El Presidente que cedió más de la cuenta

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Obama logró a último momento que el Congreso habilitara un aumento del límite de endeudamiento. ¿Será negocio la moderación?

Por Jorgelina Perez

Al borde ya del precipicio financiero, el presidente Barack Obama consiguió evitar con el último aliento una catástrofe económica de dimensiones impredecibles apenas unas horas antes de que Estados Unidos entrara técnicamente en cesación de pagos por primera vez en su historia. Luego de varios días de tensas negociaciones con los jefes de las bancadas de ambas Cámaras parlamentarias –que dejaron al desnudo la actual ingobernabilidad del sistema político norteamericano– el Congreso aprobó finalmente una ley que permite al Gobierno federal elevar el límite de la deuda fiscal a cambio de un millonario recorte de gastos en el sector público durante los próximos años.

La aprobación parlamentaria permite además que el sistema económico mundial respire aliviado –al menos por el momento– tras el temor que le generaba la posibilidad de entrar en un período de incertidumbre económica si la primera economía del planeta caía en \”default\”.

Pero apenas unas horas después de la sanción parlamentaria, la agencia de riesgo \”Fitch\” ratificó la máxima nota \”AAA\” para la deuda de Estados Unidos, lo que equivale a considerar \”extremadamente bajo\” el riesgo de un incumplimiento de las obligaciones soberanas del país con sus acreedores.

\”El acuerdo es un primer paso importante pero no el final de un proceso para elaborar un plan creíble para reducir el déficit presupuestario a niveles que permitan a Estados Unidos mantener su nota AAA a mediano plazo\”, advirtió Fitch en un comunicado.

La actual crisis, una de las más graves que se recuerdan en los Estados Unidos, no sólo dañó el liderazgo de Obama de cara a su proyecto reeleccionista, sino que también golpeó fuerte en los partidos Demócrata y Republicano, que mostraron profundas grietas internas.

Y asomó como la punta de un iceberg la postura reaccionaria e inquebrantable del ultraconservador movimiento del \”Tea Party\”, que logró unas 40 bancas en la Cámara de Representantes en las últimas elecciones legislativas y que no se mostró nunca partidario del consenso político para alcanzar un acuerdo que salvara al país del precipicio financiero.

La percepción generalizada de los analistas es que Obama no supo manejar las negociaciones ni ser firme con su propuesta inicial, que preveía un aumento de los impuestos para permitir una mejor distribución de la carga del ajuste. Incluso dentro de su propio partido se le cuestiona que hizo demasiadas concesiones a cambio de muy poco. Pero otros especulan con que la postura de extrema derecha del \”Tea Party\” podría terminar favoreciendo al presidente entre los sectores más moderados del electorado, que destacan su actitud más conciliadora frente a la inflexibilidad de los ultra-republicanos para consensuar un proyecto común.

El jefe de la Casa Blanca consiguió al menos que la elevación del techo de la deuda sea suficiente como para llegar a finales de 2012 sin tener que abrir el urticante debate en plena campaña por las presidenciales. De hecho, las interminables negociaciones de las últimas semanas provocaron que su imagen positiva quedara en 40%, luego del estirón que había marcado tras el asesinato del líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden, en un operativo secreto en Pakistán.

\”¿Es este el compromiso que yo hubiera preferido? No. Pero es un acuerdo que permite afrontar seriamente el problema del déficit y termina una crisis que hubiera tenido efectos devastadores\”, afirmó Obama.

Ante el pleno del Senado, que aprobó la iniciativa pocas horas después que la Cámara de Representantes, el líder demócrata Harry Reid coincidió en que el pacto \”probablemente no satisface a los republicanos y desde luego no hace felices a los demócratas\”, pero recalcó que el Congreso iba a actuar \”unido ante una situación crítica\” como la actual.

La aprobación parlamentaria no sepultó sin embargo la batalla política entre demócratas y republicanos sobre dos modelos diferentes de Estado, que incluyen distintas posturas sobre déficit público, deuda, gastos y subvenciones.

La misma votación en la Cámara de Representantes marca la profundidad del enfrentamiento político: 95 representantes del ala izquierda de los demócratas votaron en contra del proyecto que planteaba su líder parlamentaria, Nancy Pelosi, y el propio presidente Obama.

La votación en la Cámara baja se logró con el voto afirmativo de 269 legisladores, entre los que se encontraba Gabrielle Giffords, que volvió a ocupar su banca luego del ataque que sufrió durante un acto político en Tucson, en enero pasado, en el que casi pierde la vida.

Recortes e impuestos. La Constitución de Estados Unidos establece que la Casa Blanca no puede endeudarse ilimitadamente sino que el techo al que puede ascender la deuda debe ser aprobado por el Congreso. A lo largo de los años se alcanzó ese límite varias veces, pero siempre el Partido Demócrata y el Republicano se pusieron de acuerdo para elevarlo, algo que este año fue inusualmente complicado.

