Ser presidente en la Argentina, donde los actores políticos, sociales y económicos sufren una insufrible aceleración de partículas, no es gratuito. Uno a uno, los mandatarios de los últimos años han ido sintiendo en carne propia el flagelo de su función. Y periodistas y lectores han debido tomar cursos acelerados sobre hipertensión, carótidas, depresiones o estenes. Desde ayer, todos sabemos y conjeturamos con alguna autoridad sobre el hematoma craneano y la arritmia deCristina Fernández de Kirchner, que era lo último que faltaba para intranquilizar a la sociedad.
Hay razones abundantes para perder la calma y preguntarse acerca del porvenir. Política, gobierno y Estado han sido en estos años el fruto de una construcción marcadamente piramidal, el escenario de un scrum de poca gente en el que convirtió el kirchnerismo al ejercicio del poder. Al punto tal que la suerte de sus banderas parece por estas horas atada a la evolución de la paciente Cristina, con reposo obligatorio y sin posibilidad de delegar el mando a su inefable vice Amado Boudou, un piantavotos sin igual que podría hacer perder por goleada la ya complicada elección del 27-0.
Mientras el oscuro (por su deliberada falta de brillo mediático) Carlos Zannini, asume virtualmente la conducción del país, oficialistas y opositores se preguntan cómo sigue el fixture sin el gran árbitro en el centro de la escena. ¿Guillermo Moreno, Julio De Vido, Axel Kicillof, Ricardo Echegaray, Mercedes Marcó del Pont, y siguen las firmas, podrán congelar sus trifulcas y diferencias a la luz del impasse que impone la salud de su jefa?
No es novedad que el país está crispado. Y en esta puja sectorial y política, mientras se desinflama la ajetreada cabeza de la presidenta en ejercicio, reverdecen las especulaciones sobre cómo continuarán las contiendas justo cuando asomaba el agotamiento evidente del modelo que pretendió cambiar de raíz las viejas articulaciones de la política argentina.
Mientras 6,7,8 llama a hacer el aguante a su líder, y el arco opositor reclama gobernabilidad e información sobre el penoso percance presidencial, la liga peronista se prepara para lo que viene.
Los animales políticos no se doblegan. “El león nunca se vuelve herbívoro”, dijo Lula cuando lo pilló el cáncer. Cristina, siguiendo ese apotegma, seguirá terciando mientras le den las tabas. La pregunta, nuevamente, es qué quedará de pie, y quienes sostendrán este estado de cosas que ya estaba debilitado antes del anuncio de la colección subdural crónica.
Cómo sigue esto, después de este mes de reposo de CFK, durante el cual, como estaba previsto, los argentinos irán a las urnas.
* Director de Mining Press