Apostillas del cierre

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Mar del Plata (Enviada especial).

Debut de la firma electrónica. Por primera vez, los presidentes y jefes de gobierno iberoamericanos firmaron la declaración final de una cumbre de manera electrónica. Pero el avance tecnológico les complicó un poco la vida a algunos mandatarios. Por ejemplo, el ecuatoriano Rafael Correa tardó unos minutos en encontrar el dispositivo, ante la mirada del rey Juan Carlos I de España, que estaba sentado a su lado.

Sin “foto de familia”. Los presidentes de Brasil, Lula Da Silva; y de Perú, Alan García; no participaron de la foto oficial de la cumbre, ya que se habían retirado del salón cuando se hizo la tradicional “foto de familia” para regresar rápidamente a sus respectivos países. Tampoco pudieron estar presentes cuando la foto se repitió frente al mar. En la apertura no habían estado el ecuatoriano Rafael Correa y el chileno Santiago Piñera.

Ni una palabra sobre WikiLeaks. Después de posar para la foto oficial de la cumbre, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, salió a un balcón del Hotel Provincial y desde allí respondió preguntas, casi a los gritos, a los periodistas que se encontraban abajo. Cuando le consultaron los motivos por los cuales no se hizo mención al escándalo por las revelaciones de documentos privados del Departamento de Estado norteamericano en la página WikiLeaks, Correa consideró que “hay que esperar” antes de hacer una declaración. El mandatario opinó que “no necesariamente” debía estar incluido el tema en la conclusión de la cumbre.

Fuera de protocolo. Los reyes de España, Juan Carlos y Sofía, dejaron de lado el protocolo para saludar a varios ciudadanos españoles que se acercaron hasta el NH Hotel Provincial y dialogaron cara a cara con ellos. El monarca estaba tan relajado que cuando terminó la jornada de inauguración de la cumbre, el viernes por la noche, prefirió ir caminando desde el Teatro Auditorium hasta su alojamiento en el Provincial. Aunque es un trayecto corto, estaba previsto por protocolo que lo hiciera en auto, como sí lo hizo la Reina Sofía. Allí, el rey volvió a mezclarse entre alguna gente que se había acercado hasta el lugar para saludarlo.

Estampillas de la Cumbre. En conmemoración de la reunión de mandatarios iberoamericanos, el Correo Argentino presentó una nueva estampilla postal con el logotipo de la XX Cumbre Iberoamericana. Algunos ejemplares se pusieron a la venta en el Hotel Hermitage, donde se realizaron algunas actividades y se hospedaron varios de los jefes de Estado con sus delegaciones, mientras que otras 10.000 estampillas se podrán encontrar en las sucursales cabeceras del Correo Argentino en todo el país.

Paradojas de la seguridad. El viernes y el sábado, los dos días en los que estuvieron la mayoría de los mandatarios en la Cumbre, la seguridad en Mar del Plata se profundizó en los alrededores de los hoteles Provincial y Hermitage, y había que sortear hasta tres vallas para poder ingresar. Paradójicamente, al término de la jornada del viernes, y cuando los mandatarios compartían la cena de honor que ofreció Cristina Kirchner, se pudo observar que en algunos sectores era mucho más fácil traspasar las vallas que lo que había sido durante el día, cuando muchos de los funcionarios ni siquiera estaban en la Ciudad. La extrema seguridad del día -a veces exagerada- pareció relajarse durante la noche. Justo cuando estaban todos.

Hambre presidencial. Cristina Fernández llegó el viernes por la tarde a Mar del Plata y se dirigió al Hotel Provincial para encabezar la cena de honor para sus colegas. Dio un pequeño discurso de bienvenida y propuso un brindis, tras lo cual se sentó para empezar a comer. Pero todavía faltaba el discurso del rey Juan Carlos de España. Con mucha hambre, Cristina no resistió la tentación y comenzó a pellizcar un pancito que había sobre la mesa mientras el monarca hablaba.

Seis preguntas y un acuerdo. La conferencia de prensa del final de la cumbre iba a estar encabezada por la Presidente argentina. Pero la mandataria decidió volver rápidamente para Buenos Aires y delegó la tarea de responder las preguntas de la prensa al canciller Héctor Timerman. Junto a él estaba la canciller española Trinidad Jiménez, el secretario general iberoamericano, Enrique Iglesias, y el coordinador de la Cancillería. En los pasillos del hotel llamó la atención la decisión de Cristina de ausentarse, pero la razón habría sido evitar preguntas sobre el escándalo de WikiLeaks. Debido a la gran cantidad de medios de prensa acreditados, entre los mismos periodistas eligieron a los que harían las preguntas y el contenido de las mismas. Ellos fueron las “voces de todos”.

Lula apuró la vuelta. El mandatario brasileño tenía previsto regresar a su país a las 18, pero abandonó la cumbre antes de que terminara la primera sesión plenaria para viajar a Sao Paulo. ¿El motivo? Visitar a su vicepresidente, José Alencar, que está internado desde hace varios días en el Hospital Sirio Libanés de Sao Paulo debido a complicaciones del cáncer abdominal que padece desde hace más de una década.

Prensa aislada y custodiada. El salón para la prensa se montó en el primer piso del NH Hotel Provincial. Allí se desplegaron unos 200 puestos para que trabajen los distintos medios de prensa y se contó con una particularidad: las agencias de noticias tenían pequeños boxes para trabajar en forma más aislada. Además, varios plasmas gigantes transmitían la agenda oficial de la cumbre e imágenes desde el aeropuerto primero y de las reuniones oficiales después. Dos largas mesas -una en cada extremo del salón- estaba casi todo el tiempo cargada con gaseosas, café, dulces y algunos canapés. Aunque cada vez que aparecía la comida, aparecían también decenas de periodistas para abalanzarse sobre ella. Cada periodista que entraba o salía de la sala -tanto por el ingreso principal como por la terraza que da a la playa- debía pasar por un scanner.

Falta de información oficial. Pese a la atención culinaria y a la comodidad para trabajar, lo que faltó fue información. Casi ningún vocero ni funcionario pasó por allí. Sólo lo hizo el gobernador Daniel Scioli, cuya presencia provocó un revuelo ante la falta de caras conocidas. Los voceros de la Cancillería pudieron aportar poco y nada de información, ya que la mayoría de las preguntas de la prensa eran respondidas con un “no lo sé”.

Sin palabras. Los presidentes de Chile, Sebastián Piñera; de Perú, Alan García; y de Uruguay, José Mujica, fueron los únicos que no intervinieron en la sesión plenaria de la Cumbre. Además, el chileno fue el mandatario que menos tiempo estuvo en Mar del Plata, ya que llegó el mismo sábado a la mañana, horas antes de la firma de la declaración final.

Un euro del rey. El intendente de Mar del Plata, Gustavo Pulti, le regaló al rey de España, Juan Carlos I, un facón realizado por el platero marplatense Osvaldo Braillard. Pero como una vieja tradición europea advierte que los regalos que son “armas” deben “pagarse”, al menos de manera simbólica, “para que no se corte la paz”, el Rey metió la mano en su bolsillo, sacó un euro y se lo dio al intendente.

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