La incorporación de Finlandia como el socio 31 de la OTAN duplicó la extensión de la frontera que la alianza militar de países occidentales liderada por Estados Unidos tiene con Rusia, quien ya advirtió que responderá a lo que calificó como “una escalada en la tensión” ya existente entre las potencias europeas y el Kremlin desde la invasión rusa a Ucrania en febrero del año pasado.
El canciller finlandés, Pekka Haavisto, entregó ayer el documento que oficializa la inclusión del país en la alianza militar al secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, en la sede de la OTAN en Bruselas.
“Tengo la tentación de decir que es algo que debemos agradecer al señor Putin, porque ha precipitado algo que quería prevenir”, provocó el funcionario estadounidense al presidente ruso.
“Cuando (el presidente ruso, Vladimir) Putin lanzó su brutal guerra de agresión contra el pueblo de Ucrania, pensó que podía dividir a Europa y la OTAN. Estaba muy equivocado”, agregó en el mismo sentido el presidente de Finlandia, Sauli Niistro, quien destacó que “la era del no alineamiento” de su país “llegó a su fin” y así “empieza una nueva era”.
El ingreso finlandés se traduce para la OTAN en una ampliación de 1.300 kilómetros adicionales de frontera directa con Rusia, un aporte de 280.000 soldados y uno de los mayores arsenales de artillería en Europa.
Ante este panorama, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, advirtió que Moscú no dejará sin respuesta el ingreso del país en la organización, porque representa una nueva escalada de tensión en las relaciones con la alianza.
“Eso nos obliga a tomar contramedidas para garantizar nuestra seguridad”, aseguró Peskov, quien agregó que el Kremlin actuará en función de cómo la alianza occidental “utilice el territorio” finlandés y si despliega su infraestructura cerca de la frontera rusa.
Putin pone de manifiesto cada vez que puede el incumplimiento de la OTAN de que luego de la desaparición de la Unión Soviética en 1991 no iba no expandirse “ni una pulgada hacia el este”, según señala el Kremlin.
Sin embargo, la OTAN sostiene que quien primero rompió los acuerdos fue Moscú, con sus políticas injerencistas en Georgia, Chechenia y Crimea. Y ahora Finlandia se convertió en el séptimo país báltico en ingresar en la alianza militar liderada por Washington, aislando aún más el acceso costero de Rusia a San Petersburgo y a su pequeño enclave de Kaliningrado.