Inteligencia Artificial, el “sueño” de periodistas plagiadores y alumnos “copiones”

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El acelerado avance de la Inteligencia Artificial (IA) dio un salto de popularidad en las últimas semanas con la divulgación de la plataforma ChatGPT, cuyo uso público está permitido desde noviembre pasado, que permite hablar con un bot de cualquier tema y pedirle que realice elabore textos o responda preguntas que pueden ir desde la A hasta la Z sobre cultura general.

Como sabiamente dice el refrán, “hecha la ley, hecha la trampa”. El inicio de un nuevo ciclo lectivo en Argentina tendrá como desafío extra para los docentes la detección de trabajos realizados con IA y no por sus alumnos, si es que ya no lograron aprobar de esa manera en los exámenes de diciembre y febrero.

Pero no solamente en el ámbito educativo, desde el nivel primario hasta la Universidad, ChatGPT aparece como una herramienta creada para ayudar que puede ser mal utilizada. Según recopila la agencia Télam, en el mundo del periodismo la IA ya fue utilizada para redactar noticias que luego intentaron ser publicadas como textos originales de un autor humano.

Por su parte, Google lanzó al mercado su programa Bard, que crea textos y obras de arte generados por robots. Y entre tantos plagiadores y “copiones”, se supo que la obra ganadora de un tradicional concurso de arte fue realizada con asistencia de esta tecnología.

Un mal ejemplo del uso de la IA lo indicó Neil Clarke, redactor en jefe de la revista estadounidense de ciencia ficción y fantasía Clarkesworld Magazine, quien posteó en Twitter que había vetado a más de 500 autores en febrero como consecuencia de sus envíos “generados por máquinas”.

Antes de la aparición de robots conversacionales como ChatGPT, capaces de redactar textos en un lenguaje fluido y en diferentes estilos, Clarkesworld Magazine se limitaba a rechazar a un puñado de autores cada mes, generalmente por indicios de plagio, explicó Clarke. “Nuestro reglamento estipula que no queremos obras escritas o hechas con la ayuda de IA -aseguró el periodista en declaraciones que reprodujo la agencia de noticias AFP-. Pero a ellos les da igual. Simplemente mienten”.

La IA ya escribe códigos de programación pero también ensayos universitarios que ponen en jaque a la pedagogía de las casas de altos estudios, compone videos, imágenes, poesías y relatos y obliga a una pregunta problemática y urgente: ¿La masificación y democratización del acceso -que irrumpió en la escena pública con el ChatGTP pero que tiene tantas variantes como usos- puede competir con la creatividad artística de las personas?, se pregunta el artículo de Télam.

“Estamos viendo cómo tiene lugar la muerte del arte frente a nuestros ojos. Si los trabajos creativos ya no están seguros frente a las máquinas, incluso los trabajos que necesitan más cualificación corren peligro de convertirse en obsoletos. ¿Qué nos quedará?”, se preguntaba hace unos días un tuitero al descubrir que la obra ganadora de la tradicional competición artística de la Colorado State Fair había sido generada por una inteligencia artificial.

La obra, titulada “Teatro de ópera espacial”, fue presentada al concurso por un creador de videojuegos, Jason Allen sin ocultar que para lograrla había recurrido a la inteligencia artificial de generación de imágenes Midjourney, una de las nuevas herramientas que en el último año, junto a Dall-E o Stable Diffusion, han impactado en el mundo de la creación.

Gracias a enormes bases de datos de imágenes, el programa Midjourney puede cruzar estilos de distintos autores y hacerlos confluir en una obra en común: basta introducir en su base un texto -por ejemplo pedirle que muestre cómo sería la película de ciencia-ficción “Blade Runner” rodada con el estilo del cineasta y psicomago chileno Alejandro Jodorowski- para obtener impactantes fotogramas que mezclan ambos estilos.

Lo que instala este nuevo panorama respecto a las nociones de creación y autoría es que las capacidades de la inteligencia artificial son enormes, pero se trata de un trabajo de cocreación: se le suministran textos a los que la herramienta responde sugiriendo imágenes, que el artista va seleccionando, afinando, perfeccionando con Photoshop y con continuas nuevas búsquedas. Una sinergia similar entre usuario y máquina que la que requiere la plataforma ChatGPT y otros emprendimientos semejantes.

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