Elecciones en España: una nueva encrucijada histórica

Fecha:

Compartir

El pasado domingo 23 se realizaron las elecciones generales en España, donde se jugaba la alternancia y el cambio de régimen en el poder o la continuidad del gobierno de Pedro Sánchez y su variopinta coalición de socialistas, comunistas, etarras y separatistas de diversos colores. El resultado electoral, aún no definitivo por el recuento oficial y los votos de exterior, dio por ganador a Alberto Núñez Feijoó del Partido Popular, seguido por el PSOE de Pedro Sánchez como candidato, ocupando el tercer lugar la formación de Santiago Abascal -VOX- que tuvo una considerable baja de 600 mil votos (de 52 diputados bajaría a 33) y en cuarto lugar Yolanda Díaz, vicepresidente de Sánchez, comunista, en su momento una de la niñas mimadas de Unidas Podemos, que nucleó a más de diez agrupaciones de izquierda en la nueva versión de Sumar. Ahora bien, al ser el sistema español un modelo parlamentario, hay que lograr mayoría y voluntades para formar gobierno, algo que hoy el ganador a simple pluralidad de sufragios, Núñez Feijoó, no lo posee. Por el contrario, Pedro Sánchez -que perdió- se encuentra más próximo a conseguirlo, sumando a su PSOE a los etarras de Bildu, los separatistas de Izquierda Republicana catalana, los nacionalistas vascos, gallegos y otros.

La campaña electoral se caracterizó por parte de las izquierdas y separatistas en demonizar a VOX, a través de las grandes corporaciones mediáticas controladas por el gobierno o las administraciones regionales en manos de los separatistas. VOX fue la única fuerza política que sufrió agresiones físicas en algunos de sus mitines, en zonas calientes controladas por los segregacionistas.

Que este andamiaje de acción psicológica y propaganda brutal contra VOX haya sido promovido por el gobierno social comunista y sus socios tiene lógica y coherencia, más allá de las mentiras y amoralidad de sus dicterios lanzados contra la tolda verde; pero lo que es inaceptable en la estrategia política de Feijoó y la cúpula del PP es haberse montado a esta maquinaria para destruir a VOX, apelando al “voto útil”, casi siempre de inutilidad absoluta, o proponiéndole al propio Sánchez en el debate a solas un pacto de gobernabilidad entre la fuerzas más votadas, para no depender de los “extremos”, poniendo así en pie de igualdad a los herederos de ETA -con más de 800 asesinatos, atentados, secuestros, etc.- como lo es Bildu, con VOX, un partido absolutamente constitucional por donde se lo mire, que defiende la unidad de España, la Constitución, la libertad y la soberanía española. Pero aún más, el hoy ganador líder del Partido Popular, lo expresó públicamente, pidió el voto a los supuestos desencantados, en su imaginación, de los votantes socialistas, los comunistas de Podemos, los separatistas de todo pelaje, ya que según él no estaban conformes con las políticas que, durante cuatro años implementó Sánchez. Mientras éste, durante la campaña no dejó de mimar a su “contrincante” Díaz y actual, repetimos, vicepresidente, Feijoó no se cansó de maltratar a Vox como un indeseable aliado posible, al igual que la prensa afín al PP, cayendo en la esquizofrenia particular que olvidó que luego de las elecciones municipales del 28 de mayo pasado el Partido Popular y Vox pactaron y acordaron en la Comunidad de Valencia, Islas Baleares, Extremadura y Aragón recientemente, como lo hicieron en Castila León, regiones todas donde vencieron al socialismo o separatistas. En lo que debería haber sido una puja de adversarios Feijoó hostilizó a VOX, ubicándolo en el Index, donde lo había colocado la izquierda.

En el debate de a tres, ya que Feijoó, pecando de sentirse triunfador, no quiso participar, dejó a Abascal en solitario para enfrentar a la dupla Sánchez-Díaz, que se trataron con dulcísima cortesía, arremetiendo ambos como es lógico contra el líder de la derecha presente.

