Uno de los países privilegiados con este espectáculo de la naturaleza es Noruega, donde se lo puede disfrutar entre el 21 de septiembre y el 21 de marzo, especialmente entre las seis de la tarde y la una de la madrugada.
Las auroras boreales son una atracción única en los países nórdicos por su belleza y espectacularidad. Y muchas leyendas giran en torno a sus orígenes.
Los vikingos creían que eran el reflejo de las relucientes armaduras de las valkirias cuando volaban por las noches enviadas por Odín, el principal dios de la mitología nórdica, que representaba la sabiduría, la guerra y la muerte.
Para algunos de los primitivos pueblos Inuit -o esquimales- las fabulosas auroras eran en realidad almas traviesas de niños muertos al nacer, mientras que otros cuentos nórdicos aseguran que sus destellos los provocan las colas de los zorros árticos al rozar la nieve al galope.
Pero la ciencia -menos romántica- da su explicación: este espectáculo se origina cuando el Sol lanza al espacio enormes cantidades de partículas cargadas de energía durante las explosiones y llamaradas solares.
Éstas viajan a una velocidad de entre 300 y 1.000 kilómetros por segundo, y son atraídas por el campo magnético que rodea el Polo Norte. Y al entrar en contacto con las capas más altas de la atmósfera, la energía que se libera se convierten en los característicos fogonazos de las auroras boreales.
Uno de los países privilegiados con este espectáculo de la naturaleza es Noruega, donde se lo puede disfrutar entre el 21 de septiembre y el 21 de marzo, especialmente entre las seis de la tarde y la una de la madrugada. Los mejores meses para verlo son octubre, febrero y marzo.
La llamarada puede ser verdosa o púrpura, naranja, de rojo intenso o blanco fantasmal, y su forma y duración es variada. Puede permanecer casi fija o cambiar de forma a cada instante, durar horas o unos segundos.
Dormir entre el hielo. Quienes tengan la envidiable oportunidad de viajar a Noruega a disfrutar de este espectáculo, podrán hospedarse en hoteles de hielo que atenúan las bajísimas temperaturas con pieles de reno. Entre los más tradicionales están el Sorrisniva Igloo (sorrisniva.no) y el Kirkenes Snow Hotel (kirkenessnowhotel.com).
Los viajeros también pueden elegir las cabañas entre el bosque de Engholm Husky, a las afueras de la pequeña ciudad sami de Karasjok, cuyos dueños organizan espectaculares recorridos en trineos de perros.
Y los más fanáticos pueden optar por el Polar Light Center en las islas Lofoten, un centro especializado en las auroras boreales, donde dan charlas con imágenes y animaciones de las “luces del norte”.