Republicanos 2016: unas primarias sin favoritos

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Aprovechando que es Semana Santa y no está leyendo nadie, permitidme un artículo sobre futurología un poco inútil: hablemos de las primarias republicanas del 2016, a dos años vista.

Digo inútil porque primero, dos años en política americana es una eternidad casi infinita, así que casi cualquier predicción con este horizonte temporal es poco fiable, y segundo, porque me equivoco a menudo, y es poco probable que acierte otra vez*. Aún así, vale la pena repasar la lista de candidatos futuribles, y analizar por encima qué podemos esperar de ellos.

Antes de empezar, vale la pena recordar que las primarias ya han empezado. No hablo de votaciones y campañas con publicidad, sino la antesala al proceso, más sutil y casi igual de importante: las “primarias invisibles” que comentaba no hace demasiado. Los candidatos ya están buscando apoyos, construyendo infraestructura y flirteando con potenciales donantes. La criba sobre quién será viable el 2015/2016 ha empezado ya ahora, aunque no sea del todo explícita. Repasemos quién está en este circuito estos días, dándole una probabilidad completamente arbitraria sobre la probabilidad que llegue a algún sitio cercano al Despacho Oval.

Chris Christie, gobernador de Nueva Jersey:

Hasta hace unos meses, el gobernador de Nueva Jersey era el candidato de facto del GOP a la presidencia. Era de lejos el favorito del establishment del partido, adorado por los medios y periodistas (estar al lado de Nueva York, capital mediática del país, ayuda) y medio apreciado entre las bases. El sector conservador desconfiaba profundamente de Christie, al que veían como un cripto-moderado, pero (como de costumbre) estaban demasiado divididos para frenarle.

Todo parecía estar listo para unas primarias estilo Romney, con un candidato viable y una panda de frikis… hasta que estalló el escándalo del puente. Es un escándalo estúpido, pero no importa. Para los políticos que viven cerca de Nueva York, esta clase de cosas bastan para defenestrarles (véase Spitzer, Weiner, etcétera). Con investigaciones criminales de por medio, un tipo con pinta de Tony Soprano no puede ganar elecciones.

Por supuesto, es posible que Christie sobreviva, pero me extrañaría muchísimo. Es un candidato con demasiados problemas para atraer el apoyo unánime del establishment (por definición, gente no demasiado valiente) y genera demasiado escepticismo en el tea party como para sobrevivir unas primarias. Le doy un 15%, siendo generoso.

Jeb Bush, hermanísimo y ex-gobernador de Florida:

De forma un tanto inexplicable, un sector no precisamente pequeño de las élites del partido republicano quieren renovar al GOP nominando a un hijo y hermano de ex-presidentes como candidato el 2016. La lógica, si la hay, es que Jeb es carismático, tiene experiencia de gobierno, es conocido y habla castellano de forma fluida, además de asegurar Florida, un estado crucial en una presidenciales. El problema es que Jeb realmente no es demasiado carismático, fue gobernador hace más de una década, es conocido por ser el hermano de un tipo bastante inútil y siendo como es moderado en inmigración, es cordialmente detestado por las bases del partido.

La verdad, no creo que se presente; el tipo no es tan idiota. Si lo hiciera y se metiera en primarias, sería un “favorito” relativo – digamos un 10%, con suerte.

Paul Ryan, representante por Wisconsin:

Es el “siguiente en la lista” de candidatos del GOP; tras ser candidato a vicepresidente, está en la línea de sucesión natural en las primarias del partido. Es relativamente joven, bastante carismático, relativamente inteligente y apreciado por los medios. En su contra, dos problemas graves: primero, tiene un historial político lleno de medidas concretas muy ideológicas y netamente conservadoras. Ryan saltó a la fama por ser el encargado de redactar propuestas presupuestarias que hicieran feliz al tea party. Como consecuencia, el tipo ha ofrecido eliminar Medicare y cargarse medio estado de bienestar un montón de veces por escrito, en detalle y sin reparos. Esto puede hacerte ganar unas primarias del GOP, pero en unas generales es un blanco patéticamente fácil. Ya lo fue con Romney.

