Primeros sondeos confirman la derrota demócrata

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Obama enfrenta oposiciones internas en su partido, tanto por izquierda como por derecha. La agenda ahora es transversal a republicanos y demócratas. La necesidad de un adversario claro.

El partido demócrata del presidente Barack Obama acude hoy a las urnas en esta clave elección de mitad de mandato casi con la seguridad de que los republicanos podrían quedarse con la mayoría en la Cámara de Representantes.

No obstante, Obama no disfrutó de una mayoría parlamentaria clara en sus primeros dos años de su gestión, en especial porque, como ocurre desde la llegada de Bill Clinton a la Casa Blanca, las agendas de los dos principales partidos en Estados Unidos son compartidas y no hay quien pueda asegurar el resultado de una iniciativa legislativa.

Con la apertura de los primeros colegios electorales en la costa Este de Estados Unidos se inició el comicio en el que los estadounidenses renovarán las 435 bancas de la Cámara de Diputados, un tercio de las bancas del Senado y elegirán a 37 gobernadores.

Con el objetivo de moderar el impacto de una segura derrota, según anticipan todos los sondeos, en las últimas dos semanas el presidente Obama recorrió veinte Estados, asistió a unos 30 actos electorales, participó en múltiples eventos para recaudar fondos, otorgó decenas de entrevistas y envió e-mails pidiéndole a los demócratas que vayan a votar.

Sucede que las elecciones se han transformado en un verdadero referéndum sobre los dos primeros años de Obama en la Casa Blanca, aunque no falta quién diga que una derrota le permitiría relanzar su Gobierno.

De acuerdo al último sondeo de opinión de Gallup, un 55% de los estadounidenses que concurrirán hoy a votar lo harán por un candidato republicano, mientras que sólo el 40% lo hará por un demócrata.

Si esto es así, los republicanos podrían obtener el doble de las 39 bancas que necesitan para quedarse con el control de la mayoría en la Cámara de Representantes.

Según el diario “Usa Today”, para encontrar una diferencia tan amplia entre ambos partidos hay que remontarse a 1974, cuando el electorado castigó a los republicanos tras el escándalo Watergate que acabó con la carrera del presidente Richard Nixon.

Pese a que Obama logró rescatar al país del precipicio financiero en que se encontraba cuando asumió la presidencia, el déficit presupuestario, el índice de desempleo y el número de embargos inmobiliarios siguieron aumentando.

Según un sondeo de Gallup, la mayoría de los entrevistados dijeron que hoy votarán para mandarle un mensaje a Obama: el 24% dijo que votará para apoyarlo, el 35% para oponerse y el 37% dijo que el voto que emitirá no contendrá mensaje alguno.

“No hay ninguna duda de que ésta es una elección difícil”, reconoció Obama. Para quien lo vio durante la campaña electoral de 2007 y lo ve ahora, está claro que Obama ya no es el mismo. No solo tiene más canas, sino que además hay mucha más agresividad en sus discursos, lo que muestra que decidió pasar a la ofensiva.

Lo que no está claro es si los demócratas lograron explicar de manera convincente el hecho de que les tocó hacerse cargo de lo peor de la crisis financiera que heredaron de George W. Bush.

Obama, en tanto, habló poco en esta campaña de los ultraderechistas del “Tea Party” para no agrandar ese fenómeno más de lo que lo han agrandado los medios. Sus dardos estuvieron dirigidos a la jerarquía del Partido Republicano, a la que acusó de bloquearle todas sus iniciativas y de estar pensando más en sus intereses políticos que en los problemas del país.

“Supongo que deben sentirse como gallitos”, dijo durante el fin de semana pasado. Y agregó que, pese a los graves desafíos que enfrenta actualmente el país, “el líder de los republicanos en el Congreso (John Boehner) dice que ‘este no es el momento para compromisos’ y el líder de los republicanos en el Senado (Mitch McConnell) dice que su principal trabajo en los próximos dos años es derrotarme en las próximas elecciones”.

Obama recordó una y otra vez que fueron las políticas de Bush las que condujeron al borde del colapso. En una entrevista con Univisión fue tan lejos que algunos observadores consideran que se equivocó. “Si los latinos no van a votar, en vez de decir ‘vamos a castigar a nuestros enemigos y vamos a recompensar a nuestros amigos que nos apoyan en los temas que son importantes para nosotros’ entonces pienso que va a ser más difícil”, presionó.

Boehner aprovechó la ocasión para demolerlo: “Señoras y señores, tenemos en la Casa Blanca un presidente que dice que los estadounidenses que no están de acuerdo con él son enemigos. Ronald Reagan, George Bush, Bill Clinton y George W. Bush utilizaban la palabra enemigos para los terroristas y los dictadores, los enemigos de país”.

En horas se sabrá si el “tsunami conservador” que anunciaron los republicanos es tal.

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