Bajo el título \”El Arte en Fusión\”, la exposición en el museo de l\’Orangerie, en el jardín de las Tullerías, incluye decenas de cuadros, dibujos y fotografías de los dos artistas mexicanos más famosos del siglo XX.
Una muestra sobre Diego Rivera y Frida Kahlo se inauguró en París, ofreciendo lo mejor de la obra de la mítica y turbulenta pareja y sellando la reconciliación entre Francia y México, tras varios años de distanciamiento.
Bajo el título “El Arte en Fusión”, la exposición en el museo de l’Orangerie, en el jardín de las Tullerías, incluye decenas de cuadros, dibujos y fotografías de los dos artistas mexicanos más famosos del siglo XX.
Comprende buena parte de los mejores óleos de Frida Kahlo (1907-1954), incluyendo “Columna rota” y otros autorretratos que reflejan una vida de amores turbulentos y una salud de ensañada crueldad.
Como muchos artistas, Kahlo nunca llegó a saborear el reconocimiento que le reservó la posteridad y que a partir de los años 80 convertiría a su obra en la más cotizada de América Latina.
El éxito póstumo de Kahlo fue tal que terminó ocultando la figura de Diego Rivera (1886-1957): la muestra en París busca restablecer el equilibrio.
“En Europa, Frida Kahlo es mucho más conocida que Diego Rivera”, comenta a la AFP Leila Jarbouai, una de las curadoras.
“Era importante mostrar en un pantallazo la obra de Rivera, con cuadros de caballete, pero también lo que no se puede mostrar en un museo”. Es decir principalmente murales, a través de reproducciones a escala menor, aunque también hay un dibujo a escala real que sirvió para realizar uno de ellos, mostrado por primera vez fuera de México.
La fama de Kahlo –cuya vida ha sido objeto de varias películas, incluyendo una en 2002 interpretada por Salma Hayek– terminó también ocultando a su propia obra, a expensas de una exuberante biografía, prolífica en amantes o amigos famosos como León Trotsky o André Breton.
La muestra incluye una sala de fotografías de Rivera y Kahlo, a menudo juntos, litografías y dibujos.
La exhibición en l’Orangerie, que cierra el 13 de enero, sella el fin de varios años de enfriamiento de relaciones entre Francia y México.
A la imagen de Rivera y Kahlo, que tras estar casados se distanciaron antes de reconciliarse y volver a casarse un año después, en 1940, Francia y México decidieron hacer lo propio, aunque les llevó más de un año.
La manzana de la discordia fue una polémica en torno al caso de la francesa Florence Cassez, detenida en 2005, condenada y encarcelada por secuestro hasta su liberación este año por decisión de la Suprema Corte de Justicia mexicana.
El acercamiento llegó de la mano del cambio de presidentes en ambos países, tras la llegada a la presidencia el año pasado de François Hollande en Francia y Enrique Peña Nieto en México.
La polémica había envenenado la relación durante largo tiempo, al punto que el entonces presidente de centroderecha Nicolas Sarkozy decidió en 2011 anular el “Año de México en Francia”, un programa de importantes actividades culturales, provocando una ola de indignación en México.
“La relación cultural había quedado detenida, con un programa que comprendía decenas y decenas de acciones, que desafortunadamente no se pudieron llevar a cabo”, recordó Rafael Tovar y de Teresa, presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes de México, presente en París para la ocasión.
“Ahora se retoma con una gran voluntad política esta posibilidad de colaboración en lo cultural, lo comercial, lo turístico y lo político”, dijo a la AFP el alto responsable mexicano.
“Entre México y Francia, siempre había una tradición cultural en la que el arte, y concretamente las artes plásticas, tienen un lugar muy especial”, dijo.
El nuevo amor es correspondido: simultáneamente a la muestra en París, realizada en buena medida gracias a préstamos del museo Dolores Olmedo, varias decenas de cuadros de l’Orangerie, desde Gauguin al aduanero Rousseau, cruzaron en sentido inverso el Atlántico y se exhibirán en México.