Los “trucos” de la televisación, los presentes, los ausentes, los más aplaudidos, los abucheados.
El “Salón de los Próceres Latinoamericanos” donde fue velado el ex presidente Néstor Kirchner fue el centro de atención de todos entre el jueves y el viernes, pero no todo lo que se vio fue lo que pasó.
Sobre la elección del lugar hubo una versión y una explicación contrapuesta. La versión indicaba que se eligió la Casa Rosada en lugar del Congreso, como está previsto para los presidentes y ex presidentes, para no tener que ir a un territorio hostil para el Gobierno desde las elecciones de 2009 y donde la máxima autoridad es el vicepresidente de la Nación, Julio Cobos.
Esta versión se consolida con el comunicado que emitió en la tarde del jueves el propio Cobos, donde explicó que su ausencia en las honras fúnebres fue una decisión del Ejecutivo. “Mi intención era asistir a la Casa de Gobierno para rendir mis respetos. En este sentido, desde ayer he intentado coordinar por las vías institucionales correspondientes el momento adecuado para asistir a las exequias recibiendo como respuesta que no lo hiciera. Por esta razón tomé la decisión de no hacerlo y evitar así cualquier situación que perturbe este momento de reflexión y dolor”, explicó el vice, sin una pizca de inocencia.
La explicación contrapuesta -y oficiosa- es que el Salón Azul del Congreso está en refacciones, con andamios y materiales de construcción, aunque hubo quien advirtió que las refacciones no estában tan avanzadas como para que no se pudiera acondicionar el lugar.
El caso es que a las 10.30 de la mañana del miércoles 27 de octubre, cuando hacía menos de una hora que los medios habían confirmado la noticia y se especulaba con que el sepelio se haría en el Congreso, desde Santa Cruz le dijeron a un operador porteño: “Salí a decir que va a ser en la Rosada”, según confirmó Gaceta Mercantil.
Como es habitual, el control de las imágenes dentro del “Salón de los Próceres Latinoamericanos” estuvo exclusivamente en manos de La Corte, la productora contratada desde hace años para televisar los actos de Gobierno y “Fútbol para Todos”. Según coincidieron varios de los presentes a lo largo de las dos jornadas, las imágenes salieron al aire con un “falso vivo”, esto es con una demora o “delay” de tres o cuatro minutos, los necesarios para saltear las tomas o las declaraciones no deseadas.
Por caso, el ex jefe de Gabinete Alberto Fernández estuvo discretamente parado en una tercera línea detrás de la Presidente pero nunca fue tomado por las cámaras, del mismo modo que las declaraciones que hizo al salir no fueron emitidas.
Cuando los miles y miles de ciudadanos que fueron a despedir los restos de Néstor Kirchner ingresaban a la Casa Rosada, tras varias horas de cola, se encontraban con una pantalla con las imágenes de la televisación que La Corte mandaba al aire.
Esa pequeña pantalla fue el disparador de un “aplausómetro” para las figuras públicas, que salvo en el caso del secretario Guillermo Moreno, que un tanto demagógicamente ingresó a la capilla ardiente por la entrada “del pueblo”, ingresaban por la explanada de la calle Rivadavia.
En el “top five” del aplausómetro estuvieron los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez; de Ecuador, Rafael Correa; y de Uruguay, José Mujica; y las presidentas de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, y de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto.
Entre los más abucheados, el diputado del Peronismo Federal Francisco de Narváez; el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri; el obispo de San Isidro, Jorge Casaretto; y el conductor de TV Marcelo Tinelli, entre otros. De todos modos, aunque no fue al sepelio, la mayor cantidad de insultos, ya no dentro de la Casa Rosada sino a lo largo de toda la fila, los cosechó el nombre del vicepresidente de la Nación, Julio César Cleto Cobos.