Es la mejor justificación hallada para explicar por qué no se cumple la ecuación que equilibraba al Frente de Todos: “El gabinete para Alberto y el Congreso para Cristina”.
Un gabinete para el desembarco en Normandía. Esa es la metáfora que utilizan algunos de los dirigentes que acompañan a Alberto Fernández para describir la imagen del equipo que se hará cargo del Poder Ejecutivo el 10 de diciembre. Es la mejor justificación hallada hasta ahora para explicar por qué no se cumple la supuesta ecuación que equilibraba al Frente de Todos. Aquella que rezaba como un salmo: “El gabinete para Alberto y el Congreso para Cristina”.
Pero, como se ha ido viendo en los últimos días, la ex presidenta quiere a algunos de los suyos en ciertos lugares sensibles del gabinete además de haber armado un esquema que le es absolutamente fiel y funcional. Tanto en la Cámara de Senadores como en la de Diputados, donde ubicó estratégicamente a su hijo Máximo al frente del bloque peronista.
La primera víctima visible del blitzkrieg de Cristina es Sergio Massa y le toca a Alberto Fernández reducir al máximo los daños para no emerger “a priori” como un presidente debilitado.