El día después de la caída de Libia

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La batalla de Trípoli será recordada como un hito en el proceso de derrumbe de los regímenes autocráticos en el mundo árabe, que comenzó con Túnez y Egipto este año y podría seguir con Argelia. Cuatro décadas de dictadura paternalista y varios miles de muertos. Nadie se anima a asegurar qué vendrá en su reemplazo.

Por Jorgelina Perez

Después de una sangrienta guerra civil de seis meses y de 7.500 operaciones aéreas coordinadas por la OTAN, los rebeldes libios lograron cercar a Muamar Gadafi en Trípoli y darle el golpe de gracia al régimen autocrático instalado en Libia desde hace 42 años.

Los combates de los rebeldes con las tropas leales al régimen se extendieron mucho más tiempo que en Túnez y Egipto, los primeros países del Magreb donde se produjeron levantamientos populares y terminaron con las dictaduras enquistadas en el poder desde hacía décadas. Y el cerco impuesto a Gadafi podría generar nuevos impulsos revolucionarios en países como Arabia Saudita, Bahrein, Yemen o Argelia, donde las marchas y movimientos que exigían la democratización de los regímenes fueron rápidamente sofocados.

De hecho Argelia está a un paso de quedar aislada en la zona, ya que es el único país del Magreb que no reconoció aún al Consejo Nacional de Transición (CNT) como la máxima autoridad política de los rebeldes libios. Los ministros argelinos se opusieron sistemáticamente a la intervención de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en territorio libio y advirtieron del riesgo de convertir a su vecino en un segundo Afganistán.

\”Tras la caída del régimen de Gadafi, Argelia va a enfrentarse a serias dificultades de vecindad y de inserción regional\”, advirtió el politólogo argelino Mohamed Chafik Mesbah, autor del ensayo \”Argelia problemática\”.

Se trata además del único país del norte de África que mantiene su antiguo sistema político, aunque el presidente Abdelaziz Buteflika anunció que prepara medidas aperturistas. \”La caída del clan de Trípoli coloca a las autoridades argelinas en el ojo del huracán\”, afirmó en un editorial Omar Belhouchet, director del diario \”El Watan\” de Argel.

El que respira un poco más aliviado es el gobierno de transición de Túnez, al que el líder libio había prometido desestabilizar luego del derrocamiento del presidente Ben Ali en enero pasado. El primer ministro tunecino, Beji Caid Essebsi, mantuvo una posición de cautela hasta el domingo pasado, cuando se decidió a reconocer al CNT. Y su actitud fue imitada por Egipto y Marruecos.

Pero aun con el triunfo de los insurgentes libios -respaldados, financiados y organizados por las potencias de Occidente nucleadas en la OTAN- es incierto el futuro del país y el reparto de las multimillonarias riquezas petroleras, en medio de la crisis global que sacude a los socios de la coalición.

Los líderes de Estados Unidos y de la Unión Europea (UE) anticiparon que están preparando distintos planes de ayuda para la Libia post-Gadafi, pero exigieron en forma unánime que el dictador abandone el país sin violencia y que los rebeldes lideren una transición pacífica a la democracia, que será de muy difícil implementación debido a la ausencia de una estructura política en el país tras cuatro décadas de gobierno autócrata.

\”El futuro de Libia está en manos de su ciudadanía\”, afirmó el presidente estadounidense Barack Obama, mientras que su colega francés, Nicolas Sarkozy, convocó para la semana próxima a una reunión en París a los mandatarios de los países que se comprometieron a colaborar con la reconstrucción de Libia, devastada tras meses de combates y bombardeos.

\”Tenemos un plan post-Gadafi en marcha. Estamos considerando una serie de posibles escenarios que hemos elaborado para coordinar nuestra asistencia\”, afirmó Michael Mann, vocero de la responsable de la diplomacia de la Unión Europea, Catherine Ashton.

Por lo pronto, Italia ya envió a un grupo de funcionarios a Bengasi para que asistan en la restauración de las explotaciones comerciales de crudo y gas natural. Y Alemania y el Reino Unido anticiparon que descongelarán las cuentas que tenía el régimen de Gadafi en bancos de esos países, donde habría depositados unos 20.000 millones de euros. Lo mismo piensa hacer la Administración Obama: el Departamento de Estado norteamericano anunció que trabaja en el desbloqueo de \”entre 1.000 y 1.500 millones de dólares\” de activos libios congelados en ese país que serán destinados a ayudar a los rebeldes del país del norte de África.

También el gobierno de China se mostró \”listo para trabajar con la comunidad internacional y desempeñar un papel positivo en la reconstrucción futura de Libia\”.

China, que tiene en el país africano inversiones por miles de millones de dólares -sobre todo en los sectores petrolero, de ferrocarriles y telecomunicaciones- salió a aclarar que \”respeta la elección del pueblo libio\” y dijo que espera que continúen los lazos económicos y comerciales \”mutuamente benéficos\” entre ambos países.

