Tribunal penal para Ruanda – Cuando el odio tiene cara de mujer

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Por primera vez en la historia, una mujer fue condenada por genocidio. Se trata de la ex ministra de la Familia de Ruanda, Pauline Nyiramasuhuko, acusada de alentar la matanza de civiles tutsis, además de violaciones de cientos de mujeres de esa etnia.

Por Jorgelina Perez

En la primavera de 1994, Ruanda vivió uno de los mayores y más cruentos genocidios de la Historia. El intento de exterminio de la población tutsi por parte del Gobierno hutu, dejó en sólo diez días 800.000 muertos, más del 10 por ciento del total de la población de ese país, según las Naciones Unidas.

La masacre se inició tras el lanzamiento de misil tierra-aire que el 6 de abril de 1994 derribó el avión en el que viajaba el presidente hutu de Ruanda, Juvénal Habyarimana, y su colega de Burundi, Juvénal Habyarimana.

Los tutsis gobernaron el país desde su independencia, en 1962, hasta 1994, cuando los hutu llegaron al poder y reprimieron a la casta que antes los consideraba un linaje inferior.

La matanza de Ruanda la ejecutaron las milicias hutu, que contaban con listados de tutsis y de hutus moderados detallados por barrios, aldeas y distritos.

Diecisiete años después, el Tribunal Penal Internacional para Ruanda, con sede en Arusha (en el Norte de Tanzania) emitió un fallo histórico: por primera vez condenó a una mujer por ese genocidio. Se trata de Pauline Nyiramasuhuko, de 65 años y ex ministra ruandesa de la Mujer y la Familia, que recibió cadena perpetua.

Nyiramasuhunko pertenece a la etnia hutu, mayoritaria en Ruanda, y fue acusada de organizar en 1994 el secuestro, violación y asesinato de mujeres y niñas tutsi, la comunidad minoritaria del país africano. Los jueces la encontraron culpable de siete de los once cargos en su contra, como genocidio, exterminio y violación en Butari, al sur de Ruanda.

La ex funcionaria se convirtió en la primera mujer perseguida por esos cargos en un tribunal internacional aunque otras ya fueron condenadas por su papel en la masacre. Sus abogados reclamaron la absolución, tratando de poner de relieve las contradicciones de los testigos.

El tribunal la acusó de incitación a cometer genocidio y violaciones \”como parte de un ataque generalizado y sistemático contra una población civil por motivos políticos, étnicos y raciales\”.

Y agregó que junto \”con la ayuda de los soldados y otros, bloquearon carreteras donde identificaron, secuestraron y asesinaron a miembros de la población tutsi. Al secuestrar a sus víctimas, a menudo se les obligaba a desnudarse por completo antes de introducirlas a vehículos y llevarlas a la muerte\”.

\”Es sorprendente que esta madre y ex trabajadora social, formada para proteger la vida, pudiera ser responsable de crímenes tan espantosos,\” afirmó Freddy Mutanguha, director para Ruanda de \”Aegis Trust\”, la organización de prevención de genocidios responsable del Kigali Genocide Memorial.

Según el tribunal, la mujer actuó con la ayuda de su hijo, Arsene Shalom Ntahobaki, quien también recibió perpetua.

También fueron condenados el ex prefecto de Butare, Sylvain Nsabimana (a 25 años), su sucesor, Alphonse Nteziryayo (30 años), y dos antiguos alcaldes de la región, Joseph Kanyabashi (35 años) y Elie Ndayambaje (prisión perpetua).

Según el tribunal, las milicias hutu, que la ex ministra condenada contribuyó a crear desde su puesto en el Gobierno, debían impedir nacimientos dentro del grupo tutsi. Como la pertenencia a una etnia está ligada allí al linaje paterno, violar y embarazar a una mujer equivalía a destruir a su comunidad.

\”Sin la participación de Pauline Nyiramasuhuko y de los otros acusados, el genocidio no hubiera sido posible\”, afirmó la procuradora Holo Makwaia en su alegado inicial, el 20 de abril de 2009.

\”En lugar de proteger a las familias como lo estipulaba el mandato de su ministerio, ella decidió exterminar a las familias. Shalom Ntahobali no estaba lejos de su madre: él mató y violó\”, agregó.

Los testimonios que se escucharon durante el juicio fueron devastadores. Algunos sobrevivientes de las masacres y violaciones recordaron que cuando las mujeres que tenían hijos pedían clemencia, \”eran degolladas sin miramientos\”.

Joséphine, una mujer tutsi de 34 años, relató su trágica experiencia cuando fue violada por un grupo de hombres. \”Entraron en casa cuando estaba cenando con mis padres y me forzaron a salir a la calle. Era de noche y no vi cuántos hombres eran, pero lo que es seguro es que eran soldados. Me taparon la boca y los ojos con una venda y aparecí al día siguiente ensangrentada en la puerta de mi casa… Me violaron y nunca olvidaré aquel horror\”, afirmó.

Durante el juicio también se recordó un episodio ocurrido en un puesto de la Cruz Roja, adonde habían acudido cientos de refugiados tutsi a buscar comida. Una vez allí, hombres y mujeres fueron separados. Los hombres fueron ametrallados y las mujeres, violadas y luego asesinadas.

El rol de Pauline Nyiramasuhuko y de su hijo fue de una increíble crueldad: según la fiscalía del tribunal, ambos \”forzaron a sus víctimas a desnudarse antes de meterlos en camiones para darles muerte\”.

Nyiramasuhuko fue nombrada ministra de la Familia y Desarrollo de la Mujer en abril de 1992, convirtiéndose en una de las primeras cuatro mujeres en acceder a un cargo ministerial en Ruanda.

El gobierno prorrogó su mandato en 1993 y 1994, durante el genocidio.

Luego de la victoria militar de la rebelión del Frente Patriótico Ruandés (FPR, actualmente en el poder) la ex ministra huyó a Bukavu, en el Este de la República Democrática del Congo y allí trabajó como asistente social con los refugiados. En 1997 fue arrestada en Nairobi, Kenia, y su juicio se extendió hasta ahora.

El 8 de noviembre de 1994 el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas creó el Tribunal Penal Internacional para Ruanda (TPIR) con el objetivo de perseguir, arrestar, juzgar y condenar a los autores o promotores del genocidio en ese país. Pero sin incluir la pena de muerte.

Y Pauline fue la primera mujer en llegar ante él acusada de genocidio.

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