El proyecto aprobado entre el lunes y el martes pasado por el Congreso contempla que a lo largo de la próxima década se recorten gastos públicos por 2,4 billones de dólares en dos etapas y se amplíe la deuda por la misma cantidad y en los mismos plazos.

Pero en forma inmediata se reducirán poco más de 900.000 millones de dólares, sin incluir gasto social, y se elevará la deuda otro tanto para que el Gobierno federal pueda pagar sus gastos este año.

Además, la flamante ley promulgada inmediatamente por Obama crea una comisión parlamentaria bipartidaria con plenos poderes para recortar otros 1,5 billones de dólares de gastos. Las decisiones que tome esa comisión deberán ser aprobadas o rechazadas por el Congreso sin aplicar enmiendas. En caso de que una propuesta sea rechazada o de que la comisión no consiga una posición común, se aplicarían automáticamente recortes de gastos por 1,2 billones de dólares y una extensión de deuda por la misma cantidad, suficientes para cubrir los pagos de la Administración del año próximo.

Este recorte automático fue uno de los aspectos más polémicos en las horas previas a la votación.

Pero los demócratas consiguieron imponer que, si se llega a esa situación, la mitad de los recortes sean de gastos de Defensa y la otra mitad de gasto social, sin incluir los de Seguridad Social pero sí el plan de ayuda sanitaria a los mayores de 65 años conocido como \”Medicare\”.

El acuerdo no hace ninguna mención al controvertido tema de los impuestos, aunque tampoco impide de manera explícita que la comisión bipartidaria los aborde. Esta ventana abierta fue suficiente para que los demócratas consideren que pueden volver a dar batalla para eliminar algunas de las ventajas fiscales a los sectores con ingresos más altos, tal como pretendían imponer ahora.

El tema impositivo fue uno de los puntos más álgidos en las discusiones entre representantes de las dos bancadas: los republicanos pretendían aplicar masivos recortes de gastos públicos para reducir 5,8 billones de dólares el déficit fiscal en los próximos diez años, pero sin subirle los impuestos a nadie. Incluso buscaban extender las ayudas fiscales a los sectores más ricos, instauradas por George W. Bush y que comienzan a expirar a partir del año próximo.

Además, planteaban la privatización del \”Medicare\” y la eliminación de subvenciones a la educación y a la defensa del medio ambiente.

En cambio, los demócratas impulsaban reducciones de gastos en el presupuesto de Defensa y la reforma de programas sociales, pero con la eliminación de los beneficios fiscales a quienes tuvieran ingresos mayores a 250.000 dólares anuales y a las compañías petroleros, que desde hace años cuentan con ventajas fiscales especiales.

Obama cuestionó varias veces en sus discursos a los que llamó \”propietarios de aviones corporativos\”, en alusión a los altos ejecutivos que a su entender se aprovechan de \”los impuestos más bajos desde los años \’50\”.

El ascenso del Tea Party. En las últimas elecciones legislativas de noviembre de 2010, el ultraconservador \”Tea Party Movement\” se convirtió en la gran sorpresa y consiguió 40 bancas en la Cámara de Representantes con un discurso que pretendía limpiar las instituciones de Washington.

Aunque en principio se los vio como representantes del sector más radicalizado de los republicanos, ellos mismos advirtieron que actuarían en forma independiente. Y en el tratamiento del proyecto para elevar el techo de la deuda pública lo demostraron por primera vez. Así, encendieron una señal de alarma en el tradicional bipartidismo norteamericano al advertir que son capaces de paralizar los acuerdos políticos.

La diferencia entre los representantes del \”Tea Party\” y los legisladores demócratas o republicanos es básicamente su radicalización y su consagración a una causa considerada \”sacerdotal\”. Y como muestra, basta recordar lo que sucedió cuando el presidente de la Cámara de Representantes, el demócrata John Boehner, llamó a negociar a los miembros del \”Tea Party\” de Carolina del Sur. Éstos le contestaron que era mejor orar que hablar y se retiraron a una sesión de rezo colectivo.

Para mostrar el estado del ánimo político de los partidarios del \”Tea Party\”, una de sus principales organizaciones, los \”Tea Party Patriots\”, hicieron una encuesta que arrojó datos contundentes: un 98,8% se opone a la política gubernamental de Obama, un 97,6% desaprueba la labor del Senado (de mayoría demócrata), un 71,7% critica a la Cámara de Representantes (dominada por los republicanos) y un 81,5% está insatisfecho con el liderazgo del Partido Republicano por considerarlo demasiado moderado.

Pero estas opiniones extremistas contrastan con las de la mayoría de los ciudadanos del país. Según una encuesta realizada por el Instituto Pew, un 68% de la población está a favor del acuerdo para elevar el techo de la deuda, aunque eso signifique tener que hacer algunas concesiones partidarias.

Los líderes republicanos se llevaron la mayor sorpresa con la actitud del \”Tea Party\”, ya que creyeron que luego de las elecciones parlamentarias del año pasado y de que su partido tomase el control de la Cámara de Representantes, los ánimos incendiarios se aplacarían. Pero no fue así.

Y el primer resultado de ello fue el clima de incertidumbre que se vivió en los últimos días en Washington ante la reticencia de los ultraconservadores a aprobar el plan consensuado entre Obama y los líderes republicanos y demócratas.

La amenaza desestabilizadora del \”Tea Party\” ya quedó planteada y se deberá esperar ahora la actitud que tomen los republicanos, que nunca midieron seriamente las consecuencias de su pacto electoral ni entendieron profundamente la naturaleza anárquica de sus representantes en el Parlamento. Allí no buscan el poder en Washington sino \”limpiar el sistema\” político.

Y esa intransigencia tuvo varios apoyos externos. Durante el tratamiento parlamentario, los fundadores de los \”Tea Party Patriots\”, Mark Meckler y Jenny Beth Martin, se instalaron a las puertas del Capitolio para dar instrucciones a sus congresistas.

La ex candidata a vicepresidente y ex gobernadora de Alaska, Sarah Palin, los estimuló a través de su cuenta personal en Facebook a mantener la palabra comprometida con los electores y a resistir todas las presiones. Y en Twitter y otras redes sociales, miles de activistas recordaron a sus legisladores lo que tenían que hacer si querían ser bien recibidos en sus distritos. Ninguna sutileza.

A estas posturas radicalizadas deberá enfrentarse el Partido Republicano si quiere recuperar sus chances de volver a la Casa Blanca, ya que si no es capaz de gobernarse a sí mismo tiene escasas posibilidades de gobernar todo un país.

Crecimiento económico. Apenas unas horas después de que el Senado convirtiera en ley el proyecto que salva a Estados Unidos de la cesación de pagos, Obama agradeció públicamente la sanción de la norma, pero advirtió que ahora se deberá trabajar para levantar a la alicaída economía.

\”Doy gracias al pueblo estadounidense por haber presionado a sus congresistas y haber hecho posible el acuerdo\”, afirmó Obama al hablar ante la prensa en los jardines de la Casa Blanca. Aunque destacó que \”ahora es tiempo de centrarse en la creación de empleo y en hacer crecer la economía\”.

La reducción del déficit, advirtió, \”es una parte de la agenda para la recuperación de nuestra economía, pero no es toda la agenda\”. Y mencionó entre las prioridades legislativas la extensión de las rebajas fiscales a la clase media, las medidas necesarias para facilitar líneas de crédito a las pequeñas empresas y la firma de acuerdos de libre comercio con Colombia, Panamá y Corea del Sur, que están bloqueados en el Senado.

\”El pueblo estadounidense votó a favor de un gobierno dividido, pero no disfuncional\”, aclaró el mandatario y recordó que \”existe una crisis en todo el país porque millones de personas no encuentran empleo y no pueden llegar a fin de mes\”.

Sin embargo, el Premio Nobel de Economía Paul Krugman advirtió que \”se equivocan\” quienes afirman que \”se ha evitado la catástrofe\” con la ampliación del techo de la deuda federal. \”El acuerdo en sí es una catástrofe (porque) perjudicará a una economía que ya está en recesión, probablemente agrave aún más el eterno problema del déficit norteamericano y, lo que es más importante todavía, al demostrar que la extorsión descarada funciona y no tiene costo político, arrastrará a Estados Unidos por el camino de las repúblicas bananeras\”, afirmó.

Krugman sostuvo que \”lo peor que se puede hacer en una coyuntura como ésta es recortar el gasto público, porque sólo deprimirá la economía aún más\” y advirtió que no se debe escuchar \”a esos que invocan al hada de la confianza de los mercados, que aseguran que las enérgicas medidas presupuestarias transmitirán tranquilidad a los inversores y los consumidores y lograrán que gasten más\”.

\”¿Tenía el presidente alguna alternativa esta vez? Sí. Para empezar, podría y debería haber pedido un aumento del techo de endeudamiento allá en diciembre pasado. Cuando le preguntaron por qué no lo hizo, respondió que estaba seguro de que los republicanos actuarían con responsabilidad. Seguí participando\”, subrayó.

E hizo un análisis concluyente: \”A la larga, los demócratas no serán los únicos perdedores. Lo que los republicanos lograron al salirse con la suya es poner en duda todo el sistema de gobierno. Al fin y al cabo, si es el partido dispuesto a ser más despiadado, dispuesto incluso a poner en peligro la seguridad económica de la nación, el que logra dictar las políticas de Estado, ¿cómo va a funcionar la democracia norteamericana? La respuesta: quizá no funcione\”.

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