El argentino Francisco Cerúndolo, de 23 años, derrotó a su compatriota Sebastián Báez, de 21, por 7-6 (7-4) y 6-2, ganó el torneo ATP 250 de Bastad (Suecia) y desde este lunes se trepará al puesto 32 del ranking mundial.
“Es una sensación increíble. Este título significa mucho. Desde que sos chico te imaginás jugando en estos torneos y finales. Cuando perdí en Buenos Aires estaba triste porque estaba en casa y perdí mal, pero aprendí mucho de aquello. Lo usé hoy y creo que jugué un gran partido, fue una gran semana”, comentó Cerúndolo, recordando la experiencia de su primera final ATP.
Fue en el Argentina Open del año pasado, cuando superó la “qualy” y luego se transformó en la revelación del torneo al llegar a la instancia decisiva, en la que perdió por 6-1 y 6-2 ante Diego Schwartzman, el máximo favorito.
La clave de la final estuvo en las oportunidades de quiebre de saque ya que capitalizó tres de las 11 que dispuso, mientras que Sebastián apenas aprovechó una de 10.
Cerúndolo se convirtió en el octavo jugador de la temporada en conquistar su primer ATP, después del australiano Thanasi Kokkinakis (Adelaida), el kazajo Alexander Bublik (Montpellier), el canadiense Felix Auger Aliassime (Rotterdam), el español Pedro Martínez (Santiago de Chile), el danés Holger Rune (Munich), el neerlandés Tim van Rijthoven (‘s-Hertogenbosch) y el propio Báez.
Además, hizo historia, otra vez junto a su hermano. Es que Juan Manuel, 20 años y 114° del ranking, ganó el año pasado en Córdoba su primer ATP. Y con el triunfo de Francisco en Bastad, se convirtieron en los primeros hermanos argentinos en conseguir títulos individuales en el circuito más importante del tenis masculino.
El trofeo que consiguió el porteño en Bastad fue el 227° del tenis nacional, lista que sigue liderando Guillermo Vilas, con 62 conquistas. Francisco se transformó en el noveno compatriota en actividad con al menos un título, sumándose a Juan Martín del Potro (22), Schwartzman (4), Federico Delbonis (2), Juan Ignacio Londero y Guido Pella, Horacio Zeballos, Báez y su hermano, todos con una corona.
En Bastad, Báez cedió solo un set en su camino a la final. Venció en el debut al italiano Fabio Fognini, quien ingresó como “lucky loser”, y luego al español Alejandro Davidovich Fokina (36° y finalista este año en Montecarlo). En cuartos de final cedió su primer parcial del torneo en su triunfo ante el austríaco Dominic Thiem, ex número tres del mundo y campeón del US Open 2020, y en semis dio el batacazo ante el ruso Andrey Rublev, octavo del ranking, en la que fue su primera victoria ante un “top 10”, pero no pudo en la instancia definitoria ante su compatriota.
“Francisco fue mejor que yo en este partido”, reconoció Sebastián. “El tenis es una parte de la vida, y creo que tenemos que disfrutar cuando perdemos y cuando ganamos. Las pequeñas cosas hay que disfrutarlas siempre, así que disfruté esta semana y espero que la próxima sea mejor”.
Cerúndolo -que se había metido en el top 100 por primera vez en febrero y había vivido otra semana increíble en marzo, al alcanzar las semis del Masters de Miami- también llegó a la final con apenas un set perdido.
Tras derrotar en primera ronda al portugués Joao Sousa, proveniente de la clasificación, necesitó tres parciales para superar en octavos al noruego Casper Ruud, máximo favorito y cinco del mundo, en el que fue también su primer triunfo frente a uno de los 10 mejores del ranking. Luego barrió al ruso Aslan Karatsev (40°) y al español Pablo Carreño Busta (18°) para quedar frente a frente con Báez.
Pasaron más de diez años desde la última vez que dos jugadores argentinos habían definido un título afuera del país. Había sido en Viña del Mar (Chile) en 2012, cuando Juan Mónaco, por entonces 29°, derrotó a Carlos Berlocq (55°) para sumar su cuarta corona.
La última final cien por ciento “albiceleste” en un torneo europeo se había jugado en 2006 en Kitzbühel, cuando Agustín Calleri (59°) venció a Juan Ignacio Chela (44°) y conquistó su segundo y último trofeo.
Joyas de la “Nex Gen” argentina, Francisco y Sebastián fueron los grandes protagonistas del ATP de Bastad. Y aunque al final, quien festejó a lo grande fue el primero, sus inmensas actuaciones sobre el polvo de ladrillo sueco dejaron en claro que esta nueva generación, cuyos integrantes se motivan y se empujan entre ellos, se viene con todo y el tenis celeste y blanco puede mirar hacia el futuro con ilusión.