Pasó otro fin de semana de la Liga Profesional de Fútbol y en lugar de estar hablando de goles, atajadas, sistemas de juego y remontadas heroicas, aplastantes victorias o aburridos empates, los hinchas argentinos siguen con el mismo tema fecha tras fecha: el VAR.
La herramienta tecnológica que llegó para transparentar al fútbol y ayudar a los árbitros a cometer menos injusticias terminó ensuciando aún más el ya enlodado referato nacional.
La imagen del domingo fue la de Fernando Espinoza retirándose del césped de la Bombonera sonriente mientras charlaba con los futbolistas de Boca Juniors, mientras los de Atlético Tucumán se iban enojados por un penal de Carlos Zambrano no cobrado cuando se extinguía el tiempo adicionado.
Este lunes sólo se debería hablar del doblete del pibe Luca Langoni, que en el último cuarto hora dio vuelta el resultado para el 2-1 de Boca que paró el ritmo del puntero y le puso picante al campeonato. Pero los errores groseros (y acumulados) del VAR tapan todo lo bueno y todo lo malo (el amarrete planteo del DT del “Decado”, Lucas Pusineri, en la segunda etapa) que sucede en el verde césped.
La sospecha de que los resultados ahora se deciden desde la oficina del VAR en el predio de Ezeiza y no en los 14 campos de juego de cada fecha crece día a día.
En Junín, en el primer partido del domingo, también en el epílogo del encuentro hubo un penalazo por un patadón de Lucas Andueza, de Sarmiento, sobre la rodilla de Franco Soldano, cuando se preparaba para marcar el gol de Gimnasia y Esgrima que hubiese destrabado el 0-0 y mandado al “Lobo” a la cima de las posiciones. “Siga-siga”, dijo el juez Pablo Echavarría ante el silencio de Lucas Novelli.
El penal con el que Tigre le empató el sábado a River Plate es por una “mano de VAR” de Emanuel Mammana. Se suma a las múltiples ayudas que ha recibido Barracas Central, el equipo del presidente de la AFA, Claudio “Chiqui” Tapia. O a la escandalosa última jugada del Racing Club-Boca en la que para los árbitros no hubo ni mano del “académico” Jonatan Gómez (que incluso quebró la muñeca para acomodar el balón) ni falta del “xeneize” Sebastián Villa (que se lanzó violentamente con ambos pies hacia adelante). O a cualquier jugada que haya quedado en la memoria de los hinchas, porque en este torneo todos han sido perjudicados de manera obscena en jugadas muy claras, de esas que el VAR venía a eliminar de nuestro fútbol.
Sin embargo, ayer el réferi Fernando Espinoza ayer salía con una sonrisa de oreja a oreja tras otro arbitraje polémico. Hay que ser y parecer. Y si no se es, al menos parecerlo. Con el ánimo que tienen protagonistas y aficionados por este cúmulo de horrores del VAR, la sonrisa de un árbitro que se retira a los abrazos con futbolistas que esta vez les tocó ser beneficiados parece una provocación.