El peronismo opositor quiere tener candidatos antes de fin de año. Y presiona al jefe de Gobierno porteño con la candidatura presidencial de Duhalde. “Marquetineros” vs. “impresentables”, ¿unidos por el espanto K?
El Peronismo Federal le envió a Mauricio Macri un mensaje: puede ser el candidato a vicepresidente de Eduardo Duhalde por un acuerdo; o ir a una interna dentro del espacio para determinar la fórmula de cara a las presidenciales del año próximo.
Duhalde y sus allegados creen que la mejor opción es la segunda porque el elegido saldría legitimado y fortalecido, pero todo el planteo no esconde que se trata de un “operativo condicionamiento” en el marco de una ya declarada guerra por el posicionamiento de cada sector.
Los disidentes del PJ le aseguran a los macristas que habrá juego limpio, pero saben que el peso del PRO en la Capital y en algunos centros urbanos del interior del país puede ser equilibrado con su presencia en la Provincia de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos.
Por lo cual, en rigor le están mostrando los dientes a Mauricio, quien debería optar de aquí a fin de año por una negociación que evite una interna donde podría caer derrotado.
Unos y otros saben que Duhalde y Macri separados acercan todavía más a los Kirchner a un tercer mandato. Y aunque desde el duhaldismo insisten en que Macri “nunca” podrá ser candidato del peronismo, sostienen que los mensajes al jefe de Gobierno porteño “son una oportunidad única de que se quede con el peronismo”.
¿Cómo se lo imaginan? Con una alianza PRO-PJ disidente que convoque a internas. “Ni siquiera se tiene que afiliar al peronismo, puede mantener su identidad partidaria”, ofrecen.
Las segundas líneas de los dos sectores se recelan y rechazan. Unos le apuntan a la demostrada falta de pericias política y al exceso de mercadotecnia; desde la Comuna porteña consideran que la foto de Duhalde, Reutemann, Puerta, Busti, De la Sota, Romero y Rodríguez Saá “atrasa quince años”, y los más recalcitrantes los consideran “impresentables”.
Claro que no hay forma de construir en política saltando al vacío generacional. En ese sentido, los macristas consideran que su jefe puede ser el “hombre de la transición” de un kirchnerismo intolerante y crispado a un país gobernado “por gente normal”, como les gusta decir.
Pero para eso tiene que llegar a la Presidencia, no sin antes sortear –como creen sus cercanos que lo hará- el “barullo” de las escuchas telefónicas.