Con la inflación un punto por debajo del 7% mensual, como se disparó en los últimos meses, el “cristinismo” comenzó a repiquetear al ministro de Economía, Sergio Massa, con el evidente deterioro del poder adquisitivo de aquellos que tienen un salario, tanto que en el recién celebrado 58° Coloquio de IDEA se esparció como el aceite la versión de que el gobierno preparaba un congelamiento de precios y salarios por 120 días para detener la incercia inflacionaria.

Varios voceros del oficialismo -el principal Massa-, desmintieron la especie pero la fuerza del reclamo de la vicepresidente Cristina Kirchner no aquietó las aguas: en rigor, el equipo del Palacio de Hacienda, aunque descree que más controles sean la solución, trabaja en la segunda fase del plan de estabilización económica, luego de la aprobación del Fondo Monetario (FMI) de la segunda revisión del acuerdo y los avances para la tercera, con la recomposición de reservas por el “dólar soja” y por los los reembolsos.

Entretanto, en las propias filas del oficialismo van del pedido de detenciones de empresarios, acaparadores y agiotistas, a sostener que no debe hacerse nada, dejando librado al juego de oferta y demanda las tendencias del mercado, cual Adam Smith. Tal la esquisofrenia.

El 83 por ciento de inflación de los últimos doce meses puede superar el 100 si de inmediato el Ejecutivo no le pone un torniquete a los precios, pero las dudas sobre la implementación subsisten y las dos patas del Frente de Todos (FdT) que siguen en ejercicio del poder -Cristina y Massa- difieren del remedio, aunque coincidan en cuál es la enfermedad.

Massa analizó la semana pasada con el “staff” del FMI varias alternativas para frenar la fuerte escalada de precios con el objetivo de actuar sobre las expectativas inflacionarias.

El tigrense imagina un sendero por el que para junio del año próximo la inflación baje a niveles mensuales del 2,5%. Parece difícil que suceda porque, entre medio, se irán colando procesos electorales en varias provincias, pero en la Rosada se entusiasman con la posibilidad de obtener un buen resultado en la provincia de Buenos Aires, la obsesión de CFK y de su hijo Máximo.

“Tantas veces nos mataron”, citan a “La cigarra”, de María Elena Walsh. Poro sin una baja notable de la inflación y una recuperación de los salarios, las poprsibilidades en elecciones presidenciales de 2023 caen en picada.

Massa ya tiene listo un programa denominado “Precios Justos”, un acuerdo para congelar precios por 90 días, con el compromiso de las empresas de salir con los precios etiquetados en el propio envase.

El programa convivirá con “Precios Cuidados”, relanzado recientemente por el secretario de Comercio Interior, Matias Tombolini, que fue nuevamente modificado para incluir una mayor cantidad de marcas de primera línea, pero menor cantidad de productos (alrededor de 400). El problema es que en general los precios son menores a los del resto de la góndola y, por ende, es donde primero se registran faltantes..

“Precios justos” será el nombre del programa con el que intentan no solo desacelerar los precios en los próximos meses sino ademas trabajar sobre las expectativas inflacionarias, y al menos por tres meses, los productos tendrían una etiqueta con un precio inamovible. Como bandera electoral, reducir a la mitad la carga de aumentos sería una buena señal que alentaría a un gobierno en medio de un fenomenal tembladeral.

Entre los sectores que estarían incluidos dentro del nuevo programa figuran alimentos, bebidas, artículos de limpieza, electrodomésticos, medicamentos y carne, entre los más relevantes. Y comienzos de noviembre sería la fecha elegida para “dar vuelta la campana”.

Lo que parece claro es que, hasta ahora, el “establishment” local y el financiero iinternacional -público y privado, como se vio en sus dos viajes a EEUU- por ahora se inclinan por la “salida Massa” de la crisis. En octubre de 2023 se verá qué opciones quedaron sobre el césped después del naufragio.