Mientras Pedro Sánchez dio muestras de saber quienes eran sus socios políticos, Feijoó mostró una carencia absoluta de “realpolitik”, descalificando y menospreciando a VOX, siendo que era, mal que le pese, su aliado natural si aumentaba en votos, para derrotar a la izquierda y a Sánchez. Hoy, con Vox y la Unión del Pueblo Navarro no le alcanza para acceder a la mayoría necesaria.

El objetivo de Sánchez se logró, la puesta de cuernos y cola del demonio a VOX movilizó a las izquierdas y separatistas con la singular compañía de Feijoó que trató a Vox como un leproso indeseable. Cuanto más lejos, mejor; especulando, creemos, que así llegaría a la mayoría absoluta. Pues bien: se equivocó de cabo a rabo. Logró el resultado de ganar la elección, pero sin la mayoría para formar gobierno, lo que hace peligrar su investidura. Sánchez, por el contrario, ahora depende de lo que pueda acordar con el fugado separatista Carles Puigdemont y Juntos por Cataluña, que brega como lo expresó públicamente por un referéndum vinculante para la independencia de España, hoy violatorio de la Constitución vigente. Si lo logrará, no lo sabemos, pero el historial de Sánchez demuestra que con tal de permanecer en la Moncloa todo es posible, hasta cargarse el sistema político trocándolo por una “confederación de estados soberanos”, algo que llevaría al cementerio a la monarquía constitucional, a la propia Carta Magna y al régimen nacido en el ’78. Ya lo demostró en los indultos a los golpistas catalanes, a la modificación del Código Penal borrando el delito de sedición para beneficio de sus socios en el gobierno y la aprobación de sus leyes y presupuestos.

El Grupo de Puebla, donde campea Rodríguez Zapatero y los bolivarianos de Hispanoamérica, emitió una declaración felicitando a Sánchez y a las fuerzas “progresistas” por haber derrotado a la derecha “fascista”. ¿Se sentirá Nuñez Feijoó aludido?, nos preguntamos.

El final está abierto, la moneda en el aire y las negociaciones en curso, pero a todas luces el que la tiene más fácil es el actual presidente. Si no lo logra, ya sea el apoyo de Puigdemont o el voto en el extranjero no lo favorece, tendremos en unos meses nuevas elecciones generales. En la derecha, VOX deberá hacer su autocritica interna sin duda, pero es en el Partido Popular donde el debate interno debería profundizarse, ya que confundirse de enemigo es una grotesca falla de gran dimensión, por parte de quien aspira a dirigir el gobierno de España. Ni en Isabel Díaz Ayuso ni en Cayetana Alvarez de Toledo, por citar sólo dos figuras del PP, hubieran maltratado a VOX, como sí lo hizo Feijoó, ya que no confunden a un adversario y competidor político con quien es el enemigo a derrotar.

Así las cosas, hoy se da la paradoja que las fuerzas que ocuparon la primera y la tercera posición en las elecciones, han perdido” ante el segundo y el cuarto, que están más cerca de conservar el poder. Una muestra de una falencia del sistema político que ubican a España en una nueva encrucijada histórica, donde en esta elección el único perdedor ha sido la propia y querida España.

Compartir

Últimas noticias

Suscribite a Gaceta

Relacionadas
Ver Más

Volver al Futuro 2024

*Por Augusto Neve El paso del tiempo nos aqueja. No lo...

No es ignorancia, es odio a España y a su legado: la Hispanidad

Las recientes declaraciones del flamante Ministro de Cultura, el...

El verso y la búsqueda de la felicidad

Vivimos perseguidos por las órdenes e indicaciones que en redes sociales nos muestran cómo debería ser nuestra vida, cuando la realidad parece encerrarnos en otro modelo.

Espiritualidad y vacío

¿Para qué vivir? ¿Por qué elegimos viviendo? ¿Para nada? El rol de la espiritualidad. Y También el de la ciencia y la tecnología.