La llegada del goleador uruguayo es la novela del mercado de pases. Pero en Núñez, el problema del equipo pasa por otro lado.
La novela de este mercado de pases es la posible llegada del goleador uruguayo Luis Suárez a River Plate. El artillero “charrúa” fue dejado de lado por el “Cholo” Simeone en el Atlético de Madrid y necesita ritmo y continuidad para llegar bien al Mundial de Qatar 2022, que comenzará el 21 de noviembre.
El futbolista de 35 años busca un lugar en Europa pero ningún equipo “top” parece demasiado interesado y ahí es donde crecen las ilusiones “millonarias” para sumar un apellido de renombre mundial para dar vuelta un inicio de campeonato sin triunfos ni goles. El “Pistolero” aparece como una solución pero bien sabe Marcelo Gallardo que, en realidad, el problema de su River 2022 es la pólvora y no quien dispara a gol.
Más allá de cuánto humo o cuánta realidad hay en las negociaciones por regresar a Suárez otra vez al Río de la Plata, la situación en la que se encuentra el equipo de Núñez no se arregla con una sola figura.
De hecho, en River juega -hoy por hoy- el mejor futbolista de América, Julián Álvarez. Y aunque es el goleador en lo que va del año en Argentina, el “Araña” solo no pudo tirar del carro para avanzar hacía la final de la Copa de la Liga.
Álvarez se va a quedar en el club hasta los octavos de final de la Copa Libertadores. Tras los cruces con Vélez Sarsfield, el Manchester City ya podrá activar la cláusula para llevárselo a hacer la pretemporada europea bajo las órdenes de “Pep” Guardiola. Cómo suplantarlo es el (nuevo) desafío de Gallardo.
La versión 2022 mantiene el poder de fuego de Álvarez (seis goles a Colo-Colo en 90 minutos y “hat-trick” a Sarmiento de Junín, por ejemplo) pero con poco acompañamiento del resto del equipo.
El apabullante campeón 2021 contaba también con el aporte goleador de Brian Romero (9 tantos), Nicolás De la Cruz (4), el ya vendido Jorge Carrascal (3), el siempre entre algodones Matías Suárez (3), Agustín Palavecino (2) y hasta dobletes de Enzo Pérez, Bruco Zuculini y el ahora lesionado Robert Rojas.
Con Romero con el arco cerrado y sólo con la ayuda en la red de Enzo Fernández, cuando Álvarez tiene una mala noche, River empata o pierde.
Al equipo le cuesta construir juego. Más previsible que en otras temporadas, su capacidad de daño ha mermado. Y, encima, la defensa muestra grietas que antes no se veían porque la contundencia en ofensiva destruía a los rivales antes de que pudieran acercarse a Franco Armani.
Suárez podrá llegar a River con sus más de 500 goles a cuestas, listo para seguir disparando hacia los arcos rivales. Pero si el equipo no construye el juego necesario para dejarle el arma lista y cargada, el “Pistolero” será más un “pif” que un tiro al blanco de un Gallardo que -con los refuerzos- viene con la pólvora mojada en los últimos tiempos.