El magistrado federal, una señora, una parrilla y una situación muy incómoda relatada por un testigo. La alta exposición tiene sus costos.
Los comensales quedaron petrificados. La elegante mujer se paró frente a la mesa y le preguntó el voz bien alta:
– ¿Usted es el juez Oyarbide?
– Sí, soy Oyarbide, le contestó el magistrado.
– ¿Y no le da vergüenza?, disparó la señora, ante la mirada atónita del juez, que no atinó a contestarle.
La versión de los hechos, en boca de un testigo y habitual visitante del restaurant El Mirasol de la Recova, se completó con un comentario: “Desde entonces Oyarbide no volvió a cenar”.