Máximo Kirchner es ahora un sostén emocional clave para la Presidente. Maduro para armar un instrumento político de rápido crecimiento, la presencia de los jóvenes en las exequias de Kirchner en buena medida se debe a la militancia que la agrupación que fundó desarrolla en todo el país.
Máximo Kirchner, el hijo mayor de Néstor y Cristina, construyó casi en las sombras un importante aparato político al que bautizó “La Cámpora”. Quienes comienzan a especular ahora con el rol que jugará el primogénito de los Kirchner en un nuevo esquema de poder, parecen ignorar que el fallecido ex presidente depositaba en su hijo muchas esperanzas. Y que, al calor de la derrota del 28 de junio de 2009, Kirchner le dio todavía más aire a su hijo como para que despegara definitivamente de su lado.
El pasado 13 de septiembre, Kirchner no quiso faltar al acto que “La Cámpora” realizó en el Luna Park a pesar de que 48 horas antes le habían practicado una angioplastia por una obstrucción en una arteria. La oradora fue Cristina, pero Néstor acompañó sentado en el escenario. Los que lo conocen bien cuentan que esa noche Néstor expresó su orgullo por lo que Máximo había construido.
De hecho, Kirchner –como Máximo- sostenía que la militancia era la clave para recuperar el terreno perdido. Con ellos coincidían –y coinciden- varios ministros del Gabinete de Cristina.
Máximo heredó de su padre la llaneza para relacionarse con la gente. Y su desapego por las cuestiones superficiales como la estética. Lo mismo le ocurre con el dinero, al que considera un medio pero nunca un fin.
En la intimidad, Kirchner tenía un trato afable. Lo mismo ocurre con su hijo. Kirchner hacía política las 24 horas del día: era su obsesión. Un dirigente de trato muy cercano le contó a Gaceta Mercantil que el día antes de su muerte, el ex presidente lo llamó ocho veces desde El Calafate para reclamarle que resolviera un problema en la interna en un partido del Conurbano bonaerense. Néstor Kirchner tenía trato directo con 500 dirigentes de todos los niveles en todo el país. Cristina lo tiene con una decena de íntimos.
Son dos maneras distintas de hacer política. Los que consideraban “áspero” a Néstor Kirchner por sus posturas públicas, verán ahora que Cristina puede ser mucho más inflexible que su marido.
Y mientras en el poder se preguntan quién se hará cargo de las tareas que Kirchner le evitaba a su esposa, comienzan a posarse los ojos sobre Máximo como si los analistas empezaran a despertarse hoy de una larga siesta. Ahora pretenden que se convertiría en una suerte de monge gris detrás del trono, que influiría en decisiones económicas importantes en el futuro. “La Cámpora” tiene pocos dirigentes con experiencia, pero en situaciones como éstas los tiempos suelen acelerarse.
Está claro que el hijo varón de los Kirchner tiene un camino muy largo que desandar, todavía, pero no hay duda de que está dispuesto a recorrerlo.