Dejando de lado su tradicional principio de no injerencia en los asuntos internos de otros Estados, Beijing estableció en junio pasado los primeros contactos con los insurgentes libios antes de reconocer al Consejo Nacional de Transición como un \”interlocutor importante\”.

La segunda mayor economía del mundo tiene en marcha unos 50 proyectos de gran envergadura en Libia en una inversión estimada de al menos 18.800 millones de dólares.

Una nota editorial del diario oficial chino \”Global Times\” estimó que es responsabilidad de Occidente \”limpiar el desorden que ha causado\” en Libia y consideró que \”deponer el régimen de Gadafi es un espectáculo para la prensa (pero) hablar de la reconstrucción no lo es\”.

Desde Londres, el primer ministro británico, David Cameron, llamó al secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, para sentar las bases de una nueva resolución que sirva para legitimar definitivamente el CNT que funciona desde hace meses en Bengasi (Ver recuadro). Y con ese objetivo, la ONU iniciará consultas en los próximos días con la Unión Europea, la Unión Africana y la Liga Árabe.

\”La transición comienza de inmediato\” para construir una \”Libia nueva\”, anunció el número dos de la rebelión, Mahmud Jibril, luego de que los rebeldes tomaran en Trípoli el control del Cuartel General de Gadafi.

Jibril recalcó que el objetivo es construir \”una Libia nueva, con todos los libios como hermanos para una nación unida, civil y democrática\”. \”Habrá una primera elección constitucional, pero antes pedimos ser dignos de la revolución y construir un nuevo país\”, agregó.

La \”declaración constitucional\” elaborada por los rebeldes prevé la transferencia del Consejo de Bengasi a Trípoli y el posterior nombramiento, en un plazo máximo de treinta días, de una oficina ejecutiva temporal o gobierno interino.

El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, también recalcó que el organismo está \”dispuesto a cooperar con la ciudadanía libia y con el CNT, que ahora asume una gran responsabilidad\”. Para Rasmussen, \”debe asegurarse de que la transición se efectúa de forma fluida e incluyente, que el país permanece unido, y que el futuro se fundamenta en la reconciliación y el respeto a los derechos humanos\”.

\”Los libios han sufrido mucho bajo el mandato de Gadafi durante cuatro décadas. Ahora tienen la oportunidad de volver a empezar. Es el momento de que cesen las amenazas contra civiles, como pidió el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Es el momento de crear una nueva Libia, un estado basado en la libertad, no en el miedo. En la democracia, no en la dictadura. En el deseo de muchos, no en el capricho de unos pocos\”, recalcó Rasmussen.

En marzo pasado -en medio del recrudecimiento de los enfrentamientos entre las tropas leales a Gadafi y sus opositores- una coalición militar liderada por Estados Unidos estableció una zona de exclusión aérea para asistir a los rebeldes en su toma del poder, según lo dispuesto por la Resolución 1973 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Semanas después, la OTAN tomó el mando de la operación y estableció su base en Nápoles, Italia.

Desde entonces la Alianza ejecutó unas 7.500 operaciones aéreas, de las cuales 126 se realizaron el domingo pasado y fueron de asistencia a los rebeldes. De ellas, 46 fueron ataques contra enclaves gubernamentales del régimen.

Golpe final. Los rebeldes ingresaron en la noche del sábado pasado a Trípoli y el martes decidieron lanzar el asalto contra la residencia de Gadafi aprovechando los refuerzos de combatientes provenientes del enclave de Misrata. Así, se hicieron del control del cuartel general del dictador, asestando un duro golpe al ya debilitado régimen.

Los insurgentes aprovecharon la ocasión para apoderarse de reservas de municiones, fusiles ametralladoras y pistolas que usualmente usan los francotiradores, y varios vehículos blindados. A su paso, asesinaron a varios soldados leales a Gadafi que custodiaban el lugar.

Horas después del asalto al Cuartel general, el secretario general de la ONU habló por teléfono con el líder rebelde Mustafá Abdel Jalil y llamó a la \”reconciliación\” en Libia. El funcionario del organismo internacional remarcó la necesidad de una \”unión nacional, de una reconciliación y de una participación, así como la protección de las sedes diplomáticas\”.

El líder del CNT, Mahmoud Jebril, aseguró que la noticia falsa de la detención de Saif al Islam, uno de los hijos de Gadafi y que había sido predestinado por éste para ser su sucesor, \”produjo ganancias políticas y militares a los rebeldes\”.

Jebril admitió que desde que se difundió esa información, cuya falsedad quedó plasmada horas después con la aparición del propio Saif al Islam ante varios medios de prensa, once países reconocieron al Consejo Nacional Transitorio como el representante legítimo de Libia.

Y un gran número de militares, entre ellos varios altos oficiales, entregaron sus armas, lo que \”allanó el camino para la victoria\”, agregó Jebril, quien afirmó que la difusión de esa noticia fue consecuencia de un malentendido.

En el lado opuesto a Estados Unidos y la UE, Venezuela y Ecuador repudiaron la intervención de la OTAN en Libia y denunciaron que la intención de las potencias es quedarse con los recursos petroleros del país.

