Contratar con el Estado en la Argentina siempre fue para audaces, más aún en tiempos de la cuasi hiperinflación que llevó a los certificados de obra a una dinámica de ajustes y reclamos.
Sin un interés genuino por el bienestar del otro independientemente de su origen, es decir, sin una convivencia pacífica entre hermanos, la conciliación es casi imposible y la situación seguirá cronificándose.