El líder norcoreano hizo un viraje de 180 grados a su postura beligerante. Ahora dice estar a favor de la “desnuclearización” de la península. El contexto.
De la Redacción
La sorpresiva visita de Kim Jong-un a Beijín relanzó la imagen internacional del líder norcoreano, que hasta hace pocos meses era un paria de la política global y ahora se codea con los máximos dirigentes mundiales.
Siendo Corea del Norte un país pobre que se ubica en el puesto 124 en el ránking mundial por PBI, su desarrollo nuclear y armamentístico lo colocaron inesperadamente como interlocutor inevitable para las grandes potencias, en particular de China -el mayor comprador de sus productos- y Estados Unidos.
Estas son las cinco claves para entender el significado de la visita de Kim a China y su encuentro con el presidente Xi Jinping .
Cambio de imagen. Después de haber sido objeto de burlas el año pasado cuando el presidente Donald Trump lo calificó de “hombre cohete”, en los primeros tres meses de este año Kim ejecutó una inusual ofensiva diplomática. El mes pasado envió a su hermana menor a los Juegos Olímpicos de Invierno, en Corea del Sur, e invitó al presidente de Corea del Sur a Pyongyang. Luego anunció una cumbre con Trump para mayo y ahora, con la subrepticia visita a Pekín, recompuso sus relaciones con China, que se habían deteriorado por su excentricidad e intransigencia.
“Kim está tratando de captar la atención para mostrar que puede desempeñar el papel de estadista internacional”, opinó Jean H. Lee, un experto de Corea del Norte en el Centro Wilson de Washington.
“El labio y el diente”. Mao Tse-tung dijo alguna vez que China y Corea del Norte, dos viejos aliados comunistas, estaban “tan cerca como los labios y los dientes”. Pero la carrera nuclear de Pyongyang la distanció de su antiguo socio y mentor. Sin embargo, en el encuentro de esta semana entre Kim y Xi abundaron las sonrisas y los abrazos. En el almuerzo de ambos dirigentes junto a sus respectivas esposas hubo “una atmósfera armoniosa e íntima desde el principio hasta el final”, según el relato oficial de Corea del Norte. “Simplemente mirando el lenguaje corporal, Kim parece muy cómodo reuniéndose con Xi”, dijo Jung Pak, un experto de Corea del Norte en la Brookings Institution y ex oficial de la Agencia Central de Inteligencia encargado de analizar al dictador.
Una bicicleta de tres ruedas. El acercamiento entre Kim y Xi, a unos dos meses del anunciado encuentro con Trump, es también una presión sobre el presidente estadounidense. Los analistas dicen que el jefe de la Casa Blanca deberá aceptar que el tándem es “una bicicleta de tres ruedas”, Washington-Pekín-Pyongyang, lo que también es una garantía sobre los eventuales compromisos.
La desnuclearización. Durante su visita a Pekín, esta semana, Kim dejó en claro que su política nuclear no tenía como objetivo “domesticar con fuego al viejo chocho norteamericano”, como dijo en su momento. Su meta principal era ser oído por las grandes potencias y conseguir algo de alivio para su asfixiada economía.
En China Kim dijo que “si Corea del Sur y Estados Unidos responden a nuestros esfuerzos con buena voluntad, crean una atmósfera de paz y estabilidad mientras toman medidas para la realización de la paz”, la desnuclearización de la península será posible. Incluso dijo que estaba “comprometido con la desnuclearización”.
El gran pacificador. Luego de que el Congreso chino lo confirmase como presidente vitalicio del país, Xi está decidido también a jugar un rol de liderazgo en la política mundial. “Xi no hubiera concedido esta reunión a menos que los chinos estuvieran genuinamente preocupados por las cumbres venideras y quisieran algún tipo de papel para jugar”, dijo Robert Kelly, profesor de Ciencias Políticas y Diplomacia en la Universidad Nacional de Pusan en Busan, Corea del Sur.