El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, salió a defender a su amigo Gadafi: \”Reconocemos un solo gobierno, el que dirige Muamar Gadafi. Ratificamos nuestra solidaridad con el pueblo libio, hermano agredido y bombardeado\”, afirmó Chávez durante un consejo de ministros transmitido en cadena por todas las radios y canales de televisión venezolanos.

\”Sin duda que estamos al frente de la locura imperial. Lo saquean y le quitan las reservas internacionales y el petróleo\”, aseveró el mandatario bolivariano. Y agregó que las acciones de la OTAN equivalen a \”echar por la borda, patear, escupir y desconocer los más elementales principios del derecho internacional\”.

Algunos \”dicen Chávez igual a Gadafi, y Venezuela igual a Libia. Se van a quedar con las ganas, esa fórmula aquí no les funcionó ni les funcionará, para nada, ni al imperio gringo, ni a sus lacayos, ni a nadie\”, enfatizó.

En tanto, el canciller de Ecuador, Ricardo Patiño, condenó las operaciones de la OTAN en Libia, y las calificó como una \”clara invasión y una afectación a la autodeterminación del pueblo libio\”. \”Ahora se van a tomar el petróleo como era de suponerse, como lo hicieron en Irak\”, denunció.

Colombia reconoció al CNT el lunes, cuando los rebeldes avanzaban sobre Trípoli. \”He dado instrucciones a la cancillería para que reconozca oficialmente al Consejo Nacional de Transición\”, anunció el presidente Juan Manuel Santos. Como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, Colombia había votado a favor de las primeras sanciones a Libia y la posterior intervención.

Cambio de roles. Gadafi participó del golpe de Estado contra el rey Idris el 1 de septiembre de 1969, un tiempo después de que en Libia se descubrieran gigantescas reservas de un petróleo de excelente calidad. Luego de instalarse en el poder, con esos recursos pudo establecer un régimen basado en los servicios sociales gratuitos, el nacionalismo panarabista y el código moral islámico. Cuatro años después publicó su \”Libro Verde\”, en el cual estableció como forma de gobierno la \”Jamahiriya\”, que definió como el \”gobierno de las masas\”.

Con el correr de los años, los vínculos con la Casa Blanca fueron cada vez más tensos y durante su presidencia Ronald Reagan intentó derrocarlo varias veces tras acusarlo de apoyar el terrorismo internacional. Incluso en uno de los ataques sobre Trípoli, en 1986, fueron asesinadas 44 personas, entre ellas Jana, la pequeña hija adoptiva del dictador.

La gota que rebalsó el vaso en sus vínculos con Occidente ocurrió en 1988: un avión de la aerolínea Pan American que cubría el trayecto Frankfurt-Nueva York explotó en pleno vuelo sobre la ciudad escocesa de Lockerbie, provocando la muerte de los 259 pasajeros del vuelo 103 y de once vecinos de esa localidad. Enseguida todos los ojos apuntaron contra Gadafi y Libia recibió sanciones de Naciones Unidas y las empresas norteamericanas y europeas dejaron el país.

Quince años después Gadafi admitió que su país había estado detrás del atentado y pagó una millonaria indemnización a los familiares de las víctimas. Así logró que se levantaran las sanciones impuestas por la ONU y se reconcilió con Occidente, que veía en Libia uno de los bienes más preciados: el petróleo.

Los años siguientes fueron testigos de la recomposición de relaciones: reapertura de misiones comerciales, reestablecimiento de embajadas y reanudación de la operatoria de empresas estadounidenses en Libia, que realizaron millonarias inversiones en los últimos tiempos.

Y el cambio de relaciones no sólo ocurrió con Washington. También los mandatarios europeos comenzaron a pasearse por Trípoli y a fotografiarse junto al extravagante autócrata. Y Gran Bretaña, que en 2001 había condenado a perpetua al acusado por el atentado de Pan American, decidió liberarlo ocho años después por \”razones humanitarias\”, ya que sufría un cáncer terminal.

Al igual que lo hicieron con otros regímenes autoritarios, como los de Túnez y Egipto, las potencias de Occidente priorizaron los suculentos negocios por sobre los derechos humanos de las distintas poblaciones.

Pero el inicio de los levantamientos en Medio Oriente y la difusión de los estrechos vínculos de políticos europeos con Gadafi acorralaron a los líderes mundiales. El propio Sarkozy no tuvo más remedio que endurecer su política contra el dictador tras las críticas contra su política de connivencia con el opresor régimen. Lo mismo ocurrió con Estados Unidos y Gran Bretaña, que repentinamente cortaron relaciones y exigieron a esos gobiernos que iniciaran procesos democráticos en todo el Magreb.

En poco tiempo, los otrora aliados pasaron a ser grandes objetivos a vencer. Y la estocada final del régimen de Gadafi coincide con la incesante ronda de consultas y reuniones que mantienen Obama y los líderes de la UE para intentar contener los efectos de la crisis global sobre sus países.

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