La consagración de Patronato como campeón de la Copa Argentina cambió la frase bien argentina de “la gloria o Devoto” en apenas tres meses, ya que la historia cierra mucho mejor con la conjunción “y”, ya que tres meses después de haber pasado la noche en una comisaría tras un escándalo arbitral, el mismo plantel dio la vuelta olímpica semanas después de haberse ido al descenso. Cosas que solo un loco y desorganizado pero hermoso fútbol argentino puede dar.
La noche del 26 al 27 de julio pasado, los jugadores y el cuerpo técnico del “Patrón” pasaron la noche en una comisaría porteña luego de una derrota ante Barracas Central, el equipo del presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), Claudio “Chiqui” Tapia, con un escandaloso arbitraje de Jorge Baliño en el terreno de juego y Diego Abal en el VAR.
Aquella jornada en la cancha de All Boys lo tuvo al entrenador de Patronato, Facundo Sava, a los gritos frente a los medios presentes, asegurando que no quería dirigir “nunca más en su vida”.
El presidente de Patronato, Oscar Lenzi, había expresado señaló que “por lo que se vio y lo que se comenta entre los presentes y el periodismo, ha sido un robo lo que se ha cometido en contra de la institución”. Y agregó: “Haremos el descargo ante la AFA”, justamente manejada por el factótum del crecimiento deportivo de Barracas Central desde el Ascenso profundo hasta la Primera División, donde con arbitrajes muy cuestionados logró afianzarse, sobre todo después de aquella noche en la que también comenzó a quedar dictado el destino del “Patrón”.
Lo que nadie podía imaginar esa noche, ni siquiera Lenzi, Sava o el más fanático de los hinchas de Patronato, es que tres meses después, y tras eliminar a River Plate y a Boca Juniors en cuartos y semifinal respectivamente, Patronato campeón iba a ser realidad en la final de Mendoza.
El año próximo el equipo paranaense jugará en la segunda categoría. También tendrá una copa importante que pocos tienen en su vitrina y jugará la Copa Libertadores. Pero la revancha mayor de aquella aciaga noche será ver y rever una y otra vez al señalado como verdugo -sin pruebas concretas pero, como ocurría con Julio Grondona y su Arsenal de Sarandí, con rumores entre pasillos y tablones- entregarle el trofeo y la gloria a aquel grupo de hombres que por intentar rebelarse ante la injusticia habían “pasado una noche en Devoto”.