La pericia a la pistola Bersa 32 semiautomática con la que Fernando Sabag Montiel (alias “Salim” o “Tedi”) gatilló dos veces sobre la cabeza de la vicepresidenta Cristina Kirchner, en la noche del jueves, permitió establecer dos cuestiones claves en una futura acusación: que estaba en condiciones de ser disparada; y que las cinco municiones que tenía en su cargador era reales y tenían capacidad para matar.
Los peritos de la Policía Federal, que está en la mira del entorno de la exmandataria por el accionar de sus custodios, confirmaron que el arma funcionaba perfectamente. “Se probaron 50 disparos y todos salieron bien. Hasta se probó con los cartuchos que tenía en el cargador”, revelaron este sábado, pero no había ningún proyectil en la recámara.
Los expertos establecieron que el agresor no accionó la corredera de manera manual, porque no sabía que debía hacerlo o porque no quiso, por lo que ninguna bala se montó en el receptáculo, con lo cual la pistola era “inerte”, es decir, no estaba lista para ser disparada.
La razón podría explicarla el imputado de “homicidio calificado en calidad de tentativa”, pero Sabag se negó a declarar este viernes ante la juez federal María Eugenia Capuchetti, a cargo de la causa.
También se determinó el origen del arma: era de un vecino del atacante del barrio de Villa del Parque, donde vivió muchos años con sus padres. El hombre falleció el año pasado y no se pudo establecer si se la dio o Sabag éste se la robó, pero el arma no tenía pedido de secuestro.
La Policía Científica reconstruyó el número de la pistola Bersa, cuyo titular fue Bruno César Herrera, que vivía a pocas cuadras del acusado del intento de magnicidio, quien no tenía credencial de legítimo usuario de la Agencia Nacional de Materiales Controlados (ANMAC).
Efectivos de la Unidad de Investigación Antiterrorista de la Federal le encontraron 100 balas Magtech 9 mm en su monoambiente del barrio San Andrés, en San Martín, en donde campeaba el desorden y había mucha basura y mal olor.
Mario, un joven que se presentó como amigo del acusado, aseguró en varias entrevistas con los medios que “Tedi” le había pedido que lo acompañara “a la villa” para comprar “un fierro” para dirimir un conflicto con “unos peruanos” que, presuntamente, lo habían estafado. Esta línea de investigación se desestimó, al final, con los resultados de las pericias.