Murió Horacio Accavallo, el cartonero que supo retirarse campeón del mundo

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Horacio Accavallo, quien fuera campeón mundial de boxeo de peso mosca entre 1966 y 1968 y se retirara con el cinturón de monarca en su poder, falleció este miércoles a los 87 años tras padecer durante casi una década el mal de Alzhemier.

“Así te voy a recordar viejo!. Con los brazos en alto como un Campeón. Gracias por tus enseñanzas y por inculcarme tus valores. Descansa en paz”, escribió su hijo, Horacio Acavallo Jr., junto a una foto de su padre en su cuenta de la red social Instagram.

La historia de Accavallo comienza como la de muchos otros boxeadores: en la pobreza. Nacido en Villa Diamante, en el partido bonaerense de Lanús, el 14 de octubre de 1934, creció con otros cuatro hermanos juntando cartones en “La Quema” detrás del estadio de Huracán. También fue botellero, lustrabotas y malabarista.

El boxeo le dio la oportunidad de poder asegurarse -él y toda su familia- un plato de comida caliente todas las noches. Y dentro del ring puso todos sus esfuerzos que había repartido en changas para sobrevivir.

Tuvo su noche de máxima gloria deportiva cuando se consagró como el segundo campeón mundial de boxeo de la Argentina (el primero había sido Pascual Pérez) al vencer el 1° de marzo de 1966 en Tokio al japonés Katsuyoshi Takayama en fallo dividido.

Como campeón, defendió el título del mundo por primera vez el 15 de julio de 1966 frente al japonés Hiroyuki Ebihara. La segunda ocasión fue el 10 de diciembre de ese año ante el mexicano Efren “El alacrán” Torres y la tercera y última el 12 de agosto de 1967, nuevamente ante Ebihara. Todas fueron victorias en el Luna Park y por puntos.

Cuando se entrenaba para la cuarta defensa, programada para octubre del ’68 contra el brasileño Manuel Severino, decidió que no iba más y se lo anunció al legendario manager “Tito” Lectoure.

“Tito, no voy a pelear contra el brasileño, lo siento, no voy a pelear más. Estoy notando que me pegan muchachitos que antes no me hubiesen llegado; estoy lento y prefiero retirarme siendo campeón del mundo y no defraudar a la gente que pagará para alentarme y verme ganar”, le dijo a su amigo, quien devolvió el dinero a quienes ya habían pagado una entrada.

De esa manera, el 11 de octubre de 1968, Horacio Accavallo se retiró del boxeo con el título del mundo en su poder y un récord de 83 combates, con 75 triunfos (34 por nocaut), dos derrotas y seis empates.

Tal vez esa haya sido una noche aún más gloriosa que la de su consagración. Un hombre que se había forjado a sí mismo y había logrado esquivar el destino de pobreza y privaciones que la vida le tenía preparado, no hizo alarde de su guapeza en el encordado y supo decidir cuando ya no había que dar más pelea. De esa manera, nunca regaló la triste imagen que muchos grandes campeones dejaron en el ocaso de sus trayectorias por no reconocer lo que Accavallo detectó rápidamente. “Roquiño”, evidentemente, había aprendido muy bien las lecciones que le dejaron los golpes recibidos en “La Quema” durante su niñez.

Ya retirado, en 1968 Horacio Accavallo formó parte de la película “Destino para dos” y en 1980, en la primera edición de los Premios Konex, recibió un Diploma al Mérito como uno de los 5 mejores boxeadores de la historia en Argentina.

Además, se convirtió en empresario de venta de indumentaria deportiva, con 32 locales bajo su mando y una fábrica de calzado, Jaguar, que fue una creación suya. La famosa “universidad de la calle” perdió a uno de sus más encumbrados egresados. Adiós, campeón.

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