La emocionante definición de la Liga Profesional, con 90 minutos y dos clásicos en simultáneos con resultados -lamentablemente- sorprendentes, quedará en la historia del fútbol argentino. Y con letras mayúsculas, Marcelo Gallardo, director técnico de River Plate, y Julio César Falcioni, entrenador de Independiente, los líderes de los “convidados de piedra” a la última fecha, dieron por tierra con todas esas versiones maliciosas -con tristes antecedentes que las convertían en plausibles- que se echaron a rodar durante toda la última semana.
“Estoy contento y orgulloso más allá de haber beneficiado a nuestro eterno rival”, declaró Gallardo al retirarse del “Cilindro de Avellaneda”, tras el 3-2 de su último River a Racing, arruinando la posibilidad de campeonato a la “Academia”.
“Les agradecí a los jugadores por el esfuerzo y les desee felices vacaciones. Me quedo con la entrega y el compromiso que le brindaron al hincha de Independiente como debe ser”, dijo por su parte Falcioni, que no continuará como DT del “Rojo” ya que las nuevas autoridades del club buscan otro entrenador.
El “Muñeco” y el “Emperador” se fueron por la puerta grande. Aunque haya una mayoría de hinchas “millonarios” que estén enojados con el máximo ídolo de la última década por no regalarle tres puntos a Racing y evitar una vuelta olímpica “xeneize”. Misma situación que enfrentaría Falcioni ahora si River hubiera ido para atrás.
Gallardo y Falcioni sabían que ayer iban a tener su último partido como DT de cada uno de sus clubes. Los fanáticos iban a sonreír de manera cómplice si perdían y no ayudaban a sus clásicos rivales. Y los dos coachs podían irse “cómodamente”, sin reproches en voz alta. Y sumarse a la larga lista de partidos que todos los futboleros sospechan de arreglos o “pactos de no agresión”, desde Mundiales de Fútbol a la Primera D.
Sin embargo, Falcioni y Gallardo mostraron que todo lo que lograron a lo largo de sus trayectorias como jugadores y entrenadores fue porque siempre buscaron mejorarse, ir para adelante y ganar. Y dejaron un mensaje para el resto del mundo fútbol. Ojalá sea el principio de un cambio de mentalidad ante definiciones de campeonatos similares. Y si eso no pasa, y lo de ayer fue tan sólo un oasis en el desierto de valores en el que se fue transformando el fútbol argentino, solamente resta darle las gracias a ambos.