La destitución del presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el estadounidense Mauricio Claver-Carone, que había sido impulsado por Donald Trump cuando era el jefe de la Casa Blanca, supone el fracasado final de una experiencia inédita con la que Washington rompió una tradición de más de 60 años de equilibrio en la región en estos organismos multilaterales.

La Junta de Gobernadores del BID votó este lunes, en la capital de Estados Unidos, la destitución de Claver-Carone después de que una investigación sobre una supuesta relación romántica con una subalterna lo encontrara responsable de haber violado las reglas de ética.

La investigación también evidenció que Claver-Carone tomó medidas laborales para beneficiar a la mujer involucrada, aumentando su salario en dos instancias en menos de un año para un incremento acumulativo del 46% a más de US$ 400.000.

La decisión final sobre la destitución fue adoptada por el organismo de mayor autoridad del BID, compuesto en su mayoría por los ministros de Hacienda de los 48 países que lo integran, quienes tomaron en cuenta el reporte elaborado por los directores ejecutivos de la entidad, que ya se habían pronunciado a favor del alejamiento del ya extitular de la entidad.

La vicepresidenta ejecutiva del BID, Reina Irene Mejía Chacón, quedó a cargo de manera interina del organismo, que ya tiene tres candidatas a suceder a Claver-Carone: la expresidenta de Chile, Michelle Bachelet; la expresidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla, y la jefa de la Cepal, Alicia Bárcena.

Qué significó Claver-Carone en el BID

La nominación en 2020 de Claver-Carone por parte del entonces presidente Donald Trump había generado un quiebre en la historia del organismo, ya que fue el primer estadounidense en dirigir una institución presidida tradicionalmente por un latinoamericano desde su creación, en 1959, que era secundado por alguien de la Casa Blanca en la vicepresidencia.

Ese entendimiento era parte del acuerdo global tácito que dejaba el Fondo Monetario Internacional (FMI) en manos de un europeo o europea (las últimas dos han sido mujeres), y el Banco Mundial en manos de Washington.

El regreso a ese histórico reparto de las sillas en estos organismos multilaterales será un gesto de Joe Biden para suavizar las relaciones con sus vecinos de Latinoamérica ante el avance de China con su “nueva ruta de la seda”.

EEUU es el principal accionista del BID con un 30% del capital. Pero Trump fue por más y al romper la tradición buscó imponer ese poder para “utilizar la chequera” del BID como una herramienta de premio o castigo para gobiernos de la región afines a las ideas del magnate republicano.

Por ejemplo, el pasado 6 de septiembre, durante la visita del ministro de Economía argentino, Sergio Massa, a los Estados Unidos, el BID anunció que se habían logrado destrabar créditos de ese organismo por casi 3.000 millones de dólares para la Argentina hasta fin de año. Apenas un mes y medio antes, el propio Claver-Carone había advertido que no podía “dar el visto bueno” a nuevos fondos para la Argentina, que aguardaba el desembolso de unos US$ 500 millones para obras de infraestructura, por una “falta de transparencia e integridad financieras”.

La relación entre Claver-Carone y Argentina se remonta a cuando ocupaba el cargo de asesor senior del Tesoro y representante ante el FMI por EEUU cuando el organismo autorizó los préstamos por US$ 50.000 millones, primero, que luego extendió a US$ 57.000 millones durante el gobierno de Mauricio Macri.

De hecho, en una videoconferencia con el Consejo Chileno para las Relaciones Internacionales (CCRI) en 2020, Claver-Carone reconoció que fue un préstamo de carácter político y que fue otorgado para que Macri ganara las elecciones.

“Yo estaba en el Fondo Monetario, y el programa más grande en la historia del Fondo Monetario, lo ocupamos para la Argentina. Que se haya mal manejado el programa, que no se haya ejecutado bien por parte de Argentina, y les haya costado la elección, es una cuestión”, reconoció Claver ante los diplomáticos chilenos.