El segundo problema creo que es más grave: el tipo realmente no parece tener ganas de presentarse. De todos los candidatos en las quinielas, Ryan es de lejos el menos preocupado en venderse estos días. Quizás está siendo muy discreto, pero no sería demasiado normal. Es un lástima, porque el tipo cae bien a las bases y demostró el 2012 ser capaz de contentar al establishment. Como candidato a las generales sería vulnerable, pero en primarias sería difícil de batir. En vista de su ambigüedad y pocas ganas, lo dejaré en un 15%

Scott Walker, gobernador de Wisconsin:

Para muchos, Scott Walker es “el tapado” en estas primarias, y no es difícil ver por qué: es gobernador de un estado habitualmente moderado, ha sido capaz de tirar adelante una agenda conservadora (y furibundamente antisindical), ha sobrevivido una elección revocatoria y parece ir camino de la reelección. Las bases del partido lo respetan, por buenos motivos, y a las élites del GOP no les acaba de parecer mal. Walker es un tipo de derechas, es indudable, y se ha opuesto a Obamacare con el fervor necesario, pero también parece capaz de gobernar y ganar elecciones.

Hay un pequeño problema: primero, Scott Walker es una persona aburrida. Es un político que llega al poder no por su carisma, sino porque tiene la suerte de presentarse el 2010, un año catastróficamente malo para los demócratas. El tipo es un político decente, pero eso no es suficiente en unas presidenciales. Segundo, Walker tiene un par de escándalos de corrupción “en activo” en Wisconsin que aunque no han hecho demasiado ruido a nivel nacional (estar lejos de Nueva York tiene sus ventajas) y ser bastante aburridos, pueden ser un problema para su candidatura. Si tuviera que apostar, Walker estaría un peldaño por debajo de Ryan – un 10%, más o menos.

Rand Paul, senador por Kentucky:

Empezamos con la lista de candidatos que no están, de momento, recibiendo ningún apoyo por parte del establishment del partido. Rand Paul es el sucesor de Ron Paul como adalid de la rama libertaria-aislacionista del GOP, pero es mucho mejor candidato que su padre. Es joven, y no suena como un cuñao cazalloso desvariando en debates, es más disciplinado, así que no se pierde demasiado, y habla bastante mejor en público. Como Ron, el sector objetivista-juvenil del GOP le adora, y tiene una bien merecida reputación de seguir sus principios y no plegarse a los designios del partido.

En su contra, sin embargo, Rand tiene un problema similar a su padre: está bastante chiflado. Rand lo disimula un poco mejor, pero tiene algunas burradas épicas en su historial, comooponerse a la ley de derechos civiles o tener una extraña tendencia a tener neoconfederados en su equipo de asesores. Los Paul tienen ideas políticas ocasionalmente decentes (empezando por política exterior) pero están muy, muy idos en bastantes asuntos; tanto él como su padre se han rodeado durante toda su carrera de tipos muy, muy nostálgicos del bando perdedor de la Guerra Civil. El establishment del partido lo detesta, y las bases, fuera del sector libertario del tea party (en aumento, pero minoritario) recelan de él profundamente.

Como candidato llegará más lejos que su padre, pero eso no es decir gran cosa. Le doy un 5%, aunque quizás merezca algo más.

Seguimos con la lista de posibles candidatos presidenciales del partido republicano para el 2016. En el artículo anterior vimos a los candidatos que en principio parecen estar mejor situados en la “primaria invisible”, al menos de momento, aunque lo único claro a estas alturas es que nadie parece destacar demasiado. La lista de hoy es la de candidatos de “segundo nivel”, aunque en vista del poco entusiasmo generado por los favoritos, esto no quiere decir gran cosa. Veamos, pues.

Ted Cruz, senador por Texas:

Ted Cruz es un radical. Esta no es una acusación ligera o sin fundamento; el propio Ted Cruz estaría de acuerdo con esta afirmación. El senador de Texas proviene de unos de los estados con unas bases republicanas más conservadoras, y es un orgulloso miembro del tea party. Es la clase de político que cree que Estados Unidos es un país conservador, y que el GOP pierde elecciones porque no hace más que presentar a moderados acomplejados a la presidencia. El tipo se pasa casi tanto tiempo atizando demócratas como a miembros de su propio partido. Esa clase de muchacho.

Cruz parecía ser el salvador del movimiento (ultra)conservador americano hasta otoño del año pasado, cuando en una maniobra política delirante forzó el cierre del gobierno federal para tratar de derogar obamacare. La tontería le costó el respeto de muchos tea partiers, que vieron como el resto del partido les daba la espalda, perdiendo peso e influencia. Antes era temido por los moderados y adorado por las bases; ahora es detestado por muchos moderados y parece haber perdido la confianza de parte del sector conservador, que anda buscando a alguien un poco menos egocéntrico como adalid. Cruz lo tendrá complicado en unas primarias si llega a presentarse, y sería completamente radioactivo en unas generales. Le doy un 5%, ahora mismo, de ganar la nominación.

Por cierto, su padre sale de vez en cuando en la tele, y da conferencias. Está aún más chiflado que él.

Marco Rubio, senador por Florida:

Marco Rubio era el futuro del partido republicano hasta el verano del año pasado. Joven, latino, aceptablemente carismático (es mucho menos orador de lo que muchos dicen), inteligente, con impecables credenciales conservadores pero un apreciable toque pragmático, Rubio iba a ser el político que podría reconciliar al GOP con el voto de las minorías no-blancas del país, que habían desertado el partido. El 2016 iba a ser su año, o eso parecía.

La caída de Marco Rubio empezó la primavera del 2013, cuando los demócratas empezaron a redactar una reforma de las increíblemente torpes leyes de inmigración de Estados Unidos en el Senado. Las élites del partido republicano, en vista de la soberana paliza que se había llevado Mitt Romney con el voto latino, apostaron por apuntarse a estos cambios. Marco Rubio, como latino oficial del partido (Ted Cruz es latino también, pero no “ejerce”) se encargó de liderar las negociaciones.

Las bases del partido lo odiaron. Las élites del GOP son conscientes que sin una reforma migratoria el partido va a sufrir muchísimo para atraer el voto latino (no es el tema que les preocupa más, pero una actitud furibundamente anti-inmigrante descalifica a cualquier candidato con este grupo), pero los militantes están completamente en contra de cualquier amnistía. Un político más hábil que Rubio hubiera podido defender su postura y al menos mantener el respeto de las bases. Rubio no es demasiado hábil. Le doy un 5%, pero es mucho menos político de lo que muchos decían hace un par de años.

Por cierto, la reforma migratoria fue aprobada en el Senado, pero la Cámara de Representantes rechaza ni siquiera someterla a votación. Rubio se inmoló para nada.

Mike Huckabee, ex-gobernador de Arkansas:

La verdad, no sé que hace aquí este tipo. Huckabee es un veterano de las primarias del 2008, donde quedó segundo tras una campaña entrañable en la que no se gastó un duro. Aprovechó su fama post-electoral para pasarse a los medios: hoy es un tipo entrañable, simpático, capaz de tocar el bajo en su programa de televisión y hablar durante horas con su dulce voz sureña en su programa de radio. Ahora ha comentado alguna vez que quizás vuelve a hacer el salto a la política, aprovechando su aire de pastor evangélico amable para atraer al voto cristiano del partido.

Si lo hace, no creo que llegue muy lejos. El tipo va bien en las encuestas en Iowa, pero el establishment del partido lo ve, con bastante razón, como un peso ligero sin demasiado futuro político. El tipo tiene una tendencia muy radiofónica a decir burradas para llamar la atención (ejemplo: hay más libertad en Corea del Norte que en la América de Obama), es muyconservador en temas sociales, siendo un evangélico de rama dura, y no tiene experiencia en política exterior. Es potencialmente el nuevo Rick Santorum: apoyo leal del sector cristo-friki del partido, derrota en última instancia cuando sus opiniones sobre temas religiosos asusten a los moderados y libertarios del partido.

Es la maldición del GOP actual: es un partido con un ala conservadora fuertísima, pero también horriblemente dividida. Los evangélicos, tea partiers, libertarios y populistas anti-inmigración son, probablemente mayoritarios en el partido, pero no se aguantan entre ellos. Romney se impuso el 2012 por este motivo; en el 2016 no me extrañaría volver a ver otro moderado haciendo lo mismo. Huckabee probablemente es un poco más viable que Cruz o Rubio, pero no por mucho: le doy un 10%.

Bobby Jindal, gobernador de Louisiana:

Nunca he acabado de entender por qué Jindal tiene tan buena prensa; siempre me ha parecido un político relativamente mediocre. Ideológicamente es un republicano sureño genérico con algunos toques de moderación; ha abrazado algunas reformas conservadoras (como las charter schools, que cada vez me convencen menos) con un entusiasmo tremendo. Aparte de eso… no tiene mucho más, aparte su origen étnico e historia personal (es hijo de inmigrantes indios). Es más listo que la media, y está menos loco que otros republicanos, pero no mucho más.

Algunos conservadores, por cierto, no aguantan a Jindal por su apoyo a los Common Core Standards en educación. No me voy a meter mucho a explicar qué son, pero Common Core se ha convertido en una de esas inexplicables obsesiones del sector enloquecido de la derecha americana. También viene de Louisiana, un estado increíblemente peculiar en cultura política incluso dentro del sur de Estados Unidos. Le doy un 5%, aunque probablemente merezca un poco menos.

Rick Perry, gobernador de Texas:

Tras hacer el ridículo el 2012 (¿recuerdan este video?), dicen que quiere volver a intentarlo. Se supone que Perry era mucho mejor político que lo que vimos el 2012, dicen, y que sus extraños debates presidenciales fueron provocados por estar tomándose calmantes o algo parecido.

A saber. Lo cierto es que Rick Perry no es un candidato viable el 2016 porque las pifias pasadas no se olvidan, y porque tiene un escándalo de corrupción relativamente serio en ciernes. Le doy un 5%.

Rick Santorum, ex-senador por Pennsylvania:

El cristo-friki oficial en las primarias del 2012, Santorum quiere volver a intentarlo. A favor, es conocido y tiene sólidas credenciales conservadoras. En contra, es un homófobo furibundo, un integrista religioso y, como demostró el 2012, un político relativamente mediocre. Si se presenta, se peleará con Huckabee por el voto evangélico, dividiendo a los conservadores. El hombre es mucho más aburrido que Huckabee, así que le doy un 5%.

John Kasich, gobernador de Ohio:

El hombre empezó la legislatura como gobernador republicano genérico, blanco, aburrido y un poco cavernícola en temas sociales. A finales del año pasado empezó a romper un poco este arquetipo, abrazando parte de Obamacare. Esto seguramente bastaría para que el tea party le dé la espalda, pero el problema de Kasich es un poco más profundo: es un tipo bastante aburrido, que ganó en el 2010 merced de ser un año increíblemente favorable para los republicanos. Sí, es gobernador de un estado decisivo, pero no irá a más. Un 5%, y gracias.

Nikki Haley, gobernadora de Carolina del Sur:

Me extraña que Nikki Haley no suene más en las quinielas: es india-americana, gobernadora de un estado del sur y bastante carismática. Tristemente, sus políticas son demasiado parecidas a las de un republicano genérico, pero no sin demasiada ambición. Carolina del Sur es un estado ya muy conservador, así que no puede aprobar grandes reformas que muevan las políticas públicas del estado más hacia la derecha sin salirse del país. Le doy otro 5%.

Ted Nugent, chiflado psicótico y cantante:

Aficionado a amenazar al presidente con armas de fuego y llamarle sub-human mongrel (mulato sub-humano) en un momento de mal humor. Mascota no oficial de Fox News a ratos, popular en círculos conservadores, patriota vociferante. Es también un pedófilo ocasional, ya que estamos. Dice que a lo mejor se presenta, sacará unas cuántas entrevistas y anuncios vendiendo oro, armas, municiones y conservas de ello, y poco más. Un 0%, obviamente.

…..

Concluyendo, tenemos:

Chris Christie: 15%Jeb Bush: 10% (con suerte)Paul Ryan: 15% (si se presenta en serio, algo más)Mike Huckabee: 10%Scott Walker: 10%Rand Paul: 5%Ted Cruz: 5%Marco Rubio: 5%Bobby Jindal: 5%Rick Perry: 5%Rick Santorum: 5%John Kasich: 5%Nikki Haley: 5%

Creo que da 100, aunque las cifras son completamente arbitrarias. Jeb Bush probablemente no se presente; Paul Ryan e incluso Chris Christie puede que tampoco. Muchos de los enanitos se lo pensarán y se quedarán a medias. Cuando estemos en primarias, los porcentajes se quedarán cortos. Como decía al empezar la serie, es demasiado temprano para otorgar probabilidades con ningún criterio medio decente; los artículos son más un presentación de los dramatis personaeque una predicción formal.

Si queréis un conclusión medio seria, leed los chapuceros porcentajes de arriba como una estimación de la fortaleza relativa de los candidatos: Christie, Bush, Ryan y Huckabee están mejor situados que el resto, pero por muy poco. Cruz, Paul, y Rubio harán ruido, pero poco más. Walker y Jindal están a medio camino entre ambos grupos; Walker, de todos ellos, es el que tiene más oportunidades para crecer, si sus problemas legales no van a más. Perry, Santorum, Kasich y Haley son improbables. La caída relativa de Christie ha dejado un boquete considerable en las primarias republicanas, y hay muchísimo espacio en el lado moderado del partido que realmente no está ocupando nadie. Un candidato moderado sorpresa (estilo Joe Scarborough, aunque no se presentará, o incluso Jan Brewer o Susana Martínez) puede tener una oportunidad no trivial de llegar relativamente lejos.

El problema, claro está, es que el GOP actual no parece generar moderados con demasiada frecuencia. En fin.

* Publicada en www.politikon.es

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