La nueva épica de Cristina Kirchner: “La casa está en orden” (II)

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La vicepresidenta Cristina Kirchner les habló este sábado a sus militantes después de un día cargado de tensión y de violencia frente a su departamento de Recoleta por el vallado dispuesto allí por el Gobierno de Horacio Rodríguez Larreta, que fue derribado por los manifestantes, y la posterior represión policial.

Los incidentes fueron el corolario de cinco días de marchas a favor -y algunas expresiones en contra- de la jefa del Frente de Todos (FdT) pero el escenario elegido por ella, y el método de confrontación, anticipan muchos de los tópicos por los que discurrirá la discusión política en Argentina en los próximos meses, que serán de una polarización extrema.

Lanzada ya en una campaña en la que no existe peligro alguno de proscripción, pero con ese eje, la dos veces expresidenta les agradeció a los militantes que le “cuidan la espalda” tras el pedido del fiscal federal Diego Luciani de 12 años de prisión en la causa Vialidad, que sirvió para volver a poner en el centro de la escena política a CFK. Y como víctima.

Las vallas que mandó a instalar el gobierno porteño no hicieron más que acentuar los extremos: de un lado Larreta, Mauricio Macri y el “Partido Judicial”; y del otro, la vicepresidenta “sitiada” y “proscripta” y sus fieles seguidores. Lo que no es una buena noticia para los moderados de uno y otro bando.

“Desde el día martes, cuando el ‘Partido Judicial’ pidió 12 años de condena por cada año de los mejores 12 años que tuvo el pueblo argentino. Desde ese día se produjeron manifestaciones espontáneas de compatriotas”, comenzó la titular del Senado.

“En el único lugar en el que el martes y hoy hubo escenas de violencia fue aquí en la Ciudad de Buenos Aires y en la puerta de mi casa. Provocadas por lo que yo llamo ‘el odio hacia la alegría y el amor peronista'”, acotó, volviéndose a arropar con el partido que en varias ocasiones denostó.

“Desde el martes quien habla ha sufrido el permanente hostigamiento de gente que viene a amenazarme de muerte. Nunca vi a la Policía de la Ciudad de Buenos Aires intervenir”, continuó. “Soy una ciudadana: pago mis impuestos igual que todos los que están acá. Tengo el mismo derecho”, recordó, aludiendo a sus vecinos de Recoleta.

“Durante cinco días la gente pacíficamente y alegremente se manifestaba, no es cierto que estaban todo el día: solo a la mañana y a la tarde. No vinieron a desearle la muerte a nadie, solo a apoyar humildemente a un espacio político que tantas cosas ha logrado para Argentina, por más que quieran ocultarlo”, continuó.

En un escenario con la bandera argentina de telón, lanzó: “Aunque viviera mil años, nunca me va a alcanzar para agradecerles el amor, la solidaridad y la lealtad de todos ustedes. Créanme que a esta altura de mi vida no hay nada más importante que eso”. Y pidió: “Vayamos a descansar que fue un día largo“, recordando para algunos la desmovilizante frase de Raúl Alfonsín en las Pascuas de 1987.

En suma, la gente como masa de maniobra, no como “soldados para la liberación”, que pregona La Cámpora.

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