Para restañar las heridas que dejaron sus movidas contra Mercedes Marcó del Pont, Amado Boudou decidió desprenderse de su jefe de asesores, Juan Guiñazú, cuestionado por el ala progresista del gobierno.
El ministro de Economía, Amado Boudou, es uno de los “outsiders” que mejor se posicionó dentro de las filas del kirchnerismo, pero sus últimas movidas internas en busca de poder generaron algunos resquemores y para contrarrestar esta situación decidió soltarle la mano a su jefe de asesores, Juan Guiñazú, cuya historia hace ruido en el gobierno.
El economista marplatense mide bien en las encuestas, razón por la cual el propio Néstor Kirchner, tal vez como parte de otra jugada, le de aire para su precandidatura a gobernador bonaerense. Pero sus últimas movidas para desestabilizar en el Banco Central a Mercedes Marcó del Pont no tuvieron el efecto deseado y, aunque aún no lo oficializó, en los últimos días Boudou decidió desprenderse de su jefe de Gabinete, cuestionado por ser hijo de un militar represor y por haberse entrentado con organismos defensores de los derechos humanos cuando era secretario de Gobierno del municipio de General Pueyrredón.
El abogado Guiñazú y el ministro Boudou, ambos marplatenses, se conocen desde las épocas de militancia en la UCeDé, en los albores de la recuperación democrática. El todavía funcionario de Economía es hijo de Rafael Guiñazú, jefe durante la última dictadura de la brigada de Buzos Tácticos y condenado a prisión domiciliaria por más de 400 casos de torturas y violaciones a los derechos humanos.
Lo del abogado liberal no es sólo portación de apellido: en sus tiempos de gestión comunal en el municipio marplatense se rehusó a recibir a los organismos locales de derechos humanos y les quitó todo apoyo financiero del municipio. Como secretario de Gobierno, una de sus tareas era coordinar acciones con la sociedad civil, de la cual quedaron excluidos esos organismos.
Por eso el nombre de Guiñazú nunca cayó muy bien en el ala de la Rosada que busca cautivar el voto progresista y capitalizar movidas como la ley de medios o el matrimonio igualitario. Y sin embargo Boudou logró sostenerlo en el cargo desde que desembarcó en el Palacio de Hacienda, encomendándole incluso el manejo del área encargada de combatir el lavado de dinero, un nicho preciado por las largas misiones en Ginebra que demanda.
En los últimos días, no obstante, Guiñazú dejó trascender que dejaría el puesto en Economía. Fuentes de la cartera ratificaron que se trataba de una señal de Boudou para descomprimir relaciones internas y para compensar el costo generado por los embates de su tropa contra Marcó del Pont en el Central.
En Reconquista 266, la sede de la autoridad monetaria, los ánimos aún no están calmados. Sergio Chodos, el alfil de Boudou en el directorio del ente, todavía figura al tope de la lista de enemigos que manejan los hombres de Marcó del Pont en sus oficinas del primer piso. Es porque habría filtrado el enfrentamiento de su jefa con algunos banqueros nacionales y su presunta resistencia a monetizar y girar todas las utilidades del Central al Tesoro para la cobertura de gastos corrientes.
En el Central recaló como gerente general otro viejo amigo de Boudou, Benigno Vélez, apodado “Maligno” por los gremios estatales cuando manejaba la oficina de Personal de Economía. El funcionario tampoco se lleva bien con la economista. Por eso la salida de Guiñazú podría servirle al ministro para oxigenar su círculo íntimo. Al menos ante la mirada del matrimonio presidencial.