“El arte te llega o no te llega”, decía una profesora de Bellas Artes hace muchos años. Y es absolutamente cierto: naturalmente uno se puede pulir, se puede educar, se pueden entrenar los sentidos, y todo eso junto puede determinar una sensibilidad: llorar ante los “Los girasoles” de Vincent van Gogh puede deberse en buena medida al “bombardeo” cultural al que estamos sometidos, pero la expresión de una gata que nos emociona no es técnica, solamente.
Maru Samuilov es capaz de captar la esencia, y el hecho de que luche contra una esclerosis múltiple que le quitó la vista del ojo derecho, y que no cesa de avanzar, es en su caso un mérito porque ha debido hacerlo en medio de la incertidumbre que genera el hecho de que ya no hay mucho más para investigar.
“A veces las cosas nos llegan para sacarnos de la comodidad donde estábamos”, dice Maru, que dibuja con birone y se reinventó a partir de su enfermedad. Y comenzó a aprender a usar la izquierda. Y ahora es casi ambidiestra. (De paso, recomienda: “A partir de los 40 es importante activar los dos hemisferios del cerebro”).

Trabajar con birome es un desafío, explica, porque es una herramienta con dos características claves: “No permite corregir, apenas disimular. Y no hay variedad de colores en el mercado, la mezcla la lográs en la hoja”, apunta.
Ver los videos de esta artista trabajando, y ver las obras terminadas en sus redes, son experiencias que vale la pena atravesar. Mientras, este fin de semana, en una muestra colectiva en Los Bajos del Pasaje Barolo se pueden admirar algunas de ellas.