En las próximas semanas el clima de confrontación en el Parlamento irá “in crescendo”, con acusaciones cruzadas y hasta el recurso de reeditar viejas cuentas pendientes. El oficialismo y la oposición no se pueden sacar ventajas notorias: donde uno avanza el otro traba con las mejores y las peores artes. Todo vale.
Un enorme frente de tormenta se ha instalado sobre el Congreso Nacional. El kirchnerismo y la oposición son como densos nubarrones a punto de colisionar y abrir paso a un aguacero político, donde las palabras “coimas”, “sobornos”, “presiones” y “prebendas” estarán al tope del ránking de las más mencionadas y escritas.
La bancada oficialista de la Cámara alta demoró un día más la presentación de la denuncia judicial por los acusaciones opositoras sobre la existencia de “presiones”, “incentivos” o “sobornos” en el Senado. “La denuncia no es contra nadie”, chicaneó el titular del bloque K, el rionegrino Miguel Angel Pichetto.
Lejos de bajar los decibeles de la confrontación, la declaración terminó de exasperar a la bancada radical. Su titular, Gerardo Morales, denunció que “el kirchnerismo pretende que todos patinemos en el mismo lodo”, e hizo responsable al rionegrino de las maniobras que lograron modificar más de una votación. También recordó lo que sucedió con la Ley de Medios y con el tratamiento del uso de las reservas del Banco Central para afrontar compromisos externos.
En el primer caso, la senadora correntina Dora Sánchez, que militaba en el espacio del radicalismo k, había dicho que su gobernador, Ricardo Colombi, recientemente electo, tenía problemas económicos y le había pedido “comprensión”. En el caso del BCRA, los senadores pampeanos Carlos Verna y María Higonet lograron que su provincia le cobrara al Estado nacional una deuda de 600 millones de pesos después de evitarle una derrota al Gobierno impulsando un proyecto similar al que impulsaba el oficialismo.
Nada de esto es nuevo pero hoy todo se mira con otros ojos. Lo que ayer pasó desapercibido en medio de una catarata de noticias hoy marca una tendencia que el Gobierno no puede asumir, ni permitir que se instale en la agenda mediática.
Después de que el vicepresidente Julio Cobos dijera que si los legisladores sufren presiones “tienen que denunciarlas judicialmente y deben terminar con las generalizaciones”, el radical santiagueño Emilio Rached admitió que puede entregar a la Justicia sus números telefónicos y los de sus asesores a los que ingresaron llamadas anónimas en las que primero le ofrecieron 2 millones de dólares y luego le dijeron que pidiera lo que quisiera. Incluso comentó que en su despacho había numerosas llamadas que se identificaban como provenientes del ministerio del Interior y también del gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora. Nada nuevo y todo bastante burdo.
Pocos recuerdan que cuando de discutió la resolución 125, el santiagueño Rached llegó al recinto a media tarde, cuando todos los medios de comunicación lo daban por ausente en la sesión. Y que a poco de arribar al Senado y cuando ya no quedaban dudas de que Rached no se ausentaría, algunos portales reactualizaron una denuncia en su contra, formulada hace algunos años, en la que una menor lo acusaba de una supuesta violación. Se trata de una presión que no pasó desapercibida para nadie y que los memoriosos la recuerdan por estos días.
Está claro que los puentes entre oficialistas y opositores están rotos. La oposición no siempre logra números favorables en el Senado, lo que explica la dilación en el tratamiento del 82 por ciento móvil para las jubilaciones mínimas. Las acusaciones sobre “coimas”, “presiones” y “prebendas” dominarán la primera plana de los medios. Difícilmente la Cámara alta encuentre un clima propicio para sesionar, clima enrarecido que de alguna manera también se vive en Diputados, donde el kirchnerismo desconoce de manera airada, y a veces también escandalosa, los dictámenes que la oposición logra aprobar. Como sucedió con la normalización del INDEC y con la ley que regula y define el funcionamiento de la Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario (ONCAA). Se avecinan vientos de tormenta sobre ambas cámaras del Parlamento nacional.