Crisis migratoria en Europa: La nueva Italia se endurece

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El gobierno populista -y antieuropeo- que lidera Matteo Salvini rechazó la entrada de otro barco con 224 inmigrantes a bordo y boicotea la minicumbre de Bruselas del domingo. El dilema de Merkel y el incendio entre París y Roma.

El nuevo gobierno, de corte populista, de Italia desató un conflicto en Europa por la crisis de los inmigrantes. Ya sin disimulo, el líder de la Liga, el ultraderechista Matteo Salvini, comenzó una ofensiva por vías diplomáticas y marítimas con el fin de hacer cambiar de rumbo a la Unión Europea, que vive un duro enfrentamiento a varias bandas por este tema.

Por la noche del juebes, Salvini le pidió al primer ministro, Giuseppe Conte, que no asistiera a la minicumbre informal de gobernantes que se celebrará este domingo en Bruselas si ya hay un borrador de documento redactado. En la mañana del viernes, en una agresiva campaña de mensajes en sus redes sociales, volvió a oponerse a la llegada a los puertos italianos de otro barco con 224 inmigrantes rescatados.

“La batalla por la política migratoria europea empieza a parecerse a un Italia contra todos. Pero el pulso con Alemania, de momento, resume bien la contienda”, apunta la crónica del diario español El País.

Los tuits de Salvini querían expresar sin embagues el descontento de su gobierno con la orientación de la reunión que convocó la Comisión Europea (Ejecutivo comunitario) para dentro de 48 horas en la capital belga.

No obstante, el tono de sus mensajes desconcertó incluso a sus socios de la coalición de gobierno, que no logran seguirle el ritmo y tratan de reubicarse. Consciente de ese malestar, la institución lanzó este jueves un mensaje de apoyo a Roma para aplacar los ánimos. “Durante mucho tiempo Italia ha asumido una responsabilidad muy superior a otros. Hace bien en pedir un cambio. No es justo” que se mantenga el status quo, apuntó el comisario de Migración, el griego Dimitris Avramopoulos. Pero la máquina propagandística de Salvini parecía ya imparable.

Poco después, el dirigente xenófobo volvió a anunciar que los puertos italianos impedirían a la ONG alemana Lifeline, cuyo barco tiene bandera holandesa, el desembarco de los 224 migrantes que llevaba a bordo.

“Las ONG extranjeras, con personal extranjero, con financiación extranjera y con bandera extranjera ya no volverán a tocar suelo italiano”, desafió en uno de sus posteos en Facebook. En esta ocasión, Salvini acusó a la organización alemana de no respetar las órdenes de las guardias costeras libia e italiana, que le indicaron que no se moviera puesto que sería el país africano quien se ocupase del rescate.

“Pero estos desgraciados [también los llamó “pseudovoluntarios”], incluso poniendo en peligro la vida de los inmigrantes en estos botes, no han escuchado a nadie y han intervenido cargando a la fuerza una valiosa cantidad de seres humanos, de carne humana a bordo”, se despachó.

Internas y externas. El instinto electoral de Salvini le indica siempre al actual ministro del Interior italiano cuando hay que gritar. El problema es que, como ya advirtió su socio de gobierno (el M5S), la responsabilidad para cerrar los puertos es del ministerio de Transportes e Infraestructuras, en manos de Danilo Toninelli, que claramente no responde a Salvini. “Las naves de las ONG Lifeline y Seefuchs serán confiscadas por el Gobierno italiano y traídas a nuestras costas para verificar la bandera a la que pertenecen”, informó Toninelli, dando a entender que sí habrá un desembarco en Italia y añadiendo un nuevo capítulo a los desencuentros en la flamante e inestable coalición.

El M5S y la Liga discrepan profundamente en los modos y, especialmente, en cómo sacarle provecho políticamente a esta crisis. Pero están de acuerdo en el fondo de la cuestión. Y el Ejecutivo italiano entiende que el encuentro del domingo se organizó para atender las demandas de Alemania, que clama por frenar el tránsito de demandantes de asilo desde los países a los que llegan inicialmente (los del Sur) hasta sus fronteras. Aunque la propuesta de la Comisión Europea recoge pedidos de las dos partes, las más concretas e inmediatas se centran en impedir esos llamados movimientos secundarios. De hecho, fue la propia canciller alemana, Angela Merkel, la que pidió este encuentro para frenar a su ministro del Interior, Horst Seehofer, que la amenazó con medidas unilaterales en las fronteras. Algo que Merkel no comparte y que pone en riesgo —como en Italia— la supervivencia de la propia coalición germana.

Italia mantuvo la postura opuesta. Su representante saludó la plataforma e insistió en la necesidad de ejercer una “responsabilidad compartida” en los desembarcos. Este país, entonces gobernado por los socialdemócratas, ya había intentado el año pasado sin éxito que Francia y España asumieran algunas de estas operaciones.

El también flamante gobierno del socialista Pedro Sánchez se inauguró con una actitud diferente al acoger el buque Aquarius, que Italia dejó abandonado en el mar, aunque está por verse la posición general. Por el momento, los representantes españoles muestran cierta inquietud con la plataforma e insisten en que la solución reside en cooperar con los estados de origen de los migrantes.

Para convencer a los italianos de que la idea avanza, Avramopoulos mencionó a varios países norteafricanos con los que dice mantener contactos, aunque sin ceñirse exclusivamente a los centros de migrantes. Egipto, Libia, Argelia, Túnez y Marruecos figuran entre esos estados, aunque la idea de crear esas instalaciones en Libia, un país sumido en el caos, parece descartada.

“Estoy en contra de una base de migrantes tipo Guantánamo. Eso está fuera de lugar”, trató de tranquilizar el funcionario.

Tensiones y más tensiones. Entretanto, la reunión que mantuvieron este jueves los representantes de los 28 Estados miembros de la UE en Bruselas para preparar la cumbre europea (no la informal de esta semana sino la formal del próximo jueves) ofreció una excelente muestra de la pugna. “El representante alemán se quejó porque, a su entender, en los últimos meses la Unión se concentró más en las soluciones externas (impedir que lleguen migrantes) que en las internas (reformar el sistema de asilo para que no todos los que ponen un pie en Europa terminen llamando al timbre alemán), según fuentes conocedoras del encuentro”, indica El País.

Berlín planteó también ciertas dudas ante la creación de la llamada plataforma regional de desembarcos, un concepto que pusieron sobre la mesa las instituciones en Bruselas —en colaboración con la ONU— para reunir a todos los migrantes rescatados en el mar en un tercer país, fuera de la UE, donde se procesarían sus expedientes.

En simultáneo, y como ejemplo del nivel al que ha escalado el problema, Italia y Francia estuvieron la semana pasada a punto de provocar un conflicto diplomático de incierto desenlace. Superado momentáneamente, este jueves volvió a explotar cuando el presidente francés, Emmanuel Macron, calificó al populismo como una “lepra” y se refirió indirectamente a Italia. “Crecen un poco en todos lados en Europa, en países que pensamos que sería imposible verlos reaparecer. ¡Nuestros amigos vecinos sueltan las peores cosas y nos acostumbramos! Realizan las peores provocaciones y nadie se escandaliza”, expresó.

Luigi Di Maio, vicepresidente de Italia y líder del M5S, se encargó de la respuesta. “Son palabras ofensivas y fuera de lugar. La verdadera lepra es la hipocresía de quien devuelve a los migrantes a Ventimiglia [frontera italiana con Francia] y nos da lecciones morales cuando pedimos una distribución equitativa”.

Como se ve, las perspectivas no son las mejores.

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