Aunque de otra generación, el modelo de acumulación de poder -político y económico- no es distinto al de los Moyano.
Víctor Santa María es sindicalista, empresario y político. También dirigente deportivo. Es, además, uno de los hombres que orbitan cerca del presidente Alberto Fernández.
Como jefe del Sindicato Único de Trabajadores de Edificios de Renta Horizontal (Suterh), acordó recientemente una de las paritarias más altas, con una suba anual de 29% para los porteros, en una negociación que para algunos resulta desigual por la influencia que ejerce sobre dos de las tres cámaras de administradores que ofician como patronal. Existe una cuarta, creada durante la gestión de Mauricio Macri, pero que no tendría habilitada la personería jurídica y gremial para cambiar la ecuación.
“Se ponen los sueldos solos”, ironiza un operador que conoce el abecé de las paritarias. Lo que hace Santa María, en definitiva, es una práctica habitual de varios sindicalistas. Hugo Moyano, por ejemplo, apostó fuerte a la división en la Federación de Entidades del Transporte de Autocargas (Fadeeac) y fogoneó el surgimiento de otra federación empresaria, más poderosa e influyente, y con interlocutores conocidos y cercanos. “Hasta que los propietarios de edificios no tengan una representación más fuerte, la paritaria del Suterh seguirá siendo un viva la pepa”, opina un exfuncionario que conoció en detalle cómo funciona el mecanismo.