Más de 17.000 ciudadanos del gigante sudamericano cruzaron la frontera en El Paso en el último año, solicitando asilo igual que los inmigrantes centroamericanos.

La ciudad estadounidense de El Paso, en el estado de Texas, es conocida por ser uno de los lugares de entrada para inmigrantes centroamericanos que pretenden cruzar la frontera, sea legal o ilegalmente, en búsqueda de una mejor vida en Estados Unidos.

Sin embargo, los cientos de miles de familias de Honduras, El Salvador y Guatemala, conocidos colectivamente como integrantes del “Triángulo del Norte”, no son los únicas que buscan ingresar a Estados Unidos a través de El Paso.

Según reporta la agencia AP, cientos de brasileños cruzan la frontera desde la mexicana Ciudad Juárez cada semana.

La migración silenciosa. En total, unos 17.000 brasileños han cruzado la frontera de El Paso en el último año, solicitando asilo igual que los inmigrantes centroamericanos.

Ahora representan una cuarta parte de los inmigrantes detenidos en esa ciudad estadounidense, solo superados en número por los mexicanos.

Esta “migración silenciosa a través de una sola ciudad de EEUU” revela, según señala la agencia de noticias estadounidense, “una nueva frontera en el esfuerzo de la Administración Trump para cerrar la vía de inmigración legal para las personas que alegan temor a la persecución”.

El lunes, el director interino de Operaciones y Comisionado interino de Aduanas y Protección Fronteriza de EEUU, Mark Morgan, prometió que tratará de prohibir la aprobación del asilo para migrantes de fuera de América Central y Sudamérica de habla hispana.

“Estamos viendo, nuevamente, individuos de países extraterritoriales, extracontinentales, que vienen de Brasil, Haití, África”, detalló Morgan, prometiendo implementar reglas para obstruir a los migrantes de esos países “con el mismo nivel de compromiso que tuvimos con iniciativas para abordar el problema con las familias del Triángulo del Norte”.

Esas iniciativas incluyeron hacer que las familias esperen meses en ciudades fronterizas mexicanas a menudo peligrosas para solicitar asilo, devolverlas a México para esperar audiencias en los tribunales y una regla reciente que rechaza efectivamente casi todas las solicitudes de asilo, independientemente de su mérito.

Refugiados económicos. Brasil se sumió en su peor recesión en 2015 y 2016, y se encamina hacia su tercer año consecutivo de aproximadamente un 1% de crecimiento económico. Agregando el subempleo, la cifra se duplica a casi una cuarta parte de la fuerza laboral o 27 millones de personas.

“Las cosas están muy mal en Brasil en este momento. La única forma de tener una vida mejor es ir a la universidad, pero la universidad es muy cara”, explicó a AP Helison Alvarenga, un joven brasileño que llegó por El Paso en agosto con su esposa y su hijo pequeño después de cruzar la frontera.

Muchos que provienen de Brasil solicitan asilo citando el alto desempleo del país y la persistente corrupción y violencia, comentó a la agencia Luciano Park, un abogado de inmigración que llegó de Brasil para asistir a la escuela de leyes en Boston.

Pero ahora, simplemente tratar de escapar de la violencia crónica de Brasil relacionada con pandillas, a menudo no es suficiente para solicitar asilo, advirtió Park.

Las mujeres que citan razones de violencia doméstica también tienen menos probabilidades de ganar sus casos para conseguir asilo bajo las reglas más estrictas impuestas por la Administración Trump.