Cada intento de recuperar algo de protagonismo por parte del diluido “albertismo” parece condenado al fracaso, sino a la indiferencia de quienes fueron sus socios en la construcción del Frente de Todos (FdT), el massismo y el cristinismo.
La ultima “boutade” del flamante jefe de asesores de la Presidencia, Antonio Aracre, es un ejemplo: “Pensando en qué puede llegar a ser interesante para Juntos por el Cambio, para que accedan a sentarse en una mesa de diálogo, a pesar de las disputas que existen en otros temas, podría ser una modernización laboral para pibes menores de 30 o adultos mayores de 50 con dificultades para insertarse en el mercado de trabajo. Hoy la mitad de los trabajadores están dentro del sistema y la mitad fuera del trabajo”, declaró el exCEO.
“Siga soñando Aracre con llevar adelante una reforma laboral”, le contestó de inmediato Pablo Moyano en un comunicado en el que sentenció que “nuevamente el gremio de Camioneros con Pablo Moyano, Hugo Moyano y un montón de organizaciones gremiales vamos a rechazar cualquier intento de reforma laboral”.
El exdirectivo de Syngenta debió salir a aclaró este sábado que el presidente Alberto Fernández “no piensa ni cree necesaria una reforma laboral”.
“Frente a algunas consultas periodísticas respecto a pensar nuevos mecanismos de inclusión al mercado del trabajo, lo he dicho a título personal”, explicó Aracre en su cuenta de Twitter.
Explicó que su intención “fue proponer un debate pensando en que los muchos millones de argentinos que hoy tienen un trabajo informal y precario puedan acceder a uno que les garantice una obra social, jubilación y paritarias SIN que se modifiquen los derechos adquiridos del resto”.
En el estilo que no define, el dirigente gremial disparó contra el recién designado jefe de asesores de la Presidencia: “Salí a la calle hermano, pelate el culo como se lo pelan los trabajadores camioneros dejando a su familia días y días para llevarse un mango más a su hogar”.
Aracre además había propuesto “flexibilizar y modernizar los procesos para que seis millones de argentinos con trabajo informal o precarizado puedan incorporase más fácil al mundo laboral”.
Aclaró que no se trataría de una reforma “tradicional” sino de modificar algunos aspectos “que vinculan a quienes hoy no tienen trabajo, o tienen un trabajo precario, con nuevas formas de contratación más flexibles, sin modificar los derechos adquiridos de quienes hoy están en el mercado laboral”.
Lo que la sociedad busca, según él, “es que se generen más oportunidades de trabajo para los muchos millones de argentinos que hoy no tienen un empleo y quizás la ley que tengamos actualmente no sea la mejor para generar esas oportunidades nuevas”, agregó.