El portavoz del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, advierte de que las consecuencias de esta situación durarán décadas.
El conflicto en Ucrania ha conducido a “una nueva era de Guerra Fría” cuyas consecuencias se sentirán durante décadas, ha advertido el portavoz presidencial turco, Ibrahim Kalin.
El vocero de Recep Tayyip Erdogan hizo su sombrío pronóstico este miércoles en Twitter tras constatar que “la crisis ucraniana sigue profundizándose”.
En su opinión, la búsqueda de “un nuevo equilibrio de poder”, junto con los “cálculos de beneficios a corto plazo”, causará “grandes pérdidas estratégicas y dramas humanos” a medio y largo plazo.
“Hemos entrado en una nueva Guerra Fría. Los efectos de esta guerra durarán décadas”, escribió Kalin, quien ejerce como portavoz desde 2014.
Desde que Moscú lanzó su operación militar especial para “desmilitarizar y desnazificar” Ucrania el 24 de febrero, según anunció, Turquía ha mantenido una posición “neutral” y a convocado a las partes a mantener conversaciones de paz, advirtiendo a Occidente contra el aislamiento de Rusia y tratando de actuar como mediador entre Moscú y Kiev.
A diferencia de otros miembros de la OTAN, Ankara se ha negado a imponer sanciones económicas a Rusia y ha mantenido abiertos sus canales diplomáticos con ambas partes del conflicto.
Rusia lanzó una operación militar contra el país vecino en medio de la intensificación de los bombardeos de dos repúblicas de Donbass -que fueron reconocidas por Moscú- y el incumplimiento por parte de Kiev de los términos de los acuerdos de Minsk firmados en 2015 con la mediación de Alemania y Francia.
Esos pactos tenían el objetivo de otorgar a las regiones de Donetsk y Lugansk un estatus especial dentro del Estado ucraniano.
Rusia insiste en que Kiev, militarizada por la OTAN en los últimos años, se declare oficialmente país neutral y renuncie a integrarse en el bloque.
Ucrania insiste en que la ofensiva rusa no fue provocada y ha negado las acusaciones de que planeaba retomar el control en las dos repúblicas separatistas por la fuerza.
Occidente condenó el ataque y ha aumentado la presión sobre Rusia con sanciones a las que Moscú ha respondido con medidas recíprocas.