Friends are the friends

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Nuevas pero viejas caras. Como si se tratase de una parábola de la historia, en este caso energética, de la Argentina de las últimas décadas, el grupo Manzano, más el magnate del cloro Mauricio Filiberti, se ha quedado con Edenor.

En los mentideros del sector se subrayaba el precio de bicoca de una de las disco eléctricas más grande de la región. Esto no sorprende en la  Argentina, donde los activos se han caído como piano desde un rascacielo, pero en cámara lenta, desde el primer kirchnerismo, que impuso tarifas políticas a las privatizadas por otro peronismo, el del ahora nonagenario Carlos Menem.

Precisamente, y ahí se cierra un círculo, el tenaz y verborrágico jefe de diputados justicialistas de aquella época y hoy encumbrado empresario global José Luis Manzano, argüía por entonces las buenas razones para abolir el capital estatal en empresas carcomidas por la desinversión. Quienes vivieron aquella época y aún viven, saben del gran gap entre los sueños argentinos y el duro devenir del país.

El colapso eléctrico es un pertinaz y cruel resultante que el macrismo intentó dejar atrás con tarifazos drásticos que ayudaron a los balances de las empresas pero le complicaron la vida a un tejido social, comercial e industrial cada vez más empobrecido.

De aquellos liberales 90’s y antes aún en la juvenilia democrática de los 80’s, data una amistad nunca estentórea pero para quienes conocen de cerca al peronismo, siempre fiel, entre “Chupete” Manzano y la familia Kirchner. Eran los tiempos en que Néstor y Cristina eran ignotos políticos de la gélida Santa Cruz.

Pertenecer tiene sus privilegios y por eso nada mejor que los amigos para manejar un espinoso negocio atravesado por singularidades.

Sólo los expertos en Argentina no se asombran de que en los “due diligence” de cualquier “take over” de empresas de servicios públicos haya abundantes menciones y ecuaciones sobre subsidios, regulaciones y las gordas deudas con Cammesa, por eso tampoco es noticia que el traspaso de acciones haya venido precedido del pago del Estado de una importante mora que acumularon los municipios bonaerenses por el consumo de los “colgados”, muchos de ellos habitantes del creciente padrón de la pobreza argentina.

Finalmente, otro círculo que se cierra con esta venta es el de Pampa Energía, el holding argentino que creció al calor de la primera Era K y lo siguió haciendo durante la gestión de Cambiemos. Marcelo Mindlin, desde que decidió separar sus negocios de los de Eduardo Elsztain, sabe lo que es surfear en las olas de la energía argentina. Un país y un sector en el que hay que saber entrar y salir a tiempo. 

Falta saber, y eso lo dirá el tiempo, un par de cosas. Una es si este cambio de dueños de Edenor es un hecho aislado o si será la primera cuenta de un rosario de M&A eléctricas en el país. La otra, no menos importante, es si detrás de esto se viene una marea china como está ocurriendo en otros países de la región, Chile sin ir más lejos, que inundará el sector energético. 

Los compradores de Edenor ya están transitando un camino de inversiones y desplegando negocios en chino mandarín, como se conoció recientemente a propósito de la inversión de Integra Capital en el litio del NOA.

En el intríngulis 2020, hay ganadores y perdedores. Y capitales que abandonan negocios mientras otros arriban a caballo de vientos de cola. Las peripecias económicas de un país pueden resultar, al fin y al cabo, tan sólo un detalle.

* Director de EnerNews y Mining Press

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