la UIA, abroquelaría a un sector importante del empresariado contra el kirchnerismo, que acaba de sumar a la Iglesia católica a su lista de enemigos tras la aprobación del matrimonio para personas del mismo sexo. A poco de iniciarse la campaña electoral para 2011, los hombres de negocios apuestan a que el matrimonio presidencial optará por no confrontar con todos ellos juntos.
Si bien el costo político de vetar una posible suba de las jubilaciones sería mayor que cualquier otro, encarecer la contratación de personal en blanco también podría ser criticado desde la oposición como una medida que favorecería el empleo en negro.
Un impuesto a la renta financiera, en cambio, es visto como más “vendible” políticamente. Es algo que existe en la mayoría de los países y que contra lo que se cree, no sería tan difícil de cobrar. Según el propio Presupuesto 2010, redactado y aprobado por el oficialismo, el fisco deja de recaudar 4.700 millones de pesos por no gravar con Ganancias la renta obtenida de títulos públicos, plazos fijos y acciones.
El dique de contención contra esa medida en el que los banqueros confían es el propio Boudou. El ministro apostó a una estrategia de seducción de los mercados a través del canje de la deuda que rindió jugosos beneficios a la banca. Pero enfrente suyo está Mercedes Marcó del Pont, la jefa del Central que reemplazó a Martín Redrado y que no vaciló en reglamentar la gratuidad de las cuentas sueldo, el mayor dolor de cabeza del primer semestre para los bancos que operan en la plaza local.
En la City apuestan a que se imponga la línea de Boudou, ávido de conseguir financiamiento a tasas de un dígito en el mercado internacional. El temor igual está instalado. Y como los empresarios saben que las decisiones se toman entre pocos, cortan clavos pensando en los abuelitos.