Postales de ayer: Cuando se apagan las estrellas

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La pérdida del título mundial de los Moscas por parte de Pascualito Pérez disparó las pocas y sabias palabras del gran Félix Frascara. Su hijo lo recuerda.

Tardes grises que empujan a escarbar papeles. Desde hace varios días que tengo al Luna Park girando en mi cabeza. Me doy cuenta de que la noticia de su posible venta y demolición me ha conmovido; no por sorprendido, sino justamente lo contrario: por preparado. Los años han ido forjando en mi mente una red protectora de ese lugar tan especial, tan porteño, del Bajo, en el nacimiento de nuestra magna avenida Corrientes. 

Las noches estelares de un escenario que impulsó el crecimiento del boxeo. Nombres encadenados de estrellas refulgentes; porque creo que no hay nada más parecido entre el recorrido de una estrella y el relumbre de la vida de un boxeador.

Crecí sintiendo primero y entendiendo después que el Luna era un faro que me guiaba en esas noches que enmarcaron hazañas del ring. El Luna, Corrientes, el Nápoli, el Jousten, el Corrientes 11, La Helvética; todos nos aguardaban con sus mesas tendidas y sus platos humeantes después de las peleas… Me veo corriendo barranca arriba rumbo a la querida redacción de la calle San Martín, la escritura febril, los papeles cortados párrafo por párrafo para alcanzar el cierre del taller. Se me agrisa la vida sin el Luna Park. Y éste es el recorte que encontré, parte de mis archivos y de mis venas.

A comienzos de los años ‘60 Félix, mi padre, sufrió otro de los shocks que propina el boxeo: perdía Pascual Pérez su corona mundial de la categoría mosca ante el tailandés Pone Kingpetch. Félix había visto al argentino obtener la medalla dorada en los Juegos Olímpicos del ’48 y desde entonces lo trató como lo que era: una de las figuras máximas del boxeo mundial. Y en su micro diario de radio Belgrano mi viejo apuntó: “Es ahora, en el momento de la caída, cuando se nos ocurre que debemos rendir homenaje a quien conquistó para el boxeo argentino el primer –y hasta ahora único- título de campeón mundial. Conociendo a Pascual personalmente, sabiendo que no lo mareó la fama y que si padeció sinsabores no fue por su actividad… debe estar en estos momentos con el ánimo por el suelo, porque dentro del circuito limitado en que se desenvuelve su vida, era en el boxeo donde él encontraba el sosiego, la paz, la tranquilidad. Aunque pueda parecer extraño que sea en el fragor de los combates y frente al rumorear muchas veces ensordecedor de la multitud donde Pascualito encontrara el remanso de su absoluta independencia”.

Un comentario típico en el que Félix mostraba el conocimiento que tenía de los actores y la ductilidad para presentar en poquísimas palabras la entraña que él descubría bajo las trompadas.

* Periodista emérito

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