Quién fue el olvidado científico Octavio Frabicio Mossotti

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El autor revela la obra y la personalidad de un estudioso que acompañó el nacimiento de la ciencia en Buenos Aires.

Natural de Novara, en Italia, y nacido el 18 de abril de 1791, Octavio Frabicio Mossotti tenía 35 años cuando llegó a Buenos Aires. Físico, electricista, astrónomo, climatólogo y topógrafo, fue un destacado hombre de ciencia. Profesor de la cátedra de Física de la naciente Universidad de Buenos Aires, junto con Alejandro Bonpland es considerado un importante formador en esa casa de estudios.

Con motivo de la reforma eclesiástica de Bernardino Rivadavia, así como una parte del convento de los Recoletos fue convertido en cementerio, las desocupadas celdas altas del convento de Santo Domingo fueron ocupadas por Mossotti, quien instaló allí su gabinete y laboratorio, que servía de observatorio, desde donde se realizaron los primeros reconocimientos astronómicos y pluviométricos en nuestro país. Fue vasta la obra de este científico, a cuyas clases concurrían también los estudiantes de Medicina por sus descripciones de la electricidad en el interior de los cuerpos.

Mossotti tomó contacto con uno de los grandes hombres de ciencia de la época, el ingeniero Felipe Senillosa, director del Departamento Topográfico, quien lo nombró en esa institución, la que funcionaba en la Manzana de las Luces y donde se desempeñó hasta 1831. Entre otras cosas determinó la latitud de Buenos Aires tomando como referencia la Pirámide de Mayo, que bueno es decirlo no se encontraba en su actual ubicación sino frente a la Catedral, ya que la plaza se encontraba cortada por el edificio de la Recova.

Mossotti ha sido recordado escasamente, a pesar de su extraordinaria labor. Con motivo del bicentenario de la independencia argentina se realizó un Congreso en la ciudad de Buenos Aires del que participaron en la mesa dedicada a las ciencias los doctores Miguel de Asúa y Marcelo Monserrat. Allí coincidimos con ambos sobre el papel fundamental de Mossotti en el desarrollo del conocimiento científico de su tiempo.

Pocas páginas se conservan de Mossotti. Sin embargo, La Gaceta Mercantil supo rescatar sus informes meteorológicos, como el del sábado 5 de abril de 1828, dirigido a la dirección del diario y en el que apunta: “Estoy encargado por el Departamento Topográfico de ofrecerles una copia de las observaciones meteorológicas que se hacen por orden del mismo establecimiento; y me presto de buena gana a este encargo en la esperanza que la comunicación de tales observaciones puedan ser gratas al público y a Uds. Las observaciones comprenden la altura del barómetro, los grados del termómetro, el estado igométrico del aire, la dirección del viento, el estado de la atmósfera y la cantidad de agua caída…”.

Después de dar un detalle acabado de los instrumentos agrega que el barómetro fue fabricado “por la firma Troughton y Sims de Londres, y llegó a la ciudad junto con otro construido por el señor Newman comprado para la cátedra de física de Buenos Aires… en el Observatorio Real de París en lugar de las 4 se observa la altura del barómetro a las 3 de la tarde, pero para las observaciones que he hecho en los dos últimos meses, consta que frecuentemente el barómetro está más bajo a las 4 que a las 3”.

Troughton, añade Mossotti, y su socio también fueron los constructores del termómetro porteño “y en una escala de longitud de 14 pulgadas inglesas comprende sólo 200 grados, de manera que se puede con facilidad distinguir un cuarto de grado y menos también”. Este termómetro, añade, “está situado a la sombra frente al sur, lejos de la influencia de cuerpos extraños, al abrigo de la humedad y del viento y a la altura de 9 pies sobre el suelo”; los grados y sus décimos se tomaban en la división Fahrenheit.

“Un termo metrógrafo de alcohol está situado igualmente en una jaula fuera de una ventana de un corredor contiguo a la sala de física el cuál sirve para marcar la más pequeña temperatura del día… en breve tiempo se espera llegará de Londres otro termo metrógrafo de mercurio con el cual se conseguirá la máxima temperatura del día”, reseñó.

El higrómetro de Mossotti era el inventado por el físico inglés John Fréderic Daniell en 1820, “y es a nuestro juicio preferible a todos los otros y de éste se hace uso en nuestras observaciones”, acotó en su carta. Para medir la lluvia había instalado un pluviómetro “sobre la azotea de la sacristía del convento de Santo Domingo”, indicó.

Más adelante agrega: “La ciudad de Buenos Aires participa de un adelantamiento en el arreglo de los relojes públicos que ha sido introducido sólo en Inglaterra y en 2 o 3 capitales de Europa, quiero decir que sus relojes están arreglados según el tiempo medio…”.

Éstas y otras noticias publicará Mossotti en La Gaceta Mercantil, cumpliéndose en él aquello de que el científico puede ser un gran divulgador de sus materias cuando se pone al común de las gentes al explicar sus conocimientos y dar clases magistrales a través de notas como la que acabamos de comentar… claro que hace casi dos siglos!!!!!!!

* Historiador. Académico de número y vicepresidente de